domingo, 21 de julio de 2013

¿QUIÉNES SOMOS?

Laura González

          Roberta, era una chica genial.  Tenía muchos amigos y una hermosa familia.  Todos la querrán, pero aún así se sentía vacía, porque no entendía quién era, por qué ni para qué estaba en el mundo.  Su confusión era infinita y no tenía idea de cómo salir de ella, así que salió a dar un paseo para relajarse y ver lo que había fuera de ese cuarto pequeño que limitaba sus pensamientos.
          ¡Ah! Por cierto, Roberto es una hermosa iguanita de un exuberante color verde.
          Esta iguanita siguió su recorrido y con la belleza de la naturaleza, el murmurar de tantas dudas cesó y pudo apreciar mejor todo lo que el mundo le ofrecía.  Se entretuvo tanto que no se dio cuenta de que ya estaba muy lejos de su casa.  Esto la asustó, pero de todos modos siguió. A lo lejos divisó un bulto y ella de curiosa corrió a ver qué era, cuando llegó, vio que era un niño que estaba llorando.
          Roberta le preguntó: “¡Oye! ¿Qué te pasa?
          El niño asustado salió corriendo mientras gritaba: ¡Ah! ¡Una iguana que habla!
          Y Roberta le grita: “Tranquilo. Solo quiero ayudar.”
          El niño se cayó y así fue como Roberta se acercó a él.
       Mira, mi nombre es Roberta y quiero conocerte.
El niño se calmó y al fin le responde: “Mi nombre es Diego, pero no te puedo decir qué me pasa, me da mucha pena.
Tranquilo, puedes decirme lo que quieras.
Bueno. Está bien, de todas formas esto es un sueño, porque no creo que encuentre una iguana que habla.
Esto es un sueño, pero dime, pues.
Lo que pasa es que nadie me entiende. Nadie me quiere. No tengo amigos.
¡Ay! ¡Pobre de ti!  Mira, creo que ya tienes una nueva amiga y te aseguro que siempre podrás contar conmigo.
¡Oh! Gracias. Eres una gran chica, no puedo esperar a despertar para contarle esto a mi mamá.
Ya te dije que esto no es un sueño, ¿por qué no me crees?
¡Porque una iguana que habla es imposible!  Pero bueno, hablemos de ti. ¿Por qué anda alguien como tú caminando por aquí sola?
Es que estoy confundido sobre quién soy. Ni siquiera sé para qué existo.
¡Pero no estés así! Si estás aquí es por una razón, ¿acaso, no la ves? ¿No ves que tú eres el mundo? El mundo no sería nada sin ti. Al igual que no lo sería sin una flor, sin un árbol, sin la más mínima roca.
¿Qué?
¿No me entiendes? Es que…
Diego se percató de que alguien se acercaba y cargaba una escopeta. Él sabe que las iguanas son muy cotizadas por los cazadores. Así que le dijo a Roberta: “¡Corre! ¡Vienen a cazarte! ¡Corre, Roberta!
Y así fue como salieron los dos corriendo, para proteger a Roberta.  Cada vez se alejaban más de sus casas, por culpa de ese cazador, que se llama Martín, era uno de los mejores del mundo y quería cazar especialmente a Roberta, porque su color verde le llamaba mucho la atención.
Roberta y Diego, estuvieron escondiéndose y escapándose de Martín durante mucho tiempo, así que se hicieron mejores amigos y Diego siempre intentaba hacer entender a Roberta, por qué ella era importante para el mundo, pero ella seguía sin captarlo.
Un día, mientras se escondían en una cueva, olvidaron que Martín estaba muy cerca de ellos y por eso, hicieron algo de ruido y Martín logró capturar a Roberta.  Salió corriendo con la pobre iguana.  Diego lo correteó y logró salvar a Roberta.  Fue ese día, el día en que Roberta entendió por qué existía.
Roberta comenzó a gritar: “Ya lo sé.  Ya lo sé.”
¿Qué cosa, sabes? Preguntó Diego.
Ya sé por qué estoy aquí. Se lo que te impulsó a salvarme. Es porque te importo. Que soy parte de algo, que el mundo me quiere tal y como soy.
¡Al fin! ¡Al fin, lo entiendes amiga mía!
Sí.  Y quisiera pedirte un favor.
Dime.
Quiero que hables con Martín y le digas que lo perdonamos por todo lo que nos ha hecho sufrir. Porque yo sé que al igual que yo, él también tiene una razón de estar aquí en este mundo y él también forma parte de la hermosa naturaleza que nos brinda el planeta. Quiero que sepa que yo lo perdono.
Está bien, amiga. Se lo diré.
Diego fue a hablar con Martín. Al principio el hombre lo creía un loco por hablar de una iguana que habla, pero Diego ya sabía que no era un sueño y que tenía una amiga de verdad, por lo que le aclaró todo a Martín. Diego usó las mismas palabras que Roberta al hablar con Martín. El cazador se sintió culpable y se convirtió en protector de las especies en vías de extinción.  Todo esto sucedió después de haber reflexionado lo que había hecho.
Roberto y Diego siguieron siendo amigos y se ayudaban siempre en cualquier problema que tuvieran, porque ambos sabían que formaban parte de algo muy importante y que ese algo era su gran amistad.

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