sábado, 23 de octubre de 2010

CIERRA TUS OJOS: NUEVO HORIZONTE LITERARIO DE ROBERTO PÉREZ-FRANCO

 Melquiades Villarreal Castillo.
Roberto Pérez-Franco demuestra una magnífica evolución en su producción cuentística desde el candor de su obra inaugural Cuando Florece el Macano (1993), pasando por el rastreo de una personalidad narrativa propia en Confesiones en el Cautiverio (1996), hasta llegar, con éxito, a la conquista de la profundidad y la particularidad estilística en Cierra tus ojos, libro que se hizo acreedor de la Segunda Mención Honorífica en el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez, versión 1999.


El conjunto se compone de cuatro cuentos: Cierra tus ojos, Vida, El pescador y El escorpión. Cada uno de estos relatos manifiesta la fe en el género humano, implora la llegada de tiempos nuevos, donde cada hombre se torne más consciente de su propia esencia, donde la angustia y la zozobra cedan el paso al sosiego y a la esperanza.


Cierra tus ojos, que es el cuento que lega su título al acopio, contiene una historia de amor frustrado en el plano material, pero que a la vez conserva, a ultranza, la hegemonía del sentimiento redentor del género humano, a pesar de la muerte violenta de los personajes.


El relato titulado Vida (sin duda alguna, el mejor logrado de la colección y, porqué no, del total de la obra de Pérez-Franco) contiene una fábula llena de humanismo, de amor por la vida, de respeto a la misma, a la vez que hace una propuesta subliminal a la conciencia del lector para que promueva la conservación de la existencia de todos los seres, aunque se trate solamente de un batracio que accidentalmente llega al laboratorio de una escuela primaria para servir de conejillo de indias. El narrador protagonista - un niño evidentemente - no entiende la realidad de la clase, cuando la maestra indica: "Niños, hoy vamos a aprender de Bi-o-lo-gí-a... Biología es el estudio de la vida. Bio, vida. Logía, estudio. Biología. El estudio de la vida. Hoy vamos a estudiar la vida." La explicación de la maestra, para el niño es inextricable, por el sarcasmo que la significación de la misma encierra, toda vez que se propone un estudio de la vida, propiciando la muerte de un sapo.


Este cuento, repito, es el punto de partida que augura la maestría en el relato de Pérez-Franco, pues adquiere una indiscutible individualidad estilística y un manejo pericial en el cultivo del género.


El pescador es un relato de tono reposado, que tiene la virtud de destacar la calidad humana y el valor, por encima de las condiciones económicas. Además, insiste en la fe que el narrador tiene en el amor, sentimiento incorruptible que no se doblega ante las presiones económicas.


El escorpión retoma la intención conservacionista de Pérez-franco, ingrediente que incrementa el interés por la lectura de Cierra tus ojos. Pues demuestra, a través de un mensaje solapado, la maravilla de la creación y la predisposición negativa de algunos seres humanos. El narrador describe un cuadro, trivial en apariencia, en el cual se encuentra en su baño y se advierte observado por un escorpión que, sin embargo, no quiso inyectar en su piel el aguijón portador del tósigo punzante. Por ello, el narrador decide salvarlo. Poco después se entera que la criada lo mató.


La trivialidad aparente es empleada por Pérez-Franco para evitar, al decir de Alondra Badano, llegar a la redondez del huevo, cuando el mismo se cae de nuestras manos y la postmodernidad está a punto de romperlo y comérselo frito.


Para finalizar este juicio crítico en torno a este nuevo texto y justificar la propuesta de lectura del mismo, me permito sustentar mis apreciaciones en la evolución de la calidad del relato que opera en este novel literato que deja vislumbrar un nuevo horizonte más prometedor en su producción cuentística.

Prof. Melquíades Villarreal Castillo
El Valle de Antón, 7 de noviembre de 2000.

viernes, 22 de octubre de 2010

EN NOMBRE DE ELLOS: RADIOGRAFÍA DE LA SOCIEDAD PANAMEÑA

Melquiades Villarreal Castillo

José Chen Barría en su novela En nombre de ellos nos presenta una interesante radiografía de la sociedad panameña de nuestro tiempo, una clara imagen de nuestro Panamá en el cual mientras unos mueren de hambre otros mueren de indigestión.
Es una vergüenza la imagen que se tiene de nosotros en el exterior, en el plano interno las mentiras vertidas por gobernantes inescrupulosos una y tantas veces han terminado siendo verdades: En Panamá no hay problemas, vivimos en un paraíso. Cuando nos hablan de los pobres miramos al vecino, tristemente Cristo tiene la razón una vez más: vemos la basurita en el ojo ajeno, pero somos incapaces de percibir la viga que nos niega la oportunidad de percibir nuestra propia realidad.
La novela tiene una estructura circular. Su duración es brevísima. Todo empieza cuando María, la protagonista, cansada duerme y sueña con su hermano Pedro que la saludaba entre las nubes, rodeado de ángeles. En ese mismo momento Pedro, un conductor de taxi había sido asesinado mientras hacía una carrera al aeropuerto. Su nombre fue mencionado como el de un delincuente de la peor calaña, pero se calló el nombre del pasajero, un influyente hombre de nuestra sociedad, que iba cargado de drogas, cuando fue víctima de un tumbe.


Luego, la novela toma otro rumbo: cuenta todo lo que María vivió desde su infancia, hasta llegar a la capital en la búsqueda de una mejor oportunidad de vida, hasta el momento final en que se encuentra, frente a frente, con la triste muerte de su hermano Pedro.


En Panamá se desarrolla una cumbre tendiente a presentar las conclusiones de las Estrategias para combatir la pobreza. La cumbre se desarrolla en un hotel cinco estrellas, alejado de toda posibilidad de carencia; a la cumbre existen personas finamente vestidas, el Presidente de la República llega rodeado de una cantidad sorprendente de guardaespaldas en un auto blindado de fabricación europea. ¿Para qué describir su vestido? La pobreza es hambre. Y en la recepción de los defensores de las estrategias para combatir la pobreza podemos mencionar humildes platillos, tan distantes a nuestro arroz con frijoles, macarrones santos, caldo de yuca, arroz con huevo, etc. No. Quienes luchan contra la pobreza deben estar bien alimentados. Es irónico que quienes hablan de pobreza, esto es fiel imagen de la realidad, tuvieran entre sus humildes viandas: De entrada, crema de mariscos, cóctel de langostinos con salsa inglesa, salmón ahumado con aderezos y queso crema con caviar, vinos finísimos servidos en copas de acuerdo con las normas de protocolo; mientras que muchos de nuestros campesinos, entre ellos yo, bebemos agua en vasos oscuros para olvidar que en las clases de ciencia nos enseñaron que el agua debe ser incolora, sin sabor, sin olor, mientras que nuestra agua tiene apariencia de chicha de tamarindo y sabor y olor a hojas podridas. Pero no importa. Es un caso particular. Mientras que en la ceremonia a la que nos referimos se bebió agua mineral importada de Francia. Sin embargo, el humilde banquete no se queda ahí: había la primera opción de tomar algunos tipos de carnes importadas; la segunda, platos de la alta cocina española; la tercera, las exquisiteces de la cocina italiana. Así, pavos al estilo country club, pato en salsa de fresas, pernil a la cubana y filete de res a la pimienta importado, eran tan solo ligeras entradas para alimentar a los enemigos de la pobreza, quienes posteriormente tendrían la oportunidad de elegir entre ravioles en salsa de cangrejo y langosta, spaguettini a la carbonara y los frugales postres entre los que se destacan flan crocante con astillas de caramelo, canastas de almendras rellenas de fresas, cheese cake de frambuesas y, por cierto, para los menos golosos hubo platillos de frutas tropicales o sorbete de guanábana; también había algunas cosillas de tomar, como licores de menta, anís, cognac, café americano, capuchino o té de especias orientales.
Es fácil concluir que quienes estaban frente a semejante banquete no tenían la más mínima idea de sentir el felino que descuartiza infantiles estómagos con las garras del hambre.
La obra, entonces toca tierra. Va al pueblo donde vive María, quien escucha a sus padres teniendo relaciones sexuales, con la más inimaginable ignorancia: su padre, un macho propio del siglo XVI se acerca a su madre sin caricias, sin palabras motivadores y la posee de manera bestial, lo más triste es que interpreta los quejidos de ella como la muestra intrínseca del placer.
María termina la escuela primaria y ayudada por la maestra Tita, después de mucho luchar con el padre que quería mantenerla en el campo (para que siguiera multiplicando la pobreza). Luego, María llegó a la capital a trabajar con doña Kukita, quien la fue a recoger a la Terminal en una humilde camioneta exonerada de impuestos con algunas cualidades de frugal comodidad: asientos reclinables de cuero, cd player, llantas gruesas, seguridad digital antirrobo, ecualizador de sonido, en fin… lo que todos sabemos. Un carro cuyo valor es de B/.85.000. Aquí Chen Barría llama nuestra atención. Saben por qué. María iba a trabajar con un salario de B/.100.00 al mes. Por lo tanto, si hacemos la cruel relación matemática nos percatamos de la canalla distribución de la riqueza en Panamá. B/.85.000, el valor de la camioneta, dividido entre los B/.100.00 que ganaba María, es igual a 850 meses de salario, lo que traducido a buen cristiano nos indica que si María quería tener una camioneta como esa debía ahorrar el ciento por ciento de su salario durante 70 años.
En la ciudad, sin embargo, María se las arregla para estudiar, inclusive hace la carrera de finanzas y banca, para enterarse de realidades más crudas, tales como que muchos de los elegantes empleados de los bancos, cuya corbata les da un fino aire ejecutivo, gastan la mayor parte de sus ingresos en su vestuario, por lo que se ven obligados a almorzar sopas de fideos. Como dirían los mexicanos, son fiel reflejo de don Catrín de la Fachenda, pura fachada y nada de fondo.
En la Universidad, María se encuentra con una amiga muy guapa que es electa reina de la facultad. Recordemos que ya Rosa María Britton nos enseñó que todas las muchachas quieren ser reinas. Y ésta lo logro. Sin embargo, el único producto de su reinado fue convertirse en la mujer más codiciada por los hombres. Finalmente fue seducida y quedó embarazada teniendo que enfrentarse a una cruda realidad a la que se ven abocadas tantas muchachas en este país que viven en un ambiente de pindín permanente: embarazadas y abandonadas.
Lo más cruel que María vive es cuando va a tratar de conseguir un ascenso. Fue la mejor estudiante de su generación, fue la más eficiente y capaz de todos los aspirantes, pero el puesto no le fue asignado porque el mismo era para el hijo de un rico egresado de una universidad norteamericana. La clase alta de nuestro país le permite al pobre aspirar a ser clase media, pero jamás le permitirá cruzar los linderos de su estirpe.
Así, pues, puedo destacar que los aspectos más trascendentales de esta obra son:
Las múltiples aristas que he encontrado en la novela En nombre de ellos de Chen Barría, las cuales no pienso comentar a plenitud ni en su totalidad, porque violaría tu derecho a percibir a través de la lectura tu propia interpretación; en primer lugar me sorprendió su carácter de novela de tesis, puesto que las ideas no están sueltas ni son suposiciones infundadas; al contrario observamos que cada problema comentado a lo largo de la obra está sustentado (muchas veces estadísticamente) con elementos del diario vivir del panameño; no es una obra que se remonta a un solo fragmento de la sociedad, sino que sus tentáculos –de manera magistral alcanzan los dos sectores fundamentales de Panamá– la ciudad y el campo, la civilización y la barbarie percibida desde sus dos ópticas posibles.
En muchos casos la novela se torna cruda, carente de los aparatos ideoestéticos, los cuales, para muchos de nuestros críticos, son los ingredientes fundamentales de la buena literatura: la concepción de una obra con perspectivas arquitectónicas, cada ladrillo en su lugar, cada línea encajada perfectamente dentro de un espacio específico, lo que me ha llevado a diferir de algunos de ellos, puesto que defienden a ultranza el ingrediente estético, el entramado formal y descartan el carácter axiológico de la obra desde el punto de vista de su finalidad social.
La novela, aunque tiene como protagonista, en apariencia, a una niña campesina, de cualquiera de nuestros campos, en su estructura profunda tiene como personaje principal a todo el pueblo panameño; en alguna medida, nos recuerda Fuenteovejuna de Lope de Vega.
María trata de escapar de la pobreza, trasladándose a la capital a trabajar como doméstica, a la vez que encuentra en el estudio una herramienta que le permite intentar escapar de su condición; no obstante, inclusive con un título universitario, se percata de que mucho más que títulos universitarios se requieren una serie de conexiones y entronques con una sociedad corrompida que no contempla ni valora las cualidades individuales de la persona sino los intereses de los círculos poderosos que se han repartido el país como herencia a través del paso de los años.
La obra, inclusive, recordemos el incidente de Teresa, con una realidad tan cruda que raya en la ironía, nos habla de una bella chica que se hace reina, recordemos que en Panamá, aunque no tenemos tradición reinal, sino de presidentes y generales, mantenemos intactos en nuestros genes el capricho europeo de las monarquías. Sin embargo, lo único que sacó esta niña de su reinado fue un embarazo indeseado que le produjo consecuencias muy negativas, fiel reflejo de la realidad social.
Sin embargo, no todo en la obra es oscuro. Pues Panamá cuenta con recursos inimaginables que no son debidamente explotados. Entre ellos, la facilidad con que se puede lograr una carrera universitaria que le permita a su gente aprender a combatir la pobreza a través del conocimiento. Me decía un amigo que había vivido algunos años en Estados Unidos que la situación de pobreza de nuestro país no tiene como causa la falta de riquezas, sino la falta de voluntad y creo que tiene razón. La Universidad, no se habla de cuál, pero es evidente suponer que se trata de la de Panamá, ofrece licenciaturas con costos simbólicos, los cuales, lamentablemente, no son aprovechadas por nuestros conciudadanos en todas sus posibilidades. La obra también critica la planta de educadores, muchos de los cuales se han preocupado por la adquisición de puntos a través de la consecución de títulos (esto ha alcanzado proporciones hiperbólicamente deleznables), en los cuales se refleja una puntomanía que permite ascensos de categoría y nombramientos, sin que los mismos se constituyan en imagen de conocimiento y de la eficiencia de quienes los poseen.
Los hombres no se han percatado aún de que las mujeres, quienes conservan sus dos armas fundamentales, por lo menos las que el pensamiento social les ha atribuido (lágrimas y sonrisas) ahora están recurriendo a la formación académica, al cultivo del intelecto y a la supremacía personal, en la búsqueda del lugar que les corresponde o por lo menos al que aspiran; lo que resulta más interesante es que además de lograrlo, han empezado a domeñar los intereses masculinos. Hasta los años 60 del siglo XX, era común advertir que a los hombres se les enviaba a la escuela con el fin de que se prepararan para la vida, que lograran un empleo decoroso y así poder mantener un hogar. Las mujeres, por su parte, se quedaban encerradas en el hogar, ayudando a los padres, preparándose para ser futuras madres de familia, pues su misión se circunscribía al cuidado de los hijos y del hogar. Hoy, las féminas nos superan a los hombres, porque, a través de la educación, se preparan para enfrentar los retos de nuestro tiempo, mientras que los hombres aún navegamos plácidamente en las aguas, aparentemente sosegadas, de un machismo decadente.
Publicado en LA REVISTA MAGA N°67. 2010.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO UNIVERSIDAD, GLOBALIZACIÓN Y HETEROGENEIDAD INSTITUCIONAL DEL Dr. JUAN BOSCO BERNAL.

Melquiades Villarreal Castillo.

Juan Bosco Bernal, educador de incuestionable trayectoria nos presenta una necesaria reflexión acerca de la realidad universitaria titulada Universidad, globalización y heterogeneidad institucional, cuyo informe debiera ser conocido a profundidad por toda la familia universitaria, de modo que exista la viabilidad de una comprensión totalizadora, espacio temporal, docente investigativa, una auténtica cosmovisión de la realidad del estudiante actual, desde la óptica de cómo se comporta y la perspectiva de cómo debiera comportarse.
La obra, introducida por un significativo epígrafe de Umberto Eco, donde demuestra la vaciedad de la búsqueda humana, la cual nunca encuentra lo buscado, se transforma en elemento fundamental para el logro del conocimiento desde el punto de vista de que, aunque no se halle lo que se escruta, siempre abre la posibilidad de una verdad por descubrir; y, en efecto, aunque la lectura que realicé al texto fue demasiado fugaz para lograr asir todas las aristas informativas ofertadas, lo cierto es que invita a una lectura más comedida libre de las presiones propias de un compromiso.
Siete capítulos componen esta obra que versa sobre la educación superior, tema sobre el cual, sabiamente nos indica que es un tema que: “… gana cada día más terreno en el ámbito de las políticas y decisiones que deben adoptar los países, frente al desafío de hacer progresas las economías, generar empleos dignos y bien remunerados y alcanzar niveles deseables de desarrollo humano sustentable para la población.”
Sobre la base de esta reflexión, el Doctor Bernal nos demuestra que la educación superior no surge como producto de la generación espontánea, sino que germina como una necesidad social sentida en la Europa medieval no como una forma de producir conocimientos, sino como ingrediente conservador del mismo; por ello, difiero mucho de quienes califican de manera vaporosa a la época medieval, cuando el hombre ilumina su existir con la conveniente luz de una perspectiva generacional, que no individual del conocimiento, que debe ser conservada para el futuro. Como Profesor de Español, me atrevo asegurar que en este precepto que se sitúa en la edad media de manera general, se encuentra el ansiado secreto para contrarrestar el fracaso de la lengua y la literatura en nuestro sistema educativo, pues aunque tanto la lengua como la literatura se comportan como entes que actúan de manera diacrónica en las escuelas y universidades se enseñan como limitados corpus sincrónicos que generan una alucinación conceptual que limita con creces el hecho de aprender y aprehender sus sustancias conceptuales.
La obra en su rico corpus hace un esbozo en torno a las diversas interpretaciones que ha tenido la Universidad a través de la historia, las cuales van desde la percepción de Humbolt que concebía como tarea universitaria fundamental el hecho de formar hombres cultos y transferir y fabricar cultura, por lo que, según el autor, este tipo de Universidad “adopta la investigación científica individual apoyada en la docencia avanzada de postgrado. Las universidades se basaban en el principio de la libertada académica y la autoalimentación de la ciencia generada por los profesores de manera desinteresada y autónoma.
Otro modelo universitario es el de la universidad napoleónica, cuya función primordial es la de formar profesionales para el Estado y atender las demandas económicas de la sociedad; desde esta óptica, nos indica el Docto Bernal que la Universidad es estimada como centro de enseñanza y preservación del saber para servir al Estado.
El tercer modelo, conocido bajo los apelativos de universidad británica o de universidad anglosajona, guarda nexos muy estrechos con las universidades medievales, pues no guarda relación con las necesidades sociales ni con el mercado laboral.



Para finalizar, cito textualmente el texto de Umberto Eco, inicialmente citado por el Doctor Bernal:
En el libro de los Reyes, 1, 19 cuando Elías, que se encontraba en la gruta del monte Orbe, fue llamado a la presencia del Señor, un fuerte viento sopló desde las montañas y quebró la roca. Sed invento Dominus, dice la Vulgata, pero el señor no estaba en el viento. Después del viento llegó el tumulto de tierra y aire, mas in conmotione, non in conmotione Dominus, el Señor no estaba en el tumulto. Y después del tumulto llegó el fuego, mas no igne Dominus, pero el Señor no estaba en el fuego… Dios no estaba ni en el ruido, ni en el barullo, él estaba en el alma de Elías… Esta máxima también es válida para el que no cree en Dios, pero que cree que en alguna parte hay una verdad que descubrir. La verdad no se encuentra en el tumulto, más bien en una búsqueda silenciosa. En el trasiego del mundo de hoy los lugares del silencio permanecen y siguen siendo las universidades… Nuestro sitio que no hace ruido, es solo un ejemplo pero refuerza, espero y creo, mi idea que solo los centros de enseñanza, sobre todo la universidad, son todavía lugares de confrontación (debate, búsqueda) y discusión recíprocas, en las que podemos encontrar ideas mejores, para un mundo mejor.”
Así, pues, Universidad, globalización y heterogeneidad institucional es un silencio ruidoso, que nos invita a buscar la verdad de la universidad en la universidad a través del debate y de la discusión respetuosa, de la cual puede salir el conjunto de ideas supremas que nos permita encontrar, si bien no el mundo mejor que todos soñamos, por lo menos el sendero esperanzador que a dicho mundo nos conduzca. La obra de Juan Bosco Bernal es una invitación a la lectura a conciencia, un llamamiento a buscar la verdad que existe de manera individual y parcial en cada uno de nosotros, para cotejarla a través de la inteligencia con miras a perfeccionar la convulsa sociedad en la que nos corresponde vivir. Felicito al doctor Bernal por tan prolija publicación, por el desinterés con que la ofrece para su comentario y reflexión, a la vez que los invito a todos ustedes para que se encuentren con su verdad interior a través de la lectura de estas páginas confiados en que sabemos que el ser humano no es perfecto, pero sí perfectible.
Muchas gracias.

Centro Regional Universitario de Los Santos, 1 de julio de 2010.

INDICIOS SOBRE LOS SECRETOS DE LA VIDA EN LA OBRA DE ROBERTO PÉREZ FRANCO

Textos escogidos:
Indicios sobre los secretos de la vida
en la obra de Roberto Pérez-Franco



“¿Quién puede entender el misterio de la vida? Ese abismo infinito que amanece en el amor y anochece en la muerte hacia un día eterno…”


La elaboración literaria es un recurso seductor que le permite al escritor recrear sus mundos interiores, sus puntos de vista sobre temas diversos y, sobre todo, otorga a los lectores, que casi siempre son anónimos, la oportunidad de ponerse en contacto con los universos elaborados. A ello, resulta indispensable sumar el papel de la crítica literaria, la cual hace un aporte curioso, puesto que el crítico pone en manos del lector sus perspectivas e interpretaciones sobre una obra determinada, promoviendo nuevas lecturas.


Textos escogidos (2008), de Roberto Pérez-Franco (1976), es una obra que llegó a mí en los primeros días de este año. Me alegré mucho al tener el libro en mis manos, puesto que por esos azares del destino me correspondió la oportunidad de presentar en Las Tablas (el 19 de abril de 1996) la obra Confesiones en el cautiverio de este autor.


La verdad es que se me buscó como presentador sustituto, ya que el docente encargado por la Universidad fue claro conmigo: “Te buscamos a ti, porque la persona que pedimos inicialmente no pudo.” No obstante, acepté. La presentación de aquel libro fue mi primera publicación. ¡Qué felicidad viví cuando vi por primera vez mi nombre en un periódico!


Roberto siguió creciendo como escritor y como profesional. Como profesional (ingeniero electromecánico), en la actualidad cursa estudios en una de las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos (becado por sus excelentes méritos académicos); como escritor, a pesar de las satisfacciones profesionales y personales, porque ahora tiene familia, siempre ha dejado un espacio para la literatura, que para él es una forma de vida, porque concibe el arte por el arte, puesto que toda su producción está disponible de manera gratuita en Internet. Pérez-Franco escribe porque le gusta escribir y porque no puede vivir sin hacerlo, ya que ninguna recompensa económica espera por su producción.


Desde su primer libro, que escribió en sus días de estudiante en el Colegio José Daniel Crespo, Cuando florece el macano (1993), pasando por Confesiones en el cautiverio (1996), Cierra tus ojos (2000) y Cenizas de ángel (2006), obra con la que obtiene el Concurso Nacional de Cuentos “José María Sánchez”, auspiciado por la Universidad Tecnológica de Panamá y, por último, Catarsis (2008), único libro suyo que no ha llegado a mis manos, me he convertido en asiduo admirador de su obra.


De Cuando florece el macano argumenté que admiraba su prosa cuidada, aunque las ideas no alcanzaban la madurez que generaría el paso del tiempo y las enriquecedoras lecturas. De Confesiones en el cautiverio dije que era una obra singular, puesto que, aunque rendía mucho culto a Gabriel García Márquez, mostraba a un escritor de madera fina, que logra plena personalidad de estilo como en Cierra tus ojos, colección donde se encuentra Vida que es, a mi juicio, uno de los cuentos mejor logrados de toda la literatura panameña. En esta obra, nos encontramos con un escritor maduro, conocedor de su oficio, el cual practica con la paciencia y el arte de un orfebre, lo cual se va a mantener en su obra Cenizas de ángel, que nada tiene que pedir en cuanto a cuidados formales y al tratamiento temático, sellando definitivamente la calidad del autor como uno de los mejores cuentistas panameños de nuestro tiempo.


He recorrido, página tras página, casi toda la producción literaria de Roberto Pérez-Franco, para encontrar en ella la calidad como norte, la exigencia personal como constante para satisfacer a lectores severos, puesto que es la única forma que le permitirá a las letras nacionales ir más allá de nuestras fronteras, aspiración que se persigue constantemente.


Comentar Textos escogidos es un reto que, aunque no se me ha impuesto, voy a asumir. Es más fácil reseñar una obra desde mi punto de vista, desde el cual puedo exponer mi interpretación personal; sin embargo, en esta antología realizada por el autor, nos encontramos con una condición especial: seguro estoy de que en la colección Pérez-Franco ha estudiado detenidamente cada texto de cada libro, para revestirlo con el laurel de ser elegido como parte de lo mejor de su propia producción literaria.


El buen profeta es el minicuento que abre la colección. Me permito citarlo: “Dios me habló y dijo: cuídate de aquellos que dicen: Dios me habló y dijo…” Sin lugar a duda, nos encontramos frente a un texto seductor. En primer lugar, cuando el profeta (narrador) dice “Dios me habló y dijo”, nos condena a su punto de vista. Cuando Dios habla y dice a los mortales nada nos queda por hacer. El segundo bloque es más sugestivo aún: “Cuídate de aquellos que dicen: Dios me habló y dijo…”


No podemos negar que la obra nos invita a prepararnos para descubrir un mundo de manera individual, a través de la lectura, sin detenernos a meditar en ningún tipo de encasillamiento, aunque el mismo tenga procedencia divina.


Es una incitación plasmada por el narrador para que entendamos toda su obra, por qué no todas las obras, el mundo y la vida misma, con la imparcialidad subjetiva del propio punto de vista, sin permitirnos influencias extrañas que nos conduzcan a interpretaciones deseadas por otros, en este caso el autor, que nos encierra en una especie de cárcel de la que resulta muy difícil escapar, puesto que al hacer caso a la semántica de este relato, donde se nos invita a no prestar atención a lo que se nos sugiere, de hecho ya nos estamos sometiendo a las reglas impuestas por el narrador, porque le estamos obedeciendo. Círculo vicioso del que es imposible escapar. Sin embargo, seguir el juego de su trampa, nos facilita una especie de mapa que nos conducirá a una lectura más rica e interesante.


El cuento Sueño también se constituye en una incitación a la reflexión sobre la esencia de nuestro existir. Trata, a la manera de Cortázar, sobre la búsqueda de la sustancia misma de la vida. Se refiere a la historia de un hombre que se duerme, cuando está dormido sueña que sus sueños eran reales y llega el momento en que es incapaz de identificar la realidad: ¿cuándo se da la misma, cuando duerme o cuando sueña...?


Nuestro personaje, dormido soñó que estaba despierto para siempre en su sueño, lo que tal vez sea una explicación de lo que ocurre tras nuestra muerte.


Un segundo es uno de los relatos más conmovedores del conjunto. En él se cuentan dos historias: la de un perro llamado Koshi que vive en una de las ciudades más avanzadas de nuestro tiempo y la de Tobe un niño que padece una desnutrición fatal en un país de tercer mundo.


La ironía se patentiza claramente cuando se describe el trato especial que se da al can, el cual es atendido por un veterinario que le diagnostica obesidad; por su parte, el niño es atendido por un médico que atiende a cientos de niños famélicos en las mismas condiciones y le dictamina desnutrición; sin embargo, hay un momento en que Tobe aparece en televisión (en un noticiero sin trascendencia), moribundo y es visto por Koshi; sin embargo, nadie presta atención a la realidad esbozada. Es una severa crítica que se hace a la sociedad consumista de nuestro tiempo en la cual, mientras que unos mueren de hambre otros mueren de indigestión. No obstante, es la indiferencia de los que tienen sus necesidades cubiertas el detonante que, poco a poco, acarreará la destrucción de la raza humana, por parte de la raza humana dándole vida plena al lema: “el lobo es el lobo del hombre.”


Esta misma situación la vamos a observar en el ensayo El crucifijo de oro, en el cual el autor trata de explicar la imagen de Cristo crucificado, donde se refleja muerto por redimir a la humanidad; empero, lo más triste es que, a pesar de que está clavado en una cruz, cubierto con unos trapos como símbolo de la mayor pobreza, está esculpido en oro, material que ha causado la ruina y la felicidad de millones de personas, debido a su alto valor.


¿Cómo es posible que se simbolice el cristianismo con el oro? Es una respuesta inexplicable. Es más, Pérez-Franco hace un reto que llega directamente al lector –si es que tiene un crucifijo de oro–: desprenderse de él (como Cristo ofrendó su vida) para ayudar a sus semejantes. Él por sur parte, para que sus palabras cobren vigencia, obsequió un áureo crucifijo que había recibido de su abuela, con miras de hacer más llevadera la vida de otras personas. Como podemos ver en este relato existe un interesante esbozo por conocer la esencia de la vida, ese momento efímero que se diluye en medio de la magnitud de dos eternidades.


Y es que la interpretación de la esencia de la vida es una preocupación permanente en la narrativa de Roberto Pérez-Franco. Así, en su relato La creación de Adán hace un recuento de todo lo que ha hecho el hombre desde siempre; desde que salió del barro con el soplo divino, hasta su momento presente cuando llega a casa, cansado de un día de trabajo, meditando sobre su existencia, sin entender por qué Darwin afirmó que el hombre desciende de los simios. ¿Cuál es el objetivo de la existencia del hombre? Definitivamente, es una interrogante plena de contenido, difícil de explicar; sin embargo, la apertura de este arcano debiera constituirse en una pregunta obligada para todos los que no desean que su existencia sea vana; y la respuesta más acertada hasta este momento, simplemente, es que el fin último de cada ser es legar a los que están por venir un mundo mejor del que encontramos.


La vida termina con la muerte. O la muerte es parte de la vida. No vamos a entrar en disertaciones filosóficas, sobre todo en una reseña cuyo único objetivo es promover una lectura sobre el texto comentado. Sin embargo, observamos en el cuento Preludio una figura transparente sobre la imagen de un hombre que ha sido enterrado vivo; en otras palabras, de alguien que tiene conciencia de su propia muerte. ¿A dónde vamos cuando morimos? ¿Qué puede hacerse para superar la muerte? Son preguntas que surgen de este relato. Lo más interesante, empero, es la forma como el mismo es tratado, porque evidentemente no vamos a encontrar nunca respuestas satisfactorias. Para conocer lo que ocurrirá tras nuestra muerte, tendremos que morir, y los que ya lo han hecho no han regresado para aclararnos el más allá.


Vida, relato que, repito una vez más, es uno de los textos mejor logrados en el universo del cuento panameño, nos esboza, de una manera sencilla, la esencia de la existencia humana. En alguna medida, nos recuerda a Antoine de Saint Exupèry, quien en El Principito nos indica que la sustancia del hombre es identificarse con su medio, como parte integral y no como gobernante. La historia tiene como protagonista a un niño, Héctor, quien quiere cooperar con su clase de biología, para lo cual lleva al aula un enorme sapo. Sin embargo, recibe una cruel sorpresa, cuando la maestra comienza a explicar que ese día hablarían de biología (el estudio de la vida). Lo sorprendente es que para estudiar la vida, se mataría un sapo. Héctor no puede entender el hecho y escapa con su batracio, para dejarlo en libertar en una laguna, pese a las amenazas de ser castigado.


Luego, en compañía de una niña va al campo y comienza a explicarle lo que es la vida. Simplemente, se convierten en parte del paisaje, de la creación y eso es la vida, que tiene como ingrediente la felicidad, la cual no depende de riquezas ni posesiones, sino de saber disfrutar lo que se tiene aunque sea el color de una flor.


Hay en la antología una sección titulada Ensayos breves en la cual el autor hace una serie de reflexiones sobre situaciones propias de su vida cotidiana. Es, sin lugar a dudas, un clamor por la atención de la gente que permite que sus costumbres sean absorbidas, como es el caso del ensayo titulado Réquiem por mis cutarras.


Igual nos encontramos con elementos relacionados con la formación del autor, dentro de una sociedad que vive en una pintoresca comunidad pletórica de elementos españoles de la colonia. Así, lo religioso lo advertimos en La procesión del silencio; lo humano lo vemos en el ensayo Chiqui, en el cual se lamenta la muerte de un amigo a edad muy temprana, un amigo que a pesar de su adolescencia evidenciaba un gran amor por la vida, además de ser dueño de una casi increíble versatilidad creativa. Dedica un discurso, Discurso de fondo en la Heroica Villa, en el cual expone las cualidades históricas del pueblo donde se dio el Primer Grito de Libertad del pueblo de Los Santos del yugo español el 10 de noviembre de 1821.


Interesante resulta también la sección Semana Santa en la Villa, en la cual describe los usos de este pueblo en cuanto a la celebración de la pasión y muerte de Cristo.


Una novedad dentro de este texto lo constituye su sección de versos, pues aunque en los relatos de Pérez-Franco la poesía campea alegre y bien lograda, no conocíamos sus poemas, los cuales están llenos de sentimiento y de motivos.


Así, nos encontramos con dos tipos de poemas: en primer lugar tenemos la poesía comprometida con la sociedad, donde se destacan poemas a Ascanio Arosemena, uno de los mártires del nueve de enero, La tumba vacía y el poema que por su profundidad temática y por su logro formal me permitiré reseñar: Cajita infeliz.


Por el otro lado, nos encontramos con poemas cuyo tema es el amor, uno de los grandes motivos de la literatura de todos los tiempos; donde la palabra pretende asir en plenitud el más noble de los sentimientos humanos, tal como lo podemos percibir en el poema Mi alma que a la letra dice:


Mi cuerpo es tuyo,
pues te ama y te desea con locura.


Mi mente es tuya,
pues no se separa de ti ni un momento
y te acaricia en sus largos delirios.


Pero mi alma no es tuya...
¡mi alma eres tú!


El poema Cajita infeliz —cristalina alusión al producto de una transnacional que vende comida chatarra, donde los niños de bien celebran sus cumpleaños— recoge dos historias; por un lado la de Memín, un niño de la calle, hijo de una drogadicta que vende estupefacientes para mantener al niño, puesto que su padre había muerto asesinado. El otro niño es Agustín, hijo de papá y mamá, quien creció con mimos y con todas las comodidades que el dinero puede ofrecer.


El nacimiento de Memín esboza una realidad cruda, pero no por ello irreal:


Una madre adicta
a la piedra en pipa,
con droga en las venas
al niño parió.
Llena de rencores
y de sufrimientos,
con amarga leche
a él lo amamantó.
Nunca vio a su padre
más que en una foto
de, cuando en la cárcel,
alguien lo mató.


En cuanto a las condiciones del nacimiento de Agustín, son totalmente contrarias:


En la misma tierra,
en la misma patria,
en el mismo tiempo y
misma sociedad,
otro niño nace
en cuna de plata,
de apellido bueno,
en el hospital.


Su padre está vivo,
viste de corbata.
Desayunan juntos,
lo besa en la frente.
La madre lo abraza,
lo acuna en sus brazos.
El bebé se duerme
en blando calor.
La leche en sus tetas
nunca supo a droga,
o al ácido odio,
sólo a tibio amor.


Hay una estrofa que hace clara diferencia entre los significados de los nombres. El nombre del niño rico, lo distingue, le da un lugar único en la sociedad; el del niño pobre lo generaliza, lo minimiza, lo denigra y lo convierte en un ser sin nombre:


Ahora, este otro niño,
digamos que es rubio
y blanco y católico,
se llama Agustín.
Tiene un nombre fijo,
porque tuvo agua
bendita en la frente
cuando era bebé.
Mientras que este otro
tiene muchos nombres:
pela’o, man, chombito,
laopé, buay, bribón,
carajo, negrito,
Memín y ladrón.


Es fácil advertir cómo cambia la semántica de los nombres a los personajes, con lo cual se establecen claras diferencias entre los niños provenientes de las familias de bien y los niños de la calle, aquellos que yacen olvidados ganando el pan con el sudor de su frente, o bien aquellos que, lamentablemente, como el caso de Memín, tienen que dañar su vida con miras a subsistir.


En una ocasión, ambos niños se encuentran en un semáforo. Memín, pide limosnas, Agustín viaja en un automóvil de lujo. Memín, pide algo para comer; Agustín disfruta de una cajita feliz. Agustín pregunta quién es aquel niño, interrogante que nunca tendrá respuesta. Memín comienza a sentir el veneno del odio contra aquel chico que todo lo tenía. En fin, el poema nos explica la injusticia social y, lo peor, nos deja claro cómo y de qué manera aparecen los malos sentimientos.


Al final ambos mueren de manera trágica. Memín es asesinado; Agustín se accidenta en su automóvil cuando, bajo los efectos de la droga, participa de una regata. El poema nos da dos lecciones: los hijos son el reflejo de la conducta de sus padres; la muerte nos iguala para la eternidad, a pesar de las diferencias que tengamos en vida.


En síntesis, me atrevo a argumentar que Roberto Pérez-Franco, en esta antología, ha hecho una excelente recopilación de su producción literaria, generando una obra de profunda madurez, capaz de complacer a los más severos lectores.


La obra, en todas sus secciones, esboza un testimonio de madurez y exigencia literaria, lo cual la convierte en una interesante pieza que, por sus propios méritos, recomienda su lectura.


Melquiades Villarreal Castillo
Peña Blanca de Las Tablas, 3 de febrero de 2009.

Publicado en la Revista Maga No 63 (p.96-100)

EN PUNTO: LA MANÍA DE LA PERFECCIÓN

EN PUNTO LA MANÍA DE LA PERFECCIÓN

Jueves | 24.08.2006

Por: Melquiades Villarreal Castillo


Desde que cursaba mis estudios de bachillerato, aprendí a amar las letras, por su plasticidad, por su disfrazada intrascendencia, por permitir una forma más amena de vivir.

Por ello, en la universidad enrumbé mis aptitudes por sus maravillosos caminos y elegí como carrera el profesorado en español, carrera, per se, seductora por varios motivos: se interrelaciona con la historia, nos permite conocer los secretos empleados por los autores en sus obras; en fin, lo más importante consiste en que nadie se va a morir ni ningún edificio se va a caer, si coloco una coma o una tilde de más o de menos.

Es asunto de vocación o por lo menos así lo concibo yo. Este preludio tal vez esté fuera de contexto a no ser porque he querido predisponer al lector en cuanto a mi cosmovisión imperfecta del mundo frente a la de Iván Tazón, protagonista del cuento En punto de Jorge Thomas, seudónimo de Juan David Morgan.

Este personaje otorga a la perfección una importancia capital en su vida. Es más, me atrevo a asegurar que está signado por los números, que se relacionan con cualquiera de sus actos, inclusive con los más íntimos (sólo hace el amor con su esposa los martes y los jueves a las nueve y cuarenta y cinco de la noche y cada domingo a las ocho en punto de la mañana), como los más triviales (cambiarse el nombre de Juan Antonio Tazones como lo habían bautizado sus padres por Iván Tazón, compuesto por dos voces agudas, bisílabas...), hasta los hechos más notables correlacionados con su éxito profesional como contable cuando leemos que: “Iván tenía que viajar mucho, viajes en los que se concentraba estrictamente en el trabajo encomendado para cumplir fielmente su itinerario. Se preciaba de que solamente en una oportunidad, debido a la cancelación de un vuelo por mal tiempo, había tenido que alterarlo”.

El relato, en su primera línea, describe lo más esencial de la personalidad del protagonista: “Tras comprobar la exactitud de la hora de su propio reloj, Iván Tazón puso el despertador para que sonara a las 6:00 a.m...” En alguna medida, en esta expresión, el narrador deja traslucir una minificción al estilo del micro relato del dinosaurio de Monterroso. Exactitud y eficiencia son los dos términos que describen los términos de Tazón, los cuales no se desarrollan solos.

En alguna medida el narrador (es preciso aclarar que no me gusta jugar al sicoanálisis ni a los intentos vacíos de rebuscar al autor en el texto creado), elabora la trama evidenciando elementos relacionados con ambos términos, incluso en factores tan triviales como la diferenciación del habla madrileña con respecto al uso cotidiano en Panamá: “No se preocupe, señor Tazón. No soy yo quien lo llamará sino el ordenador que funciona automáticamente”.

Podemos ver varios factores, como ya he dicho, que sustentan mi punto de vista. En primera instancia el hecho de decir ordenador (como se dice en España) y no computadora como decimos los panameños, es una clara muestra de precisión, porque no de eficiencia léxica; por otro lado la afirmación de que la llamada la hará un aparato que funciona automáticamente, es una afirmación intrínseca de que no hay posibilidad de fallo, ya que no media la presencia humana en la realización de la acción.

En alguna medida, me atrevo a interpretar que el cuento es una burla a la sociedad actual, inmersa en una serie de situaciones desagradables; el ser humano tiene que funcionar como autómata ante la gran cantidad de hechos que le rodean, los cuales se multiplican cuando se vive en una metropólis: hay que levantarse a la hora justa para llegar al trabajo a la hora adecuada, hay que hacer tal o cual cosa para mantener la eficiencia, palabra tan de moda a raíz del fenómeno de la globalización que, poco a poco, deshumaniza a la humanidad, al convertir a las personas en meros registros numéricos de archivo que pierden la identidad individual.

El colmo de la perfección se evidencia en Tazón cuando por error le diagnostican un cáncer, ante el cual no sobrevivirá más de seis meses; al principio se preocupa por el hecho de que sabe que va a morir; no obstante su manía por la perfección lo lleva a comprender que saber el momento exacto de la muerte es una gran ventaja que, en efecto, aprovechó.

Arregló hasta el más insignificante de sus asuntos; preparó a su mujer y a sus hijos para el desenlace. Lo más sorprendente es que el día de su muerte estuvo más sano que nunca; inclusive, eligió las seis de la tarde como la mejor hora para morirse; no obstante, como a las cinco de la tarde gozaba de una excelente apariencia, el médico decidió repetirle los exámenes para percatase de que todo había sido un error o que había ocurrido un milagro, pues Iván Tazón gozaba de excelente salud. El disgusto fue tan mayúsculo, pues nuestro personaje no soportaba saberse engañado, que a las seis en punto de la tarde sufrió un infarto fulminante que acabó con su vida.

La lección, a mi juicio, debe convertirse en una tarjeta de invitación para que reflexionemos un poco sobre la manía de la perfección y aprendamos a vivir la vida tal y como es, con sus virtudes y sus defectos. Además, el ofrecimiento debe conducir a despertar en nosotros la curiosidad por leer, en su totalidad, el conjunto de mundos creados y posibles en La rebelión de los poetas, obra a la que pertenece el relato comentado.

Nota

Melquiades Villarreal es docente, escritor y promotor cultural, es asesor del Círculo de Lectura Guillermo Andreve.

Las Tablas, 25 de julio 2006.

EL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA LA OBRA MÁS CONSULTADA Y MENOS ENTENDIDA DE NUESTRA LENGUA


Melquiades Villarreal Castillo

El 23 de abril se celebra el día del idioma. La fecha fue elegida por concordar con el deceso de Miguel de Cervantes Saavedra, máxima pluma en lengua española, ocurrido el 23 de abril de 1616.

La fecha me parece propicia para presentar algunas reflexiones en torno a nuestro idioma. En primer lugar, tenemos que aceptar que el español es una lengua viva e importante en el mundo global en que vivimos. En la actualidad, es hablado por unos cuatrocientos millones de personas alrededor del mundo.
El autor y Dr.  Víctor García de la Concha.
 Director Honorario de la RAE

Atendiendo a estos hechos, he decidido compartir contigo, amigo lector (o amiga lectora), algunas experiencias adquiridas en la Real Academia Española.

Me parece preocupante que se divulgue una concepción equivocada sobre el correcto uso del español, expresa en los afanes academicistas de algunas personas que se autoatribuyen la potestad de salir al mundo a deshacer entuertos –escritos y hablados- por los usuarios del español.

Los libros de ortografía, mueven a risa, para escribir una frase al modo cervantino. Leí en uno de ellos que el término chat, es de uso incorrecto, porque no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), sin percatarse de que, aunque con una acepción diferente a la que le otorgamos hoy, la misma está presente desde la edición de 1936; en otra de estas obras leí también que la palabra trajieron no existe. ¡Es algo absurdo! El autor que niega su existencia, ya la dejó plasmada por escrito, testimoniando que el término sí existe.

Una cosa es que el uso de determinado vocablo no sea recomendado por la RAE, o que no aparezca en el DRAE y otra cosa muy diferente que no exista.

Otro factor fundamental, en este orden de cosas, que se comprueba desde los orígenes de nuestra lengua, es que lo que los correctores del lenguaje censuran, es lo que el pueblo toma como correcto. Los señores académicos, en la RAE, lo tienen muy claro. Por ello, la Academia no puede ir a la vanguardia inventando o señalando palabras correctas; al contrario, espera que sea el pueblo el que, por el uso continuo las imponga, tal como podemos evidenciar con los siguientes panameñismos, bendecidos por la aceptación del DRAE, aunque todavía son desdeñados por algunos puristas del idioma: abuelazón, acudiente, acuerpar, aperrear, apolismar, arranque, berrinche, billetero, boboré, bochinche, boquisucio, carilimpio, cuentahabiente, chocantería, churú, faracho, ñamería, ñampearse.

Hay que partir de un hecho elemental y es que el DRAE no recoge todas las palabras del español. La RAE lo expresa claramente en sus advertencias, pero como el usuario del diccionario (de cualquiera), lo que menos hace es leer los prólogos, no llega a enterarse de las pretensiones ni objetivos de los diccionarios.

Muy pocas personas se toman el trabajo de leer el prólogo del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). El mismo es claro, pero preferimos engañarnos y, lo peor, engañar a los demás. En primer lugar, el DRAE, en las advertencias a su 22ª ed. (2001), señala que:

“Al tratarse de un diccionario general de lengua, no puede registrar todo el léxico del español, sino que, por fuerza, debe contentarse con acoger una selección de nuestro código verbal.”

La visión de la RAE resulta palmaria. Su diccionario no es normativo (sino general) ni cuenta con todo el vocabulario del español, sino que se contenta con una selección representativa del mismo.

Sin embargo, nuestros textos a diario buscan normas en el DRAE. Como es lógico pensar no las encuentran; entonces las inventan y lo peor de todo es que las imponen. Es decir, le atribuyen a la obra cualidades que la misma reconoce que no tiene.

Hay otro problema el DRAE es un diccionario, es decir una obra de consulta, por lo que no podemos esperar que nadie lo lea de la primera página hasta la última; la gente solo examina lo que le interesa en un momento determinado.

Escuchaba, hace unos días a un profesor de Español, decir que el gran problema del español es que no tiene quien lo defienda. Soy un convencido de que el español no requiere de defensores. Es un idioma que por su estructura y alcance evoluciona continuamente en un ininterrumpido proceso de desarrollo, recogiendo nuevas voces, descartando otras, honrando el pensamiento de Horacio, quien en su Arte poética decía que:

“al igual que los bosques mudan sus hojas cada año, pues caen las viejas, acaba la vida de las palabras ya gastadas, y con vigor juvenil florecen y cobran fuerza las recién nacidas. (…) Renacerán vocablos muertos y morirán los que ahora están en boga, si así lo que quiere el uso, árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua.”

 Me preocupa esta situación, porque algunos puristas del lenguaje, inspirados en la pulcritud de la lengua, se tornan en seres más papistas que el Papa…, más españoles que los mismos españoles.

Así, por ejemplo, los vocablos vídeo-video y concientizar-concienciar son los más discutidos en todos los foros en los que se discute el español. En primer lugar, debemos convenir, de acuerdo con el DRAE, en que ambas formas son correctas; pero vídeo se dice en España; en América, por ende Panamá, se dice video; concienciar se dice en Madrid; pero en América, por tanto Panamá, se dice concientizar, del mismo modo que los hispanohablantes decimos computadora y celular, mientras que los españoles dicen ordenador y móvil.

Por este motivo, la Real Academia Española (RAE) está trabajando en dos diccionarios. El primero es el Diccionario Histórico, que tiene como objetivo recoger todo el léxico español calculado en unos quinientos millones de palabras, de las cuales el DRAE recoge sólo unas ochenta y ocho mil. Es decir, por cada palabra que aparece en el DRAE, hay –aproximadamente- seis mil que no aparecen. No obstante, los especialistas en el idioma creen y propagan la idea de que la palabra que no aparece en el DRAE no existe. Esto es una gran falsedad. Para muestra un ejemplo: la palabra mejorana, aparece en el DRAE definiendo una hierba; no a un instrumento musical, acepción común a todos los hablantes panameños. Sin embargo, la mejorana existe aunque su acepción no aparezca recogida por el más grande de los diccionarios españoles.

Es importante saber que el Diccionario Histórico (el cual servirá para calificar la ortografía si es que queremos tomar la RAE como norte) se inició hace ochenta años. En la actualidad, sólo se han recogido las letras A y B. Entonces, cabe preguntarnos, si en ochenta años sólo se han recogido las palabras pertenecientes a dos letras, ¿cuánto tiempo llevará en completar la obra?

El otro proyecto al que queremos referirnos es al Diccionario Académico de Americanismos (DAA). Se calcula que los españoles son alrededor de cuarenta millones; los hispanoamericanos, trescientos sesenta millones. Entonces, ¿por qué tenemos que permitir que sean los españoles, una inmensa minoría, los que impongan las reglas sobre el uso del idioma? Por ello, la Asociación de Academias de la Lengua Española (incluyendo la RAE) que es la decana, ha decidido elaborar un Diccionario Académico de Americanismos que contendrá el léxico usado en América. Veremos en él palabras que a diario usamos y que no aparecen en el DRAE.

Tomemos en consideración estas situaciones para que este 23 de abril se convierta en motivo de regocijo, por la lengua que nos legara España. Sintámonos orgullosos de la lengua materna, pero en este día del idioma comencemos a concebirla desde nuestra óptica americano-panameña. Empecemos por desterrar la idea equívoca del siglo XIX, que señalaba que el español es exclusivo de los españoles y que eran los españoles los únicos que sabían usarlo. Analicemos las palabras del actual Director de la RAE, Dr. Víctor García de la Concha, quien en una entrevista señaló: “El español no es ni de los académicos ni de los españoles, es de todos los hablantes.” Es decir, el idioma nos pertenece a todos los que los utilizamos.



Las Tablas, 23 de abril de 2006.


MAGA NÚMEROS 60-61: CRÓNICA DE UNA RESURRECCIÓN ANUNCIADA

MAGA, NÚMEROS 60-61: CRÓNICA DE UNA RESURRECCION ANUNCIADA

Palabras de Melquíades Villarreal Castillo al presentar el número 60-61 de la revista MAGA, la última de la tercera época de esta publicación de literatura panameña, el 12 de julio de 2007 en la Universidad Tecnológica de Panamá.


Cuando Ariel Barría expuso alguna vez sus consejos fundamentales para presentar un libro, habló de tantas cosas que tal vez no recuerdo, aunque una sobrevive en mí: Al presentar un libro sólo debemos decir la verdad, o por lo menos lo que para nosotros es la verdad. Creo que igual ocurre al presentar una revista, sobre todo la revista que me regaló sus páginas para que pudiera materializar en papel y tinta las ideas que existían en mi mente, una revista que hoy dice adiós a una tercera época; sin embargo, es también una revista en la cual ya se vislumbra el nuevo amanecer de una cuarta época.


Enrique Jaramillo Levi, al centro, rodeado de
algunos de los escritores que participaron en la
presentación de la Maga, leyendo sus textos,
empezando por la izquierda: Melquiades Villareal
Castillo, Irina de Ardila, Diego Enrique Quijano
Victoria Jiménez Vélez, Gloria Melania Rodríguez,
Enrique Jaramillo Levi, la estudiante Catherine Díaz,
Ariel Barría Alvarado, José Luis Rodríguez Pittí,
Klenya Morales, Luigi Lescure y A. Morales Cruz.


Obviando las palabras de Ariel Barría, pudiera comenzar mi disertación diciendo que no existen entre las ochenta y ocho mil y tantas palabras del Diccionario de la Real Academia Española, las voces necesarias para expresar la indefinible emoción que experimento ante esta oportunidad o para hacer justicia la grandeza de este número tan singular.

Sin embargo, estoy contento por la oportunidad que se me ha brindado, alegre al ver tantas caras conocidas para rendirle tributo a David Robinson cuando señala que estos eventos tan sólo son pretextos para encontrarnos, que siento algo de tristeza, porque dentro de esta tercera época de Maga he dejado mucho de mí, de mi pensamiento, tal vez lo único que me sobreviva en el tiempo y el espacio. Por lo tanto, sé que decir y cómo lo voy a decir.

En el Editorial de esta número Enrique Jaramillo Levi, el ideólogo de este proyecto que vio la luz hace más de veinte años, aún cuando todos sabemos que los proyectos literarios de nuestro país tienen una esperanza de vida propia de alma buena, lo que quiere decir breve, nos dice: “No está de más recordar que Maga nació en enero-marzo de 1984 y continúa apareciendo hasta 1987; tuvo su segunda época de 1990 a 1993; y cómo ya se ha dicho, en 1996, empieza esta que ahora culmina. Pero no será la última. Maga reaparecerá en su cuarta época, tal vez con otro formato, acaso menos especializada únicamente en literatura (aunque siempre indefectiblemente solidaria con ella), coeditada entre una Fundación Cultural Signos reestructurada de manera más eficiente y dispuesta a realizar nuevas ambiciosas metas y la recién creada y pujante 9 Signos Grupo Editorial, S.A., que en diciembre de 2006, echamos a andar un grupo de idealistas.)

Alguna vez, escribí un artículo que nunca le he mostrado a nadie: Maga y los molinos de viento, en la cual comenzaba yo por detallar los numerosos y utópicos proyectos que se vislumbraban en los números iniciales, entre los cuales se encontraba la necesidad de crear una Asociación Nacional de Escritores, reestructurar las políticas editoriales del Estado; el incremento de los concursos literarios para estimular a nuestros escritores; en fin, crear un ambiente más favorable para el desarrollo de nuestra literatura, la cual es el producto simbiótico de la creación de textos y el surgimiento de lectores que nos los dejen en manojos de papel embadurnados de tinta. Hoy hay una Asociación Nacional de Escritores, hoy son muchos los concursos literarios en todos los géneros que eran impensables hace dos décadas; sin embargo, queda mucho por hacer: los libros tienen precios elevados y las políticas del Estado se proyectan hacia el ahorro más estricto en literatura.

Ahora bien, amigos que me escuchan, dirán ustedes que mi discurso nunca ha tenido como meta la queja ante las injusticias de las que ha sido víctima la literatura, porque la misma tiene la virtud de ser como el ave fénix al poseer la capacidad de renacer de sus propias cenizas, de conocer como diría uno de nuestros cantores de décima que: “lo contrario al fracaso es la lucha,/ está escrito en la ley de la vida,/ levantarse de cada caída,/ aunque la desilusión sea mucha.”

¡Regocijémonos, entonces con este número doble de Maga!, valoremos su contenido, advirtamos su calidad, pues sólo así, saboreando el néctar de las páginas, estamos edificando literatura; así en su primera parte advertimos textos expuestos en el Primer Encuentro Nacional de Escritores, Críticos y Lectores, donde encontramos interesantes aportes, válidos hoy y mañana, porque están escritos con la intemporalidad de lo objetivo. Así, Irina de Ardila nos explica qué es un buen cuento, Fulvia Morales de Castillo nos hace un interesante estudio sobre los cuentos contemporáneos en Panamá, nuestra querida profesora Isis Tejeira nos habla sobre la novela Pueblos Perdidos, de su padre Gil Blas Tejeira, que cobra vigencia en el devenir histórico de nuestro pueblo que tal y cual presagiara Arnulfo Arias, tiene una historia que se repite en espiral. Asimismo, mi paisano Fredy Villarreal presenta su tesis en torno a la didáctica de la literatura panameña en la escuela, en el cual emplea el cuento como herramienta fundamental.

En la sección Miscelánea, se habla sobre el Premio "José María Sánchez", versión 2006, que este año recayó en la obra "Lejanos Parientes Indecentes" de A. Morales Cruz; además podemos disfrutar textos del cubano Rodolfo Hasler (cubano); de la mexicana Aline Paterson; Enrique Jaramillo Levi nos habla sobre la obra "Cenizas de Ángel" de Roberto Pérez Franco, podemos disfrutar también, el sabio discurso de Ariel Barría cuando recibió, por partida doble, el Premio Miró el año pasado; podemos asombrarnos con el cuento "Volar" de Silvia Fernández Risco; Lety Elvir nos presenta uno de sus polémicos textos; podemos leer también poemas de Viviane Natan, cuentos de José Luis Rodríguez Pitti, Claudio de Castro; un ejercicio de crítica literaria de Yolanda Hackshow sobre una obra del cuentista y crítico Rodolfo de Gracia; además de valiosos textos de Lidia Castillo, Fernando Burgos, Waldina Mejía, Mónica Lavin y un homenaje póstumo a dos escritores: el nicaragüense Franz Galich, quien obtuvo el Premio Centroamericano Rogelio Sinán con su novela "Managua Salsa City" y Mireya Hernández, cuya vida se extinguió días después de obtener el Premio Miró.

La sección siguiente también está llena de emotividad, rasgo fundamental de la buena literatura, cuya misión primordial consiste en producir emociones. Esta sección, llamada Nuevos cuentistas panameños, título sencillo y complicado, aparentemente ingenuo y profundamente sugestivo, contempla un estudio de Enrique Jaramillo Levi y cuentos de Victoria Jiménez Vélez, Diego Enrique Quijano, Gina Stanziola, Klenya Morales, Mady Miranda, Rosalía Morán Tejeira, Dennis Smith, Lili Mendoza, Vanni Arrocha, Sabúl Hernández, Lissete Lanuza, Alejandra Jaramillo Delgadillo y Minerva de Jované.

Dijimos ya que este número es doble y doble es también la cantidad y calidad de textos presentes, así tenemos premios a la promesa literaria, donde encontramos textos novísimos que presagian lo que será nuestra literatura después de la tercera época de Maga. Textos de Luigi Lescure y Lupita Quirós ganadores del Premio Cuento Facultad de Ciencias y Tecnología UTP, acompañados de cuentos de Mady Miranda e Isabel Herrera de Taylor.

La siguiente sección recoge algunas opiniones fundamentales que se vertieron con motivo de un homenaje in vita que se le rindió al escritor Enrique Jaramillo Levi, donde se destacan mensajes leídos en el evento, de reconocidos escritores tales como Francisco I. Berguido, Jorge Ávalos, Vivian Nathan, Fernando Burgos e Irina de Ardila. Aunque, generalmente, en nuestro país los homenajes se tornan en sinónimo de visitas inmediatas a los dominios de San Pedro, porque existe cierta incapacidad para reconocer en vida de las personas el mérito de sus obras; en esta ocasión los forjadores hicieron un acto de justicia y reconocen los valores de una persona que aún tiene mucho que dar al desarrollo de nuestra literatura.

Hay dentro de esta revista una sección dedicada al premio Maga de Cuento Breve, en el cual resultó ganador Carlos Fong. Sin embargo, la calidad del género es de tal magnitud que se incluyeron otros minicuentos participantes, obras de Lupita Quirós, Benjamín Ramón, A. Morales C., Hjalmar Jones.

Como es tradición dentro de esta revista, se incluye la sección reseñas, en la cual se comentan algunos de los libros que van enriqueciendo nuestra bibliografía nacional. Eduardo Hurtado nos comenta la obra "Impresiones y certezas" de Irina Ardila; Agustín del Rosario, "El círculo, la grieta" de Morales Cruz; Catherine Díaz, "Esperanza o realidad" de este servidor, Rick McCallister, "Peritas en Luna" de Leti Elvir y José Luis Rodríguez Pittí "Cenizas de Ángel" de Roberto Pérez Franco. Así, pues llegamos a otro de los aspectos fundamentales de Maga, no sólo incentivar la producción, sino motivar la lectura a través de la crítica, la cual es entendida por George Steiner como un pacto de amor entre el crítico y la obra leída; el producto de ese amor, al llegar al lector potencial lo motiva a realizar la lectura que es lo que en última instancia persigue el ejercicio crítico.

La última sección, titulada Papeles de la Maga, contiene interesantes documentos, entre los que se destacan que el reconocido escritor Juan Antonio Gómez obtuvo el premio de novela corta Ramón H. Jurado; las palabras de Jaramillo Levi en nombre de la Asociación de Escritores de Panamá; además se comenta el nacimiento de 9 Signos Grupo Editorial, prometeica agrupación que se ha propuesto la titánica tarea de dar a conocer nuestra literatura a través de publicaciones de obras literarias. Tenemos también las palabras de Jaramillo Levi en la presentación de la obra "Soñar despiertos" y el discurso pronunciado por Diego Enrique Quijano Durán en el acto de graduación del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá.

Amigos que me escuchan, hemos hecho un recorrido por la cantidad de información que Maga nos ofrece en esta ocasión. Como podemos ver es un contenido amplio, de temas muy variados, que evidencian lo que una revista cultural miscelánea, pudo llegar a ser y que sirve como punto de partida para vislumbrar lo que será en su cuarta época.

Los amantes de las letras en nuestro país debemos sentirnos felices; pues aunque tal vez un día el tiempo de la literatura de nuestro país se mida en un periodo antes de Maga y otro período después de Maga, estimamos que queda mucho por hacer. Estos veintitrés años de una revista literaria en Panamá, son el producto de una mente confiada en el devenir cultural de nuestro país. La mente de un hombre que en los próximos meses se acogerá a su jubilación (periodo en que por fin podrá dedicarse a tiempo completo al ejercicio de sus pasiones literarias); un hombre que como todo lo que es de carne y hueso resulta perecedero (cosa que esperamos que esté tan lejana en el tiempo como sea posible); un hombre que ha dado un ejemplo de lucha, un ejemplo de fe, que ha legado a las presentes y futuras generaciones un infinito conjunto de paradigmas que un Panamá amante de la literatura debe saber continuar, para que este hombre no tenga que repetir con la amargura de Bolívar, su tristemente célebre: “He arado en el mar.” Felicidades Enrique, por tu jubilación y por tu obra. Salud por Maga, que ya a su casi un cuarto de siglo de vida, ha logrado autonomía y estoy seguro que te sobrevivirá de manera independiente en el mañana que está por llegar.

LO EFIMERO Y LO ETERNO EN LOS ARTEFACTOS DE HÉCTOR COLLADO




Melquiades Villarreal Castillo.


La poesía es creación y la creación no se debe tanto al esbozo de novedades como a las nuevas concepciones de cosas ya conocidas. Esta afirmación carece de pretensiones de novedad, mas es aplicable al poemario Artefactos de Héctor Collado, el cual obtuvo el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró, sección poesía, en el año 2004. En una lectura primera y superficial (por la rapidez con que realicé la misma y, sobre todo, por haber empleado el lente de la ingenuidad), el texto me pareció llano, común, cotidiano, hasta que releí el poema Túnel, que a la letra dice: “No estoy ciego./ Sucede que tengo miedo/ y no veo la luz/ al final del día”. Cuatro versos desprovistos de rebuscamientos léxicos, aunque amos de una profundidad semántica insospechada, especie de punto cero de donde pueden partir todas las vías de exégesis imaginables. El poema tiene una casi irónica perspectiva de exactitud, por lo breve y por lo amplio, elementos estos que, esbozados simultáneamente, dotan a los versos de una mágica panorámica, pues el laconismo se lo debe al vocabulario utilizado; la amplitud a la profundidad y precisión significativa. Es la esencia de la vida del hombre, de la humanidad. Todos anhelamos y tememos saber cuál es nuestro destino al final del túnel minúsculo que conecta las dos eternidades que marcan los linderos de nuestro espacio vital. Lo único que nos salva es el temor, que nos ciega y nos impide levantar nuestra mirada hacia el futuro inexorable. Luz y sombra recrean un cuadro sugestivo: el hombre vendado, cuando avanza por una vía lumínica, siguiendo el rumbo que conduce a la eternidad. Insisto una vez más, el poema es una metáfora de la vida humana, que también es breve y plena de significados.

El héroe poético sabe lo que ha creado, Túnel es el epicentro del poema, pero del mismo modo en que nuestra vida es un momento de plenitud entre dos infinitos momentos de nada, el poema nos eleva para ver hacia atrás y hacia delante con la misma precisión. Hacia atrás, observamos una serie de pistas que van desde la búsqueda de las claves que nos permitan entender la realidad de este cosmos poético, desde el desprecio por todo, hasta la presencia de la muerte que merodea sonriente en cada poema; hacia delante percibimos pistas de la inutilidad de la búsqueda de explicación de la vida y de las burlas contra la muerte.

Paisaje final, primer poema de la colección, nos sirve para sustentar nuestros puntos de vista: “El ojo se alarga./ Busca allá en el fondo/ un árbol de horizonte/ y pájaros de sal./ El viento pasa lista a los sepulcros./ Desde mi lápida/ las doce letras de mi nombre/ dicen presente./ La rama está preñada./ La fruta canta”. Es imposible, tampoco es el objetivo de una reseña, pretender arrancar todas las posibilidades interpretativas a los símbolos presentes en el texto. Es trascendente, sin embargo, percibir qué significa el alargamiento del ojo: a nuestro juicio, evidencia la curiosidad del ser humano por conocer su destino, la finalidad de su existencia; luego, la búsqueda en el fondo, es una clara alusión al interés por conocer todo, hasta lo más nimio de su propia esencia, sustentada en los signos de un árbol en el horizonte, es decir de la sorpresa como factor justificador de la vida. Los pájaros de sal pueden simbolizar muchos elementos, desde la fragilidad del elemento, acompañada de su incapacidad para el vuelo, hasta la interpretación folclórica de la mala suerte que muchos decimos tener. El canto de la fruta, la rama preñada, no obstante, a pesar de ser imágenes simplistas en apariencia, son capaces de contener en su médula el secreto de la continuidad: la rama preñada tiene evidentes características masculinas (el elemento fálico, la fortaleza aparente); la fruta que canta nos simboliza a la mujer –tal vez en estado de embarazo– con su dulzura, sus misterios, sus caprichos y, sobre todo, con su capacidad maravillosa de contener en su carne la continuidad de la vida.

Eternocardiograma es un poema que le permite al héroe poético la capacidad divina de elevarse sobre la débil condición humana, con una invitación a imitarlo: “Yo no le temo a la muerte omnisciente/ ni a la nada pudibunda./ No me asusta lo efímero ni lo eterno./ Debajo del escombro mi osamenta/ y en el fondo del silencio mi latido”. La conclusión nos la ofrece el poema sin ningún artefacto que lo disfrace: no se debe temer a lo efímero, ni a lo eterno, lo importante es vivir, vivir a plenitud, de modo que, aun después de muertos, hayamos dejado un recuerdo que justifique nuestro paso por la vida.

La presencia de Heráclito, en el devenir continuo de las cosas, es el sostén filosófico del poemario. Todo fluye. Se repite. No obstante, nunca volvemos a leer, en el poemario, el mismo poema, los mismos versos, pues aunque en Sin testamento se repiten en diversas ocasiones los versos: “Todo lo que tuve y lo que fui,/ sin testamento,/ se lo dejo al viento”, los mismos adquieren nuevos significados ajustados a los haces de versos precedentes, recreando la imagen de que no nos bañamos dos veces en el mismo río; puesto que del mismo modo que el agua fluye, fluyen los versos; del mismo modo que no nos podemos bañar dos veces en el mismo río, no podemos encontrar dos veces el mismo significado a los versos de Collado. En este sentido, creemos que el poema El lío de Heráclito lo aclara todo: “Todos los fuegos/ son iguales,/ pero nadie/ es dos/ veces/ la ceniza”.

Hemos visto la forma como Héctor Collado, con sus Artefactos no nos miente, eso ha creado. Por eso, lector intrépido, te invito a desarmar estos artefactos, a recomponerlos, a jugar con ellos, con lo cual tal vez podamos lograr comprender la amplia gama de posibilidades creativas e interpretativas que la lectura nos puede dar.

Peña Blanca de Las Tablas, 15 de febrero de 2005.

Nota. Melquiades Villareal es escritor, docente y asesor del Círculo de Lectura Guillermo Andreve.

AL PIE DE LA LETRA: UNA LECTURA REFLEXIVA


Melquiades Villarreal Castillo.


Quiero, con esta meditación, rendir un homenaje al gran maestro chitreano, Bolívar Rodríguez.


Al pie de la letra, le permite a Ariel Barría Alvarado obtener el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez, versión 2002. Es un conjunto de ocho relatos, los cuales, a mi juicio, deben mover a la reflexión. Son historias en apariencia ingenuas, aunque en lo profundo están pletóricas de contenido, de imágenes cotidianas que muchas veces no advertimos. No podemos encasillar la obra de Ariel Barría en medio de las frágiles fronteras de la literatura comprometida que algunos sueñan como panacea para resolver los problemas mundiales, tales como la mala distribución de la riqueza panameña, el hambre africana o los conflictos de Medio Oriente. No. Al pie de la letra es otro tipo de fruto, el cual, aunque cumple una función específica (en alguna medida redentora de nuestro mundo) lo hace con cierto tono de indiferencia, como una verdadera obra de arte, de la cual quien tenga la oportunidad de apreciarla, pueda obtener sus propias conclusiones. Tengo dos convicciones sobre la misión de la literatura: La primera que la obra literaria debe ser un texto elaborado con fines artísticos; la otra que estos fines, a su vez, deben procurar transformar y mejorar el mundo en que vivimos. No se trata de una posición ecléctica ni acomodaticia. Al contrario, se trata de la visión del texto como arte y como herramienta de razonamiento. Aunque a muchos les encanta la literatura totalmente comprometida con causas específicas (respeto sus opiniones) creo más en la obra que se impone por sí misma, no por su finalidad ni por la herencia que tenga con respecto a su autor. Es muy simple: Una buena obra literaria puede tocar el tema de la injusticia social, sin convertirse en la utópica cárcel que todos añoramos para quienes promueven las situaciones de desigualdad social.

El cuento Primera Plana cumple las perspectivas que señalo como funciones de la literatura. Es un texto artístico, una prosa cuidada con ideas coherentes; una mentira verdadera como diría el nicaragüense Sergio Ramírez Mercado: Un texto en el cual, desde la oración inicial el lector concibe el relato como posible:
Aquí está, su foto en primera plana, donde debió estar hace mucho, en colores, gigantesca.
La oración encierra una idea maestra, absorbente, pues con una especie de cadena sujeta al lector, obligándolo a aceptar la realidad cósmica del relato. Sin embargo, en eso radica el arte. Es una escena cotidiana ver la primera plana de un diario; lo sorprendente es la protesta casi solapada: ¿donde debió estar (la foto) hace mucho, en colores, gigantesca�; es decir, el narrador nos cautiva, pues inmediatamente surge una serie de interrogantes: ¿Quién o qué debió estar en primera plana? ¿por qué debió esa persona o cosa estar en primera plana? ¿por qué la foto en cuestión debió aparecer gigantesca, en colores y desde hace mucho tiempo? Ariel Barría conoce su oficio. Pues sabe despertar el interés por la historia. El lector, automáticamente al hacerse estas preguntas, al leer esta oración, acepta la realidad presente en el resto del texto, aunque la misma sea tan sólo un ejercicio de verosimilitud, como ocurre en toda buena obra literaria.

Ahora, observemos otros aspectos del relato, que estoy seguro que motivarán al lector a introducirse en los mundos recreados por Ariel Barría. La foto es la de un Maestro, escrito con mayúscula, de acuerdo con el narrador, para destacarlo sobre el común, para elevarlo al cenit al que sólo llegan aquellos maestros que ejercen su labor como un apostolado de plena dedicación, que no la emplean para escalar socialmente, ni para obtener ningún tipo de recompensa. Era un hombre dedicado a la literatura, a la cual concebía como una verdadera doctrina de fe, como herramienta transformadora del mundo; anhelaba que sus discípulos fueran mejores personas; promovía tertulias literarias; patrocinaba concursos, despertaba a los talentos somnolientos ante el injusto peso de la indiferencia social por las cosas del espíritu: Se dedicaba en cuerpo y alma, a tiempo completo, a los quehaceres de la literatura. Es más, tanta fue su fe, que el narrador llega a la conclusión de que este personaje merecía por lo menos una estatua. Sin embargo, lo único que nuestro héroe recibió por su labor fue un silencio indiferente. Así es la vida. Así, nuestra sociedad. Los diarios ocupan páginas completas en rendir tributo a personas y fenómenos que no contribuyen en nada con el mejoramiento de la humanidad y mantienen un mutismo despiadado ante la vida y obra de quienes, en realidad, actúan con el altruismo como norte.

Hasta donde hemos llegado en nuestro comentario, no hemos aportado nada nuevo. Esta situación es tan frecuente, que ni siquiera es noticia. Aquí es donde el narrador recurre a un acto de suprema audacia, para elevar con elementos cotidianos una situación frecuente hasta la trascendencia de la obra de arte, que se superpone al tiempo y al espacio, que es capaz de sobrevivir por sí misma. El héroe comienza a enceguecerse, es un Homero de nuestro tiempo; ni sus discípulos lo saludan. Pero no mendiga nada, al igual que el apóstol Pablo frente a la muerte, sabe que ha cumplido su misión y que sólo le queda aguardar el galardón de la justicia divina. Así actúan los verdaderos convencidos de su misión. La realizan sin esperar nada a cambio, a no ser su propia satisfacción. Aquí, es donde llega el ejercicio magistral de Barría:
¡Cómo cambió vidas! (la mía entre ellas), y a nadie del gran mundo le importó. Pero ahora sí lo publican, ahora sí ponen su nombre, y hasta completo para joder más. Ahora sí les interesa, bañado en sangre, aplastado por las llantas de un autobús. ¡Cabrones!
Los comentarios sobran. Sólo me queda invitarte, apreciado lector, a que compruebes cómo cada uno de los relatos de esta obra, se ajustan a nuestro diario vivir, al pie de la letra.

Nota. Melquiades Villareal, reside en Las Tablas, es docente, escritor y promotor cultural. Tiene maestría en Lexicografía Hispánica en la Real Academia Española (Madrid), Maestría en Literatura Hispanoamericana (Panamá), galardonado en el Ricardo Miró en el 2003 con su ensayo Esperanza o realidad: fronteras de la identidad panameña. Es asesor del Círculo de Lectura Guillermo Andreve.
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