domingo, 16 de diciembre de 2012

CAMINANDO POR LOS SENDEROS


 DE ENTRE CUTARRAS Y MACHETES
En días pasados recibí de manos de la profesora Nidia Pérez de Domínguez un ejemplar de la obra De cutarras y machetes de la autoría de Luis Barahona, también autor del libro Entre zurrones y enjalmas.
La primera impresión que tuve sobre el texto es que me iba a encontrar con una continuación del primer libro; pero el elemento sorpresa, el embeleco literario vuelve a triunfar sobre el lector prejuiciado; este libro no se parece al primero; tiene autonomía y calidad individual, claro está con el común denominador de ser procreado por el mismo autor, y por la vocación de lo panameño que lo identifica.
El texto se compone de tallas, género oral que no he encontrado definido en el Diccionario de la Real Academia Española; pero tan común al panameño  que recuerdo que, en mayo pasado, en la ciudad de David, provincia de Chiriquí, el profesor José Chen Barría aludía a las tallas y a los talleros.  Así, pues consulto el Diccionario del español en Panamá de la profesora Margarita Vásquez, que nos define talla: “1.En sentido estricto,  relato oral (…) de carácter jocoso, que usa con gusto la hipérbole. 2. Narración oral para entretener, aleccionar, dar fe de un suceso.” (DEPA, 2010, pág. 294). La misma obra nos señala que tallero es: “Cuentero, narrador de cuentos tradicionales.” (DEPA, 2010, pág. 294)
         El relato titulado Una prima noche en la tienda, para mí resulta paradigmático, pues encierra la esencia de la talla como género, pues recoge las experiencias del campesinado santeño (que me tocó experimentar durante mis primeros años de vida) cuando, en ausencia de la televisión, las personas se reunían en las abarroterías con miras de compartir y, por falta de información se limitaban a comentar sus experiencias, las cuales eran matizadas con ironías e hipérboles para resultar entretenidas.
         Uno de los personajes muy mencionado en el texto es “Tita” Plata, personaje a quien conocí, su nombre era Juan Bautista González, quien logró acumular una millonaria fortuna, en un medio hostil. Quiero dejar claro que Luis Barahona, para mantener la esencia de sus tallas, plasmó los parlamentos de los personajes de manera fonética y que yo, por motivos personales, transcribiré de la forma más ortográfica posible:
         Talla 1
         Cuando Tita compró el primer carro, que según él decía era marca jeep y la gente le preguntaba: "Oiga  Tita, ¿por qué compró el carro verde?” Él contestaba: “Bueno, es que no había maduro.” (Barahona, 2012. Pág. 33)
         Talla 2
         En un viaje que Tita hizo a Panamá para vender unos novillos, dio una gran lección en cuanto a que no debemos dejarnos llevar por las apariencias.  Barahona, de manera jocosa nos señala que Tita: “Con los rollos de billetes que le dieron, se fue al banco, puesto de cutarras y vestido de caqui. Se acercó a la mujer que atendía en la caja y le dijo: “Oiga, mire yo quería saber si aquí es que le prestan plata a la gente.” La mujer lo miró de arriba abajo y le contestó: “Señor, aquí sí se presta plata, pero hay que tener los medios para pagarla.” Entonces, Tita, halando por un rollo de billetes, le dijo: “Era para saber, si tenían plata, porque si no tienen, y si tengo para prestarles.” (Barahona, 2012, pág. 35).
         La ironía y la hipérbole afloran en todo momento. Así nos encontramos en el documento con una gran cantidad de nombres, de personajes, muertos la mayoría que por sus vivencias y caracteres particulares eternizaron sus nombres y sus recuerdos en la mente colectiva de la comarca tableña.
         Luis Barahona González, a la sazón, Vicerrector Académico de la Universidad Tecnológica de Panamá, nos brinda en De cutarras y machetes un interesante documento histórico, del cual – seguro estoy - que diría Sergio González Ruiz: “Estas páginas… han sido escritas para satisfacer un anhelo: el anhelo de perpetuar lo nuestro, lo que es nuestra herencia y que se nos va, se nos escapa, con la partida de los viejos hacia la eternidad y la afluencia constante de elementos y de influencias extrañas que le van quitando gusto y fisonomía a nuestras costumbres y a nuestras tradiciones.” Es un documento histórico que retrata la sociedad de los tableños anteriores a la luz eléctrica y a la televisión, quienes veían en los cuentos, en las tallas, la forma única de atisbar su esencia en intentos inconscientes de desarrollar la literatura.
         El lector pueden encontrar en las páginas del libro los duelos de los mancebos por cautivar a las doncellas; advertir la crianza de los hijos, la ayuda mutua; en fin, el estilo de vida de una sociedad inocente de los efectos negativos de los medios de comunicación.  El libro se enriquece con un glosario que facilita a comprensión del texto.
         En síntesis, me atrevo a sustentar que De cutarras y machetes es un libro que nos permite viajar al pasado, conocer nuestra esencia, a través de una lectura entretenida y enriquecedora, cuya aventura vale la pena emprender.

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