Miles de personas van todos los años a Atalaya en una peregrinación marcada por la fe (visible en los sacrificios y mandas) que la gente vive para mostrar agradecimiento, fe o tal vez para pedir algo al milagroso Jesús Nazareno.
Los orígenes de la celebración se remontan a las primeras décadas del siglo XVIII -hay datos que la ubican en 1730- que dan muestras de las romerías y diversas manifestaciones fe.
Una vez pasados los carnavales, fecha en que la gente recuerda y revide, por unos días, su cinéreo destino, se prepara para la peregrinación.
Los miles de milagros atribuidos al santo, cada vez aumentan más la cantidad de peregrinos que lo visitan.
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