DE ENTRE CUTARRAS Y MACHETES
En
días pasados recibí de manos de la profesora Nidia Pérez de Domínguez un
ejemplar de la obra De cutarras y
machetes de la autoría de Luis Barahona, también autor del libro Entre zurrones y enjalmas.
La
primera impresión que tuve sobre el texto es que me iba a encontrar con una
continuación del primer libro; pero el elemento sorpresa, el embeleco literario
vuelve a triunfar sobre el lector prejuiciado; este libro no se parece al
primero; tiene autonomía y calidad individual, claro está con el común
denominador de ser procreado por el mismo autor, y por la vocación de lo
panameño que lo identifica.
El
texto se compone de tallas, género
oral que no he encontrado definido en el Diccionario de la Real Academia
Española; pero tan común al panameño que
recuerdo que, en mayo pasado, en la ciudad de David, provincia de Chiriquí, el
profesor José Chen Barría aludía a las tallas y a los talleros. Así, pues consulto el Diccionario del español en Panamá de la profesora Margarita
Vásquez, que nos define talla: “1.En
sentido estricto, relato oral (…) de
carácter jocoso, que usa con gusto la hipérbole. 2. Narración oral para
entretener, aleccionar, dar fe de un suceso.” (DEPA, 2010, pág. 294). La misma obra nos señala que tallero
es: “Cuentero, narrador de cuentos
tradicionales.” (DEPA, 2010, pág. 294)
El relato titulado Una prima noche en la tienda,
para mí resulta paradigmático, pues encierra la esencia de la talla como
género, pues recoge las experiencias del campesinado santeño (que me tocó
experimentar durante mis primeros años de vida) cuando, en ausencia de la televisión,
las personas se reunían en las abarroterías con miras de compartir y, por falta
de información se limitaban a comentar sus experiencias, las cuales eran
matizadas con ironías e hipérboles para resultar entretenidas.
Uno de los personajes muy mencionado en
el texto es “Tita” Plata, personaje a quien conocí, su nombre era Juan Bautista
González, quien logró acumular una millonaria fortuna, en un medio hostil. Quiero
dejar claro que Luis Barahona, para mantener la esencia de sus tallas, plasmó
los parlamentos de los personajes de manera fonética y que yo, por motivos
personales, transcribiré de la forma más ortográfica posible:
Talla 1
Cuando Tita compró el primer carro, que
según él decía era marca jeep y la
gente le preguntaba: "Oiga Tita, ¿por qué
compró el carro verde?” Él contestaba: “Bueno, es que no había maduro.”
(Barahona, 2012. Pág. 33)
Talla 2
En un viaje que Tita hizo a Panamá para
vender unos novillos, dio una gran lección en cuanto a que no debemos dejarnos
llevar por las apariencias. Barahona, de
manera jocosa nos señala que Tita: “Con
los rollos de billetes que le dieron, se fue al banco, puesto de cutarras y
vestido de caqui. Se acercó a la mujer que atendía en la caja y le dijo: “Oiga,
mire yo quería saber si aquí es que le prestan plata a la gente.” La mujer lo
miró de arriba abajo y le contestó: “Señor, aquí sí se presta plata, pero hay
que tener los medios para pagarla.” Entonces, Tita, halando por un rollo de
billetes, le dijo: “Era para saber, si tenían plata, porque si no tienen, y si
tengo para prestarles.” (Barahona, 2012, pág. 35).
La ironía y la hipérbole afloran en
todo momento. Así nos encontramos en el documento con una gran cantidad de
nombres, de personajes, muertos la mayoría que por sus vivencias y caracteres
particulares eternizaron sus nombres y sus recuerdos en la mente colectiva de
la comarca tableña.
Luis Barahona González, a la sazón,
Vicerrector Académico de la Universidad Tecnológica de Panamá, nos brinda en De cutarras y machetes un interesante
documento histórico, del cual – seguro estoy - que diría Sergio González Ruiz: “Estas páginas… han sido escritas para
satisfacer un anhelo: el anhelo de perpetuar lo nuestro, lo que es nuestra
herencia y que se nos va, se nos escapa, con la partida de los viejos hacia la
eternidad y la afluencia constante de elementos y de influencias extrañas que
le van quitando gusto y fisonomía a nuestras costumbres y a nuestras
tradiciones.” Es un documento histórico que retrata la sociedad de los
tableños anteriores a la luz eléctrica y a la televisión, quienes veían en los
cuentos, en las tallas, la forma única de atisbar su esencia en intentos
inconscientes de desarrollar la literatura.
El lector pueden encontrar en las
páginas del libro los duelos de los mancebos por cautivar a las doncellas;
advertir la crianza de los hijos, la ayuda mutua; en fin, el estilo de vida de
una sociedad inocente de los efectos negativos de los medios de
comunicación. El libro se enriquece con
un glosario que facilita a comprensión del texto.
En síntesis, me atrevo a sustentar que De cutarras y machetes es un libro que
nos permite viajar al pasado, conocer nuestra esencia, a través de una lectura
entretenida y enriquecedora, cuya aventura vale la pena emprender.
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