miércoles, 4 de mayo de 2011

POEMAS DE GUSTAVO BATISTA.

   
                       1.
Te hablo de cosas desconocidas
y de voces que preparan
un relato aprendido.

                       2.
Pudiera acaso alzar los ojos
y reír eternamente;

Buscar la piedra
y antes del golpe ver su sombra
como mi sombra reflejada
en unas aguas que no vuelven.

               3.
Duele la palabra:
pared que busco
para ascender y verter llanto;

cielo que nos ata
con una luz que a todo rostro
nos obliga a mirar.



                4.
Tiempo oscurecido
que recuerdas claridad

tu voz es fuego,
sentencia de los rostros:

la muerte es un espejo
sobre los brazos de otro.

                 5.
Oh dulce afán de la existencia,
en los espejos del hogar
las voces que nos nombran
tendrán otra claridad.

                 6.
La vida nos siembra
-vastedad en las honduras-
y en la siega del misterio
el tiempo da bondad,
da clamor y hermosura.

                  7.
Detrás de todos hay un cielo
y un lecho gris colmado de memorias
donde el sueño ya no es sueño
sino vida.

8.
La noche volverá
y traerá su melodía;

toda flor caída sobre la piel

será como una ola
que no olvida la red.

9.
La sombra de los pájaros
Se muere con sus muertes.

La frente no es un Dios.
El fuego de los labios
a veces le frecuenta.

10.
Grito: “ahora”

y todo es un llamado
que desliza su eco.

Grito: “nunca”
y todo es mortaja
que se arranca los huesos.

11.
Echa tus ojos al camino
ahí hemos de entendernos
en la espera que es humana
y que es divina.

12.
Oh mundo que  mi bulles
y que por momentos lastimas.

Marchitez y ligereza
de una corriente
donde sólo la ser pudo ser.

13.
Eterno misterio
el de esta hojarasca
que tirita y que circunda.

donde no logramos arrancar
la roca
nació la vida para vivirnos.

14.
La mano busca al viento
y el viento no es piel,

pero se marchita.

si así no alejáramos
no seríamos hombres muertos.

15.
Si el cielo llora
yo también sabré llorar.

porque en los pasos van las barcas

y del alma saltan rocas
y es así como luego despertamos.

16.
La noche lo dice:
en los alfileres del alma
toda piel canta blanduras.

17.
Nada es tan leve y el sueño lo sabe.
nos quedamos a la sombra
y se nos pierden las palabras.

18.
Busco profundidad
como aquello que es imposible apresar
sin la ayuda de los sueños.

19.
Realmente soy
El que por dentro grita,

El pez que ignora
que tendrá que sucumbir;

la sorprendida red
para la que no es el mismo
el cielo
                que el mar.


20.
También yo soy
como una flor al centro de una mesa.

nunca nadie verá en ella un pan.

21
La hazaña es el retorno.

La sombra besa el suelo
y el espacio con un cuerpo
se alimenta.

Hay nidos que se quedan solos,
en las ramas
junto al sol.

22.
Los pájaros se han perdido.

Como barcas de sal
que navegan sin sus brillos,
ya lejos,
como ellos,
hay veces en que siento que no soy.

23.
Y las manos esperan
y yo no niego
que un día me desacostumbraré a la vida
y la tonta voz adormecida en mi palabra.

24.
Hay sombras que nos nacen
debajo de los cuerpos;

asir la espina es todo aquello
cuanto queda
puesto que en las sombras
el destino es no ver.


25.
¿Qué es el día
en que nos vive la esperanza
si ya muerta
ella es moribundo
que se queda en lejanía?

26.
No hay alas que no quieran
navegar los espacios,
no hay torres tan altas
si el tiempo ha bajado
a tu profundidad.

27.
Eterna llama
la que enciende nuestros gritos.

Profunda la copa
donde el llanto humedece sus raíces.

28.
Frágiles somos.
Se enrumba nuestro ser
por las escalinatas

donde al final todo hombre
no es un Dios.

29.
No condenes la tristeza.
Por los caminos del rostro
Hay gestos como pájaros
Con alas que se cansan.

30.
Hombre que te acuerdas
del hombre
porque el regocijo
es una sola semilla.

31
Desde este cuerpo y esta piel
desembolso mis latidos;

exhalo el rostro
de los que aún no he sido.

32.
Busco el dulce tiempo
de clamar por lo que aguarda
como en ello
hubiese vivido.

33.
Liviandad del símbolo.
¿Símbolo acaso o fragilidad?

Árbol sin hojas, hojas caída,
roca bajo el árbol, nada más.

34.
¿Por qué el ocaso y tan poca luz?

Transcurres.
transcurres y luego
oscuridad.

¿Qué sed se nos queda sin saciar?

35.
Alma desmedida en intenciones,
acaso fue mejor retroceder.
pero fuimos puntuales
y el licor fue amargo.


36.
La dicha y el miedo tienen reinos.

¿Cuántos reinos me habitan,
en cuál he de habitar?

37.
Dulce sueño de las cosas que recuerdo.

¡Oh las sombras!

Soy pez que visita las orillas.

38.
Cautivos somos de un día.

El amor suena a cadenas;

las migajas no alcanzan.

39.
Creo saber quién soy antes del miedo.
¡Oh!
cuánto Dios en el umbral de los sueños.

40.
La pregunta que no cesa
es como sed que se despierta;
el fuego ya encendido
a veces arde para bien.

41.

Pasé de la calma a la inquietud
y leí lo ya olvidado:
mi rostro
en otros rostros,                                                                
                disperso.

42.
¡Feliz amargura!
Juzgué el error de mis sentidos.

Fui yo el equivocado.

43
Lo sé:
no tengo el fervor de los que callan.
La nostalgua no es un ser que envejece.

44
El sueño es un ángel de alas rotas;
se olvidó de que el mundo cabe
en nuestros ojos.


45.
Como un fuego nos abrasa la memoria
caligrafía que un Dios concede
para que dibujemos abismos.

46.
Cuányo fugitivo vibrar.
Y los tiempos que fueron
y el recuerdo que no anula.


47.
Desde el nido el ave atisba.
La brizna de su lecho cabe
cien veces entre el viento.

48
Los pies lloran
y un ritual evocan las sendas
que un día transitamos.


49
Cruje la memoria
y todo sueño es melodía
y estamos aquí y en lo lejano
porque vivimos para sostenernos.


50
¿Acaso tengo que pelear?
Mi mano es la mano
de un algo desconocido.
¿Qué piedra tengo que arrojar?



51
No es el contorno del espejo
lo que busco.
Miro al centro
donde mi sueño es un mendigo
que rompe mil aldabas.

52
Si me fuera posible vivir
esa vida no vivida
que son todos los sueños
que me faltan.

53
Si calláramos
frágil sería la eternidad.

Sus dedos tocan la ternura
como un polvo que nos cubre
de tibieza.


54.
¿Qué ayer puso fuego en mi ser?
Hay palabras.
Hay cenizas.

55.
Llamar olvido a lo que olvida.
Llamarle sueño a esta boca:
áspero nudo que desatar.

56.
Recordar las lágrimas
y el hueco de estas manos
de palpar y de sentir.


57.
Somos lentos:
la luz tiembla en nuestras dudas;
hay oscuridades que devienen gota
a gota.

58
¡Ya lo ves!
Todo fue cierto
en la música del bien.

59
Persigo esas cosas necesarias
que no sé
por qué existen.

60.
Se perfuman los labios.

Es la fuerza la que acude
a la palabra.


61
Se enjuga el miedo entre los ojos.
Punza la visión
de que también el aire encanece.

62
Entre sueños,
temí que la palabra fuera
una casa de peligros.

63
Cerraré los ojos.
Déjame juntarlos.
El dlor no cambia de vestiduras.


64.
Nadie se parece a mis gritos
aunque yo también quisiera
despertar
sin el sabor que dejan los sueños.

65
Un día en mi soledad sabré quién soy,
un día en que mi alma y yo estemos
callados
como el restro dormido
de los seres que amamos.

66
La luna trae un fuego.
Contemplamos los techos
adonde vuel la agonía.


67
El sueño es un ruego,
agua sempiterna
que con canciones arrastra
el dudas de mis corrientes.

68
Nos dieron el mundo de la espera,
y el dolor:
pasto que hemos de incendiar
en lo lejano.


69.
El estigma es el silencio.
Los rostros son árboles
de hojas vacilantes.

70
Desbaratar este vacío

para no ser ya su centro.

Desde afuera
fácil será verlo todo.


71
En el fuego de los huesos,
como un soplo,
el asombro echó sus alas
para despertarnos.


72
Soy el que despierta
y sabe que en el sueño
otro esbozó igual sonrisa.

73
Toda búsqueda es imprecisa.
La soledad no tiene alas,
vuela a desatiempo
como una muerte que, sin anunciarse,
ve moverse a lo lejos
el festín que la alimenta.


74

Todo circunda
como sabiendo que nos pertenece en un cerco
que, profundo,
logramos asir con nuestras manos
para soñar los sueños
y sentir la vida.


75
Nada importa
si el pájaro de nuestro recorrido
ha decidido dormitar en el silencio.

Ya no importa
si persigue a los que habitan
la locura de la espera.


76
Pediste que te dijera
quién del llanto un día hizo un poema
para dar fuerza a todas sus acciones.

77
Respirar
cuando las preguntas hayan crecido
y quiera ir al juego como niños.

Después de todo,
es éste el secreto favor de nuestros actos.

78
Mi alma sueña jugar como aquel
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