Se han dicho tantas cosas acerca de Enrique Jaramillo Levi, que resulta imposible obviar su labor docente, la cual no se oculta, puesto que en sus ensayos, en sus cuentos y, hasta en sus poemas, es perceptible esta intención.
Veamos
algunos señalamientos que hace a los jóvenes escritores, quienes inspirados en
el amor al terruño, sacrifican la universalidad propia del hombre que vive en
un mundo globalizado.
Por
ello, en el cuento Largo viaje interior
inmerso en la obra En un instante y otras eternidades
podemos leer la siguiente reflexión: “Limitarse a escribir sobre el país de
uno, sobre una sociedad determinada, sobre los problemas personales del autor,
dijo, es la mejor manera de no trascender. Hay que ir más allá de lo inmediato,
de las raíces, sin renunciar a ellas. Lo
cual significa ahondar en la experiencia humana incorporando aristas y recovecos poco explorados, buscando
exponer lo singular, lo raro, lo extraordinario, acaso lo maravilloso, pero también
lo trivial, lo chato, lo banal, lo absurdo, lo cotidiano que de tanto
acometerlo no lo tomamos en cuenta como algo significativo.”
Hay
que encontrar varios elementos didácticos en el fragmento en mención. Veamos:
- Lo rural está desgastado. La literatura
debe enfocar los elementos cotidianos con un elemento de universalidad. Las vicisitudes humanas, en esencia, son las
mimas en todas las latitudes. Por ello,
en la actualidad no tiene mayor trascendencia demostrar las particularidades de
una situación.
- Es indispensable ir más allá de lo propio,
sin renunciar a ello. Se puede ser
panameño y ser universal de manera simultánea. Resulta necesario ahondar en la
experiencia humana, la cual todavía tiene extensos campos por explorar. La
esencia del hombre todavía no es conocida en su totalidad.
Por otro lado, recomienda el maestro
que se debe evitar imitar los finales desarrollados por otros creadores, puesto
que esto castra la valoración de la obra.
Al respecto, el maestro, taxativamente
señala en su cuento El acordeón que: “También comprendió que no se puede
imitar con éxito los desenlaces de cuentos superiores y mucho menos tratándose
de temas tan diferentes, por el solo hecho de tener en común ciertos rasgos alegóricos
o de cualquier otra índole.”
Es decir, el buen cuentista, por ende,
el buen escritor debe procurar exigirse la originalidad, pues el cierre de toda
obra literaria es uno de los ingredientes más influyentes en su adecuada
valoración.
Nos
indica, además, que no siempre es bueno seguir al pie de la letra un plan, una
estructura, un esquema. Sucede mucho en
el ejercicio escritural que uno empieza escribiendo algo y termina escribiendo
otra cosa. Desde este punto de vista, en
el relato titulado La trama nos dice:
“Es que a veces no hay más remedio. Las
cosas simplemente van ocurriendo y uno se encuentra en medio del asunto. No toda la vida es el resultado de un plan,
de una trama pensada con la frialdad de novelista. Aunque hay quien te dirá, claro, que no es
uno quien en estos casos concibe el diseño de los hechos y
propicia su indefectible realización a partir de ciertas premisas guiadas por
una voluntad meticulosamente perversa.”
Una
de las obras que, a mi juicio personal, a mí me parecen emblemáticas en la producción
de este autor, es La mirada en el espejo
(1998), la cual es una verdadera
poética del cuento, género que ya en diversas ocasiones he anunciado que es el
que más ha destacado a Jaramillo Levi y en el cual el autor tiene mayor fe como
escritor. Lo más trascendente del libro es su afán didáctico que va a
reflejarse en su interés por enseñar a los lectores la forma como deben
escribirse los cuentos.
Aparte
de este libro, uno de los textos más significativos, de este autor, es Gages del oficio (2007), obra en la cual se recogen ensayos, artículos,
prólogos a libros de diferentes autores y entrevistas que se le han realizado al propio Jaramillo Levi.
Los
tópicos desarrollados en el texto mantienen el afán didáctico, pues en el mismo
el autor repite sus perspectivas con respecto al cuento, a la novela y a la poesía. Por este motivo, nos
detendremos a comentar algunos aspectos fundamentales del ensayo que lega su
nombre al libro.
Así,
al referirse a los temas desarrollados, nos comenta el autor que siempre se
escribe sobre lo que se conoce, lo que se ha visto, lo que se ha leído.
Sabemos, que muchos autores, tales como el Premio Nóbel mexicano, Octavio Paz,
piensan que la vida de un escritor no hay que estudiarla, porque la misma se
encuentra presente en la obra literaria; en Jaramillo Levi encontramos el mismo
punto de vista: los escritores son el producto de lo que han leído y de lo que
conocen y eso es, precisamente, lo que vamos a encontrar en sus obras literarias,
o como nos dice el autor: “Por supuesto que en realidad uno no crea de la nada,
sino a partir de un arsenal de confusas o claras experiencias o motivaciones
que ni uno mismo sabe del todo que existen en nuestro interior. A mi juicio, fundamentalmente escribo para
saber, a veces para percibir lo que nunca antes fui capaz de sentir…” Otro aspecto interesante que vamos a
encontrar en este libro, es el que se relaciona con los diversos géneros
literarios (recordemos que nuestro autor ha publicado cuentos, ensayos, teatro,
periodismo cultural; pero nunca ha publicado una novela, la cual estamos
convencidos de que pronto aparecerá, toda vez que, la temática tantas veces esbozada
no descansará hasta que cobre vida como unidad, lo cual se logra solamente en
la novela).
Así,
pues sus elucubraciones sobre los géneros van a representar sus puntos de
vista; cree en el cuento porque él mismo es dueño de
una gran versatilidad y se confiesa, hasta el momento, sin
aliento para dilatar una novela, ya que este género se caracteriza por tratar la vida misma,
mientras que el cuento sólo nos refleja una parte de la misma, o mejor dicho,
el cuento nos permite disfrutar del sabor del pastel, con solo comer un trozo…,
sin necesidad de comérselo todo…
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