martes, 8 de marzo de 2011

ORIGEN DE LAS PALABRAS DEL ESPAÑOL

Melquiades Villarreal Castillo.

   Resulta una tarea muy difícil establecer los orígenes de las palabras en cualquier idioma. En lo personal, no soy una persona no muy convencida de las explicaciones etimológicas.
   Sin embargo, en esta ocasión he querido plasmar el origen de las palabras de nuestro idioma. Se acepta que la gran mayoría de las mismas proceden del latín, del árabe y de muchas otras lenguas. Recordemos, a manera de ejemplo, que la primera palabra americana introducida al español fue la palabra canoa llevada por el mismo Colón. Que otras palabras como tomate se ha generalizado tanto, que ya forma parte incuestionable del español general.
   A continuación, presentamos el origen lingüístico, de una muestra de palabras de nuestro idioma:
   Latín: acta, actor, adefesio, báculo, calendario, ignoranciaa, infierno, miseria, sábado, variar.
   Árabe: adalid, adobe, alborozo, albóndiga, alberca, albañil, ajuar.
   Griego: acólito, cinismo, cibernética, clorofila, diatriba, epidemia, génesis, matemática, néctar, neurona.
De lenguas antiguas:
   Fenicio: sufete.
   Egipcio: albur, ataúd, faraón, oasis, fulano.
  Arameo: aceituna, aceite, camello, fariseo, mezquino.
   Hebreo: amén, aleluya, alma, edén, maná, mesías, pascua, querubín,  rabí, satán.
   Celta: berro, beso, alondra, añico, tranca, trapo, remolacha.
   Sánscrito: ajedrez,  alcanfor, añil, baranda, azul, toronja,  yoga.
    De lenguas indígenas:
     Esquimal: iglú, anorak, kayak.
   Caribe: bejuco,  cabuya,  cacique, caguama, caoba, loro, papaya, turpial, sabana.
    Taíno: barbacoa, caimán, bijao, ají, canoa, guanábana,  guásimo, huracán, maíz, maní, yuca.
     Tolteca: motete.
     Quechua: ñaño, ñato, cilampa, chácara, cóndor.
     Maya: cigarro, zompopo, henequén, enchibolar.
     Nahua: aguacate, achiote, cacao, comal, coyote.
    Guaraní: mandioca, maracaná, maraca.

De lenguas asiáticas:
   Coreano: taekwondo.
      Chino: ketchup, kung-fu, yin, yang.
       Japonés: biombo, bonsái, geisha,  kamikase.
       Tibetano: cebú, lama, yak, yeti.
        Ruso: bolchevique, constructivismo, cosmonauta, zar.

De lenguas latinas:
   Francés: acoquinar, afiche,  altruismo, alucinóogeno,  asamblea, artillería.
   Catalán: adrede, añorar, avería, bergantín,  clavel.
   Genovés: chusma.
   Italiano:  aguantar, alerta, apartamento, asalto, boletín, brocha.

De lenguas germánicas:
    Irlandés:  cogollo, birrete, buscar.
    Inglés: aerolínea,  adrenalina, amerindio, anaconda, autodefensa,  audio, bate, bingo, bistece, brandy, boxeo, calistenia.
    Alemán: arpa, acordeón, aspirina, bigote, blindar, brindis, búnker, bagaje, bala, camarlengo, escanciar.

De otras lenguas:
     Persa:  alfajor, alhelí, bazar, bengala, caravana, escabeche, espinaca, chacal.
     Euskera: aquelarre, bacalao, chaparro, chatarra, izquierdo, morena.
     De origen africano: ñame, banana, marimbaa, quilombo, vudú, zombi.
     De origen australiano: bumerán, canguro.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española. 



    

lunes, 7 de marzo de 2011

PALABRAS CON MÁS DE UNA ORTOGRAFÍA

                        Melquiades Villlarreal Castillo.             
   Existen muchas palabras en nuestro idioma que, por su naturaleza, tienen dos o más escrituras.  Por ejemplo: murciégalo – murciélago, aunque se prefiere la última, motivo que no nos impide olvidar la etimología (Del lat. mus, muris, ratón, y caecŭlus, dim. de caecus, ciego), que  se acerca más a la primera, aunque esté quedando en desuso. Otras palabras tienen más de dos escrituras, siendo la más sobresaliente: seviche, sebiche, ceviche, cebiche. Existen palabras muy discutidas, siendo a mi juicio video-vídeo y concienciar-concientizar las que  más captan la atención de los hispanohablantes.  En el caso de video (Del ingl. video, y este del lat. vidĕo, yo veo), es evidente que la palabra que más se ajusta al latín es video; vídeo es la pronunciación inglesa que fue copiada por los españoles.  Concienciar dicen los españoles; concientizar dicen los americanos.  Recordemos  que los americanos tenemos palos en nuestros bosques, mientras que los españoles tienen árboles. En síntesis, para los americanos las formas correctas son video y concientizar; para los españoles,  vídeo y concienciar.
            A algunos monosílabos con doble ortografía, se les eliminó la versión con tilde; según la última Ortografía aprobada en México, 2010; así, pues, tenemos: guion, ion y truhan y se recomienda descartar guión, ión y  truhán.
            A continuación, presento algunas de las palabras que mantienen doble escritura, intentando claro está seleccionar las de uso más frecuente en Panamá.
acera o hacera
ácimo o ázimo
aeróbic o aerobic
aerostato o aeróstato
afrodisíaco o afrodisiaco
agrafia o agrafía
agujerear o agujerar
alacena o alhacena
alazán, na o alazano, na
albahaca o albaca
alhelí o alelí
áloe o aloe
altivez o altiveza
alvéolo o alveolo
ambidiestro o ambidextro
amueblar o amoblar
ananá o ananás
anémona o anemona
anexo o anejo
anhídrido, da o anhidrido, da
antiafrodisíaco, ca o antiafrodisiaco, ca
apopléjico o apoplético
armonía o harmonía
armónico, ca o harmónico, ca
armonioso, sa o harmonioso, sa
arpía o harpía
arrapo o harrapo
arrear o harrear
arriero o harriero
áspid o áspide
atmósfera o atmosfera
aureola o auréola
austriaco, ca o austríaco, ca
autodidacta o autodidacto
bacinica o bacinilla
balaustre o balaústre
barahúnda o baraúnda
batahola o bataola
betún, betume o betumen
bisnieto o biznieto
bizcocho o biscocho
bla-bla-bla o blablablá
brasileño o brasilero
bribri o bribrí
bronquiolo o bronquíolo
buganvilia o buganvilla
buhardilla o bohardilla
buscabulla o buscabullas
cantiga o cántiga
caracha o carache
carcaj o carcax
cardiaca o cardíaca
cardíaco, ca o cardiaco, ca
cartel o cártel
cartomancia o cartomancía
cebiche o seviche, ceviche, sebiche
cedilla o zedilla
celtíbero/ra o celtibero/ra
cenit o cénit o zenit
champaña o champán
chófer o chofer
chupamedia o chupamedias
cigoto o zigoto
cinc o zinc
cóctel o coctel
conciencia o consciencia
cónclave o conclave
confort o confor
demoníaco, ca o demoniaco, ca
desamueblar o desamoblar
desharrapado o desarrapado
despabilar o espabilar
despiporre o despiporren
destornillar o desatornillar
detrito o detritus
dinamo o dínamo
dionisíaco o dionisiaco
dionisíaco, ca o dionisiaco, ca
divertimento o divertimiento
domínica o dominica
eccema o eczema
egipciaco, ca o egipcíaco, ca
electrolito o electrólito
Elena o Helena
élite o elite
elixir o elíxir
elixir o elíxir
endoscopia o endoscopía
engañamundo o engañamundos
engrosar o engruesar
entrometido/da o entremetido/da
esfácelo o esfacelo
estratega o estratego
exegesis o exégesis
exegeta o exégeta
flacidez o flaccidez
folklore folklor folclore o folclor
forúnculo o furúnculo
fútbol o futbol
gillete o gillette
guion o guión
harpa o arpa
hemiplejia o hemiplejía
hiedra o yedra
hierba o yerba
hipérbato o hipérbaton
hipocondríaco/ca o hipocondriaco/ca
hogaño u ogaño
ibero, ra o íbero, ra
icono o ícono
iguana o higuana
ilíaco, ca o iliaco, ca
ion o ión
irreductible o irreducible
jamaicano o jamaiquino
kárate o karate
kilo o quilo
kilómetro o quilómetro
lítotes o litotes
maníaco, ca o maniaco, ca
marcapaso o marcapasos
marihuana o mariguana
mayonesa o mahonesa
medioeval o medieval
médula o medula
médula o medula
metempsícosis o metempsicosis
meteoro o metéoro
metopa o métopa
microscopia o microscopía
mimesis o mímesis
misil o mísil
mnemotecnia o nemotecnia
monocromático o monocromo
monstruo o mostro
murciégalo, murciélago
nigromancia o nigromancía
nilón o nailon
nómade o nómada
nudillo o ñudillo
nudo o ñudo
obscurecer u oscurecer
olimpíada u olimpiada
omóplato u omoplato
optimizar u optimar
ornitomancia u ornitomancía
ósmosis u osmosis
palabrerío o palabrería
paliativo o paliatorio
paradisíaco o paradisiaco
paradisíaco, ca o paradisiaco, ca
paraplejia o paraplejía
parapsicólogo o parasicólogo
pararrayos o pararrayo
parásito/ta o parasito/ta
parisién, parisiense o parisino
pelícano o pelicano
pentagrama o pentágrama
período o periodo
persa o pérsico
pezuña o pesuña
pijama o piyama
postdata o posdata
postmeridiano o posmeridiano
pudin o pudín
quechua o quichua
querosén o queroseno
quinesioterapia o quinesiterapia
quíntuplo o quíntuple
quiromancia o quiromancía
quizá o quizás
raíl o rail
reembolsar o rembolsar
reemplazar o remplazar
reencontrar o rencontrar
reencuentro o rencuentro
referéndum o referendo
remangar o arremangar
repitiente o repetidor
reptil o réptil
reuma o reúma
sábila, zábila
sabiondo, da o sabihondo, da
sarpullido o salpullido
saxofón o saxófono
secundario o segundario
sefardí o sefardita
semiperíodo o semiperiodo
septiembre o setiembre
séptimo o sétimo
sicómoro o sicomoro
sobreentender o sobrentender
sobresdrújulo/la o sobreesdrújulo/la
soja o soya
somnolencia o soñolencia
sudafricano o surafricano
sudamericano o suramericano
sueco o zueco
tortícolis o torticolis
travesti o travestí
tríada o tríade  
trochemoche o troche y moche
truhan, na o truhán, na
ujier o hujier
vecindario o vecindad
verborragia o verborrea
verosimilitud o verisimilitud
virreinato o virreino
whisky o güisqui
zodíaco o zodiaco.

Fuente:  Diccionario de la Real Academia Española.

sábado, 5 de marzo de 2011

EL CONCEPTO DE LIBERTAD: CLAVE PARA DESCUBRIR LA CORDURA DE DON QUIJOTE

 Melquiades Villarreal Castillo
                La escritura es el medio elegido por el genio para mostrarse al común de los mortales.  Sin embargo, es difícil que los verdaderos genios puedan ser entendidos en su tiempo. Así, del mismo modo que hace dos mil años Cristo fue crucificado como un delincuente común, la sociedad lectora condenó a don Quijote a la locura apenas fue conocido en 1605. Han pasado cuatrocientos años desde entonces y todavía no se ha logrado comprender que, aunque es un ser ficticio, es uno de los personajes más extrañamente cuerdos con los que ha contado la humanidad, al grado que llevó a Simón Bolívar, un hombre de múltiples y ricas lecturas,  a atreverse a comparar con él y con Jesucristo como los majaderos más grandes de la historia.
                Con la celebración de los cuatrocientos años de la primera publicación de la historia de las locuras de don Quijote de la Mancha, se conmemora el inicio de una nueva era no solo para la novela, la literatura como tal, sino también para la humanidad, pues este libro ha sido traducido a muchos idiomas; las hazañas de don Quijote han llegado más allá de los linderos de La Mancha, para arribar a las más lejanas tierras. Esto no se da por azar, la obra está diseñada para lograr este fin y, aunque tal vez Cervantes jamás soñó con que tuviera una difusión tan amplia, lo cierto es que la historia alcanzó como lector al propio don Quijote, quien, inclusive, se sintió molesto cuando Avellaneda, en la versión apócrifa de su vida, narra sus hazañas de un modo distinto a la forma como ocurrieron de acuerdo con su atrofiado juicio.
                Es una tarea muy difícil intentar decir algo nuevo de un texto sobre el cual, los ingenios mayores de cada época, durante los últimos siglos, han emitido juicios profundos y certeros. Sin embargo, voy a partir de un hecho real y muy conocido: cada lector hace una lectura individual, por ende diferente, de cada texto.  Es más, en cada lectura,  el lector obtiene una panorámica distinta del mundo presente en el relato.  En lo personal, he leído El Quijote en dos ocasiones; la primera en 1990, cuando apenas obtenía mi título de licenciado en Español en la Universidad de Panamá; la segunda, en Madrid. Después de mi primera lectura, como cualquier bisoño frente a la más insignificante de las artes, comencé a hablar como un experto, a pesar de desconocer las mil posibilidades de lectura expresas en la obra que ahora me han obligado a leer fragmentos de El Quijote, una y otra vez, pues en cada ocasión encuentro nuevas alternativas interpretativas.
                Para descubrir la esencia de cualquier texto, tenemos que irnos a la estructura profunda del mismo. No podemos hacer lecturas superficiales, en las cuales logremos apenas al conocimiento de la historia; es indispensable que nos adentremos en lo abisal del texto para poder captar el mensaje real; así, a manera de ejemplo, me atrevo a asegurar que don Quijote de la Mancha, es un personaje que existe, pues (aunque murió como cualquier ser humano dentro del cosmos del relato cervantino) su ideario perdura y se acrecienta con el devenir de los siglos.  Desde la dimensión en la que se encuentre, don Quijote es capaz de reírse de la supuesta cordura de la mayor parte de los seres humanos, los cuales, lamentablemente, somos casi incapaces de pensar en otra cosa que no seamos nosotros mismos. El egoísmo consuetudinario es, entonces, motivo infinito de risas para don Quijote.
                Creo pertinente comentar mi visión personal sobre algunas de las vivencias del hidalgo manchego para compartirlas, con la esperanza de motivar el ánimo para leer esta obra que es un libro que mueve a la libertar del ser humano, cualidad sobre la que el mismo don Quijote se expresa en los términos siguientes:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que los hombres dieron los cielos; con ella no puede igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor al que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas del hambre,; porque no la gozaba  con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan de campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo. (Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha.  Madrid: Edición del IV Centenario. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. 2004.  Págs. 984-985. (II LVIII)
                La sabiduría popular nos enseña que es muy corta la distancia existente entre el genio y el loco. A mi juicio, ningún hombre loco puede pensar de esta manera. Y es que don Quijote era capaz de las locuras más disparatadas, como aquella de enfrascarse en singular batalla con unos molinos de viento a los que confundió con gigantes, del mismo modo que era dueño de las ideas más brillantes propias de los más sabios filósofos de todos los tiempo, tal  como lo hace con esta visión que, per se, a mi criterio, se transforma en indiscutible motivo para descubrir tan discutida personalidad.
                Para don Quijote, la libertad es uno de los dones más preciados; pero, ¿qué  era la libertad para él?  Acaso ¿era la libertad de elección? A mi juicio sí.  Él, al igual que todos los seres humanos tenemos la oportunidad de elegir entre dos opciones: vivir para nosotros no vivir para los demás. Don Quijote tenía muy claro que la libertad tenía una diáfana relación con la felicidad, la cual solo se produce cuando el ser humano es dueño de sí mismo, cuando no depende de otros. No podemos negar que, en alguna medida, el pensamiento de don Quijote guarda una estrecha relación con el pensamiento cristiano, el cual, en última instancia, enseña que somos dueños de lo que damos y esclavos de lo que conservamos.  Para don Quijote, era más importante, por ser símbolo de libertad, saborear un trozo de pan que solo tuviera que agradecerle al cielo, que cualquier manjar que le comprometiera a devolver favores, puesto que de ese modo quedaba atado. Don Quijote, un claro idealista, prefería la tranquilidad de saberse libre a las comodidades que podían ofrecerle las riquezas que limitaran las aspiraciones de su espíritu altruista. Mario Vargas Llosa nos lo dice de la manera siguiente:
                ¿Qué idea de la libertad se hace don Quijote? La misma que, a partir del siglo XVIII se  harán en Europa los llamados liberales: la libertad es la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad. Es decir, lo que varios siglos más tarde, un Isaías Berlín definiría como “libertad negativa”, la de estar libre de interferencias y coacciones para pensar, expresarse y actuar.  Lo que anida en el corazón de esta idea de la libertad es una desconfianza profunda de la autoridad de los desafueros que puede cometer el poder, todo poder.” (Mario Vargas Llosa. Una novela para el siglo XXI. Op. cit.  Pág. XIX)
                No obstante, el discurso en boca de don Quijote no tendría tanto valor significativo, si no tomáramos en cuenta una teoría defendida por tantos teóricos, entre ellos Octavio Paz, cuando coinciden en que la biografía de un autor no tenemos que estudiarla de manera separada a su creación, porque la vida de todo autor está presente en su obra.  Tomando como buena esta afirmación, Vargas Llosa concluye que:
                “Detrás de la frase, y del personaje de ficción que la pronuncia, asoma la silueta del propio Miguel de Cervantes, que sabía muy bien de lo que hablaba.  Los cinco años que pasó cautivo de los moros de Argel, y las tres veces que estuvo en la cárcel de España por deudas y acusaciones de malos manejos cuando era inspector de contribuciones en Andalucía para la Armada, debían de haber aguzado en él, como en pocos, un apetito de libertad, y un horror a la falta de ella, que impregna de autenticidad y fuerza aquella frase y da un particular sesgo libertario a la historia del Ingenioso Hidalgo.” (Vargas Llosa. Ibid. Págs. XVIII y XIX).
                No cabe duda alguna, entonces, que existen diversos y sólidos motivos para decidirnos a descubrir a don Quijote, puesto que existen muchas probabilidades de que la vida del manchego sea una especie de espejo, en la cual podemos analizar nuestras propias existencias: vivimos prisioneros de una gran cantidad de hechos y situaciones que nos encadenan y nos impiden desarrollar una vida sosegada o, por lo menos más placentera, entre los que se destacan, la inseguridad, la falta de fe, la deshumanización generada por la praxis de la aldea global y, sobre todo, muchas veces los humanos de nuestro tiempo tememos a nuestra propia libertad.
Alcalá de Henares, 23 de abril de 2005.

jueves, 3 de marzo de 2011

EL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: ENTRE MITOS Y REALIDADES

Melquiades Villarreal Castillo
            Se dice que El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), después de La Biblia, es el libro en el que en la América Hispana se tiene más fe.  En España, es el diccionario más criticado, hecho que lejos de disminuirlo lo encumbra, puesto que le encuentran muchos defectos, situación que nos puede llevar a dos conclusiones: es el diccionario más leído o por lo menos el más consultado, lo que nos conlleva a otra deducción: si el DRAE no es el mejor de los diccionarios, es el más consultado por los españoles. Así, pues,       En el mundo de habla hispana nadie pone en duda que el DRAE es el diccionario más importante, el paradigma del resto de los diccionarios de lengua española.
            Si bien es cierto que nadie adquiere un diccionario con la finalidad de leerlo como una novela o un ensayo, hay que apuntar que el mismo cumple la finalidad de resolver las dudas idiomáticas más frecuentes.  He sido testigo, en múltiples ocasiones, de que para sustentar la veracidad de sus argumentos, muchas personas lo hacen en función de sus consultas al DRAE, sin meditar sobre hechos elementales, tales como que este libro es elaborado por un equipo de seres humanos con múltiples virtudes y defectos y que el mismo confiesa en los prólogos de sus diferentes ediciones que es una obra inacabada, que está en permanente perfeccionamiento.  También se afirma que el mejor lugar para confesar un delito es el prólogo de un diccionario, pues nadie se enterará, ya que nadie se toma el trabajo de leer los prólogos de los diccionarios.  Esta situación, empero, no resta credibilidad a una obra sobre el cual se tejen mitos con valor de religión.
            El español es un idioma muy rico y se habla de forma diferente en cada país y en cada región, por lo que a veces creo en la tesis de Amado Alonso, en cuanto a la existencia de varias lenguas nacionales. Así, a manera de ejemplo, para un centroamericano (menos Panamá) una Coca Cola® (soda) es una gaseosa, aunque para un ecuatoriano el mismo refresco es una cola.
            MITOS
            Entre los innumerables mitos correlacionados con los puntos de vista del DRAE, me he permitido seleccionara los siguientes, utilizando como criterio el hecho de que son los más comunes.
            El DRAE contiene todas las palabras de la lengua española:
            Esta afirmación es totalmente falsa.  El español resulta muy copioso para que pueda cabe en un libro.  Existen omisiones comprensibles, desde el punto de vista de que una de las grandes virtudes de esta obra es que se renueva permanentemente: Veamos un ejemplo:
            La voz congelamiento remite a congelación que significa “acción y efecto de congelar.” Sin embargo, no está registrada en el DRAE la voz descongelamiento que debiera remitir a descongelación (acción y efecto de descongelar).
            La palabra que no aparece en el DRAE no existe:
             He visto esta afirmación plasmada en varios libros de texto. No debe decirse  tal o cual palabra, porque el DRAE, no la recoge. Esta creencia, muy festiva por cierto,  es fácil de refutar.  Volvamos al caso de la voz descongelamiento para sustentar nuestro punto de vista. Cuando consultamos la versión en línea del DRAE, obtenemos el siguiente resultado:

AVISO
La palabra descongelamiento no está en el diccionario.

           
            Obsérvese detenidamente el significado del aviso. El mensaje nos indica que la palabra no está recogida en el DRAE. En ningún momento afirma, ni siquiera sugiere que la palabra no existe, muchos menos que su uso pueda ser catalogado de incorrecto. La existencia o no de los vocablos, no la indica la RAE (Real Academia Española); es potestad de los usuarios.
            Hay que regirse por el modelo español:
            En infinitas ocasiones, hemos visto que se recomienda emplear la forma española. Entre los casos típicos más comunes tenemos. Debe decirse vídeo no video;  debe decirse concienciar no concientizar. Estas palabras han ocasionado múltiples discusiones.  Los puristas del lenguaje alegan que debe decirse concienciar, porque así lo dicen los españoles; concientizar tiene marca América. Preguntémonos, entonces, ¿Quién tiene la razón, los trescientos sesenta millones de hispanohablantes hispanoamericanos o los cuarenta millones de españoles? La proporción es de nueve contra uno; igual ocurre con vídeo-video; en América, simplemente se dice video.
            Vídeo es una palabra que, además de problemas acentuales, presenta un dilema etimológico.  Así, tenemos que la misma se define en el DRAE en los términos siguientes: vídeo. (Del ingl. video, y este del lat. vidĕo, yo veo). m. Sistema de grabación y reproducción de imágenes, acompañadas o no de sonidos, mediante cinta magnética. || 2. Grabación hecha en vídeo. || 3. Aparato que graba y reproduce mediante cintas magnéticas imágenes y sonidos procedentes de la televisión o de otro aparato de vídeo.”
            Esta etimología capta mi atención por el hecho de que procede del inglés video,  que a su vez fue tomada del latín video, que significa “yo veo.”  Obsérvese con atención. Se adopta la forma fonética del inglés [bídeo]; aunque la forma gráfica sea vídeo. ¿Qué criterio se empleo? Simplemente, el que a los españoles les pareció más conveniente.
            Hay que evitar las voces extranjeras con todo rigor:
            La voz emparedado en su acepción académica de: “porción pequeña de jamón u otra vianda, entre dos rebanadas de pan de molde” está cediendo el paso al anglicismo sándwich, la cual, de paso, en el DRAE, aparece con una curiosa historia etimológica, por lo cual cito la definición, en su totalidad:
“sándwich. (Del ingl. sandwich, y este de J. Montagnu, 1718-1792, cuarto conde de Sandwich, de quien se cuenta que se alimentó de esta clase de comida para no abandonar una partida de cartas). m. Emparedado hecho con dos rebanadas de pan de molde entre las que se coloca jamón, queso, embutido, vegetales u otros alimentos.”
            Lo más curioso es que la voz inglesa sufre las más dolorosas transformaciones que van desde sangüiche, sándwich, sánduiche; y, lo que para mí resulta increíble es que los españoles digan sángüiz.
            REALIDADES
            El DRAE es una obra monumental y, aún así, imperfecta; aunque la perfección no es condición sine qua non para la adecuada valoración de una obra.
            La lengua no evoluciona ni actúa acorde con una lógica perfeccionista:
            La lengua española no ha finiquitado su evolución; al contrario, sigue desarrollándose y enriqueciéndose a través de su uso, de la aparición de nuevas voces, de la eliminación de otras que al desaparecer el hecho y objeto que representan carecen de interés y de préstamos lingüísticos.
            El DRAE no es una obra perfecta:
            Desde la edición de 1726, en el Diccionario de Autoridades, los académicos reconocían las limitaciones de esta obra, cuando señalaban:
            El principal fin que tuvo la Real Academia Española desde su formación, fue hacer un Diccionario copioso y exacto, en el que se viese la grandeza y poder de la Lengua, la hermosura y fecundidad de sus voces y que ninguna otra excede en elegancia, frases y purezas; siendo capaz de expresarse en ella, con la mayor energía, todo lo que se pudiere hacer con las más principales Lenguas vivas es la Española, sin la menor duda, una de las más compendiosas y expresivas, como se reconoce en los poetas, cómicos y líricos, a cuya viveza, no ha podido llegar nación alguna…”
            Es fácil advertir que, desde este primer intento de compendiar todo el vocabulario español en un solo diccionario, los académicos reconocieron las limitaciones existentes, pues su principal interés fue el logro de un diccionario copioso y exacto. Con este concepto, la RAE echa por tierra el concepto de que la palabra que no aparece en el DRAE no existe o que es de uso incorrecto. 
Jamás el DRAE ha pretendido recoger todas las palabras; se ha conformado con incluir un vocabulario abundante y exacto. 
            Cuando leemos los prólogos de las veintidós ediciones del DRAE (la última del año 2001), advertimos la misma recurrencia.  El DRAE no contiene todas las palabras; es más, en la última edición se profundiza el hecho, cuando en su prólogo se afirma:
            Al tratarse de un diccionario general de lengua, no puede registrar todo el léxico del español, sino que, por fuerza debe contentarse con acoger una selección de nuestro código verbal.  Esta selección, en algunos casos, será lo más completa que los medios, a nuestro alcance, permitan –especialmente en lo que se refiere al léxico de la lengua culta y común de nuestros días–, mientras que en otros aspectos –dialectalismos españoles, americanos y filipinos, tecnicismos, vulgarismos y coloquialismos, arcaísmos, etc. –se limitará a incorporar una representación de los usos más extendidos o característicos.
            Tenemos, entonces, que la RAE es sumamente cuidadosa y clara al afirmar que e DRAE no es un diccionario general de lengua, que no puede registrar todo el léxico español, pues existe una amplia cantidad de limitantes que impiden realizar esta tarea. Entonces, el hecho de que el DRAE no recoja un término X, no significa que el mismo no existe o que su uso sea incorrecto. Existe siempre la posibilidad de que dicho término aparezca en una próxima edición. No es correcto, entonces, dar por hecho que la palabra que no aparece en el DRAE no existe; las palabras existen cuando se usan, cuando tienen un significado afín al emisor y al receptor, de modo que permitan el proceso de la comunicación.
            A manera de conclusión, entonces,  puedo afirmar que el DRAE no es un cementerio de palabras, sino que es un reflejo de la evolución y desarrollo permanente de nuestra lengua. Esta obra, aunque monumental, no contiene ni pretende contener todas las palabras existentes en nuestra lengua; además, nadie niega que, como toda labor humana, el DRAE encierra errores, los cuales no menoscaban su grandeza, puesto que está en permanente revisión, actualización y enriquecimiento. 

Madrid, 22 de mayo de 2005.

Powered By Blogger