La permanente búsqueda y encuentro en
los
Destinos
circulares de
Lissete Lanuza Sáenz
Melquiades Villarreal Castillo
Universidad
Tecnológica de Panamá
9 de julio de
2014
Quiero
decirles a todos que me siento muy satisfecho de reencontrarme con tantos
amigos para hablar de literatura. En el congreso
anterior, hace dos años, confrontaba serios problemas de salud que me
impidieron gozarlo al máximo. Hoy, gracias a Dios, me encuentro muy bien.
Confieso
también que para mí es motivo de gran placer comentar el cuentario Destinos Circulares de Lissete Lanuza,
joven escritora panameña de palabra fácil y exacta, creadora de mundos
sorprendentes por la cotidianidad, escritora dotada: “Con un particular enfoque… logra historias convincentes, coherentes
sobre relaciones humanas que, incapaces de encontrar otras salidas, casi
siempre sucumben ante sus propios enigmas y desatinos.” (En LANUZA, 2010,
contraportada. s/a)
Inmersas
en estas historias convincentes sobre relaciones humanas incapaces de encontrar
salidas, en las cuales tal vez la autora se sacrifica y sucumbe ante los
propios enigmas y desatinos para edificar un camino de salvación para el lector
que busca y encuentra alternativas para comprender un mundo asfixiante y
placentero, donde aún queda la esperanza de la eterna salvación.
Mi
primera búsqueda la hago en el cuento Camuflaje que cierra la colección que, a mi juicio, recoge la esencia de
muchos seres humanos que muestran una cara feliz al mundo, pero que cuando se
encuentran solos tienen que escapar de la crudeza de su propia realidad. Es el caso del protagonista del relato, un
payaso que se fuga a través de la bebida que le sirve para ocultar su infinita
tristeza, a la vez que le permite encontrar una sonrisa feliz para mostrar a
los demás. Así, después de los primeros
tragos, el payaso perfecciona ese camuflaje: “Suspira, mientras el líquido caliente continúa quemando su
garganta. No mira el atardecer, se puede
observar su sonrisa enorme, que es, sin lugar a dudas, el mejor camuflaje del
mundo.” (LANUZA SÁENZ,
2010, pág. 95)
La realidad bosqueja
la innata debilidad del ser humano que siempre ha pretendido mostrarse con otro
rostro a su medio circundante, restándole sinceridad a su propia existencia.
Todos los humanos nos sentimos insatisfechos con nosotros mismos, razón por la
cual tratamos de mostrarnos al mundo de una forma diferente a como en realidad
somos, con el simple afán de que los demás no se percaten de las fatigas
propias de nuestra condición de imperfectos.
En este aspecto, me
parece que la autora coincide con el poeta Gustavo Batista Cedeño, cuando
señalaba que: “La palabra escrita me
enseñó a escuchar la voz humana un tanto como las grandes actitudes inmóviles
de las estatuas que me enseñaron a apreciar sus gestos… Solo nosotros hemos
sabido mostrar en un cuerpo inmóvil, la fuerza y la agilidad latentes; solo
nosotros hemos hecho de una frente lisa el equivalente de un pensar profundo….
Contamos con la eternidad de la piedra (en este caso del papel y de la tinta)
para perpetuar un cuerpo (o un alma pensante) perecedera o ya destruida.” (BATISTA CEDEÑO, 1990, pág. 2B.)
Alguien
que busca y encuentra, en estos Destinos
circulares es el Licenciado Ventura, protagonista del cuento El
testamento. El señor Carter deja un testamento detallado, escrito en 37
extensos folios, que explicaban: “… con
claridad, cómo debía disponerse del cuerpo. Desde la funeraria, hasta el
cementerio, todo había sido decidido con anticipación. La cripta comprada con anterioridad, las
palabras a ser leídas en las honras fúnebres escogidas con antelación. Hasta la ropa que deseaba usar en su funeral
había sido designada.” (LANUZA SÁENZ, 2010, pág. 88)
El licenciado
Ventura (apelativo que es sinónimo de dicha, felicidad, bonanza, satisfacción,
alegría, contento, bienestar,
prosperidad y auge) busca en el testamento – igual que este servidor en el
texto – sin encontrar nada que explicara el destino final de la gran cantidad
de dinero que tenía el señor Carter, aunque, como buen abogado el licenciado
Ventura encuentra que: “Su trabajo… ahora
era recomendar procedieran con un juicio de sucesión y ofrecer sus
servicios. No les cobraría mucho, claro
que no. Lo que no era tan común era que
el señor Carter hubiera seguido tan al pie de la letra sus intencionados
concejos, incluso las obvias omisiones.” (LANUZA SÁENZ, 2010)
Un
cuento que nos permite rebuscar entre los meandros del alma femenina y
encontrar sus enmarañados senderos es el relato titulado Desnuda. En él, la
narradora, a la vez protagonista, deja descubrir su físico en la búsqueda de
algo diferente en los hombres. Por ello,
nos cuenta: “Sonrío al mirarlo, pero la
sonrisa no ilumina mis ojos. No creo que a él le importe, no vino aquí por mi
sonrisa, así como yo no estoy aquí para dejar que mi sonrisa haga todo el
trabajo. No, estoy aquí por venganza,
estoy aquí para sacarme esta espina que tengo clavada en algún lugar, muy
dentro, tan profundo que a veces pienso que traspasa mi corazón y si quisiera
arrancarla de adentro, moriría desangrada.” (LANUZA SÁENZ, 2010, pág. 46)
El lector puede
encontrar una gran cantidad de elementos sugerentes que pueden ser leídos desde
la perspectiva de un hombre como, como he hecho yo:
-
Los hombres,
por excitación, buscamos solazar nuestros instintos intentando ver cuerpos
femeninos desnudos.
-
La sonrisa de la mujer, a la hora extrema no
importa, y ella lo sabe, es secundaria; el hombre está por sexo.
-
Tampoco está por venganza, aunque tiene un gran
dolor, el dolor de toda mujer: sentirse objeto de placer ante los ojos de un
hombre.
Sin embargo, si
vemos la situación desde una óptica femenina, también encontramos situaciones
interesantes:
-
A la mujer
que se desnuda para deleitar a los hombres no le interesan los elementos
accesorios, conoce plenamente el actuar masculino imbuido por una lujuria enfermiza.
-
La desnudez la considera como un trabajo, por lo
que no tiene que coquetear con una sonrisa, un hombre que paga por ver una
mujer desnuda, no está interesado en la persona, solamente pretende saciar su
instinto.
-
El hecho de que no actúa por venganza, hace a la
mujer plenamente consciente de que ella, cual Dalila, puede destruir a
cualquier Sansón; sin embargo, no es lo que ella busca, el que busca es el
lector que, en una ardid de la escritura termina siendo encontrado por ella,
pues cada hombre que la observa demuestra su nulidad para observar la esencia
de la mujer, lo cual materializa la propuesta de Saint Exupéry cuando decía en El Principito: “Solo se
ve bien con el corazón, porque lo esencial es invisible a los ojos.”
Así, nos lo muestra
este personaje cuando argumenta: “Sonrío,
pero la sonrisa no llega a mis ojos. A
ellos (los hombres), no les importa, no mientras puedan venir aquí todos los
días y mirar cómo una chica, u otra, la
identidad no importa, desnuda su alma frente a ellos al compás de la música,
aunque ellos vean solo su cuerpo. Y a
mí, a mí no me importa mientras pueda, cada día, volver aquí y desnudarme
frente a docenas de extraños, esperando que algún día, uno de ellos vea un poco
más allá.” ( (LANUZA SÁENZ, 2010) (49)
En el minicuento Vanidad,
la autora continúa su búsqueda, segura de que va a encontrar resultados
similares, pues el ser humano tiene una predisposición única para advertir el
diminuto punto negro en la amplitud del lienzo blanco; lo único lamentable,
quizás, para ella, es que no puede entrar en el corazón ni en la mente de sus lectores. El
microrrelato es muy sugeridor: ¡Estaba
archibuenísima la condenada y, por su puesto lo sabía: si lo sabré yo!
Ya me había encargado de decírselo esta mañana.
No pude evitarlo, salió de mi boca sin
contemplaciones. No soy muy bueno
guardándome los cumplidos.
Pero es que estar en su presencia –su olor, su
textura… no hay manera de evitarlo.
Verla es desearla.
Lo peor es que ella lo sabe. Se vanagloria. Se sienta ahí, toda dorada y
perfumada, tentándome, haciéndome desearla aún más, sabiendo que no ha llegado
mi momento.”
Una vez más somos
objeto de nuestras imágenes visuales que permiten figurarnos una mujer hermosa
y bien proporcionada físicamente. La
autora busca algo diferente, pero encuentra en nosotros, sus lectores, un
relato aprendido, una conducta repetitiva caracterizada por una gran pobreza
interpretativa. En cambio, los lectores
buscamos rápidamente para encontrar en el texto lo que queremos. Y lo encontramos. Lástima que el factor sorpresa esgrimido por
el relato cercena la imagen que nos hemos figurado: “¡Maldito su sabor, que se hace agua en mi boca, cada mañana, mientras
sale del horno, hasta el momento en que me toque saborearla de nuevo.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (14)
Procedo ahora a
comentar el cuento Destinos circulares que lega su nombre a la colección. El Diccionario de la Real Academia Española
nos da siete acepciones del término destino:
3. m. Circunstancia de serle
favorable o adversa esta supuesta manera de ocurrir los sucesos a alguien o a
algo.
De
las siete, cinco están relacionadas con el relato en cuestión. El tema del amor
apasiona, porque todos anhelamos amar y ser amados; sin embargo, por
situaciones que solo saben comprender los sicólogos, en alguna medida todos
tenemos algún miedo al amor.
Es
la historia de una niña de ocho años que grita asustada. Está semidesnuda, solo
carga un panty de florecitas rosadas. Su grito se debe a que se percató de que
era observada por un amiguito de más o menos su misma edad, su compañero de
juegos: “Habían sido amigos, antes de
eso. Compinches, porque ella nunca fue
una de esas niñas de barbies y muñecas y a él nunca le molestó tener que
esperarla mientras jugaban a policías y ladrones en la calle, siempre en el
mismo bando. Quizás es que, en esta
historia, fue ella la ignorante. Tal
vez, fue que él supo primero y comprendió, desde pequeño, que su destino en el
mundo era esperarla.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (28) El grito lo hizo huir, ella cerró la puerta
de su cuarto y de su casa.
Ese hecho los
separó. Ni siquiera volvieron a
hablarse… ella se radicó en un barrio elegante, aunque perdió su capacidad de
soñar y jamás pudo borrarlo de sus pensamientos. No fue una mujer miserable,
pero tampoco, llegó a ser feliz. Él vivió como un verdadero Florentino Ariza
decidido a esperarla toda la vida si era necesario, porque de una cosa estaba
seguro, el mundo volvería a reencontrarlos: aunque no se buscaran entre ellos,
se encontrarían: la búsqueda se la deja la autora a los lectores.
Y así fue: “El abre la puerta y ella está ahí, como hace
veinte años, como siempre en sus sueños, desnuda y esperándolo. Ella lo mira fijo y de repente siente deseos
de gritar, no para espantarlo como aquella vez, sino porque la historia se
repite y a ella le tomó más de veinte años, un matrimonio fallido y demasiadas
lágrimas volver a encontrarse en el lugar donde debió haber estado siempre y
esta vez no volver la mirada y encontrarse mientras él fija su mirada en el
borde de encaje de sus panties.
Esta vez cuando cierra la puerta de su cuarto, él
todavía estaba adentro.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (32)
El determinismo
juega un papel esencial, los destinos son circulares, giran en torno a un eje
ineludible y muchas veces vuelven coincidentalmente al punto de origen donde se
reencuentran con otros el destino de otras personas, aún sin desearlo.
En esencia, en Destinos circulares campean los temas eternos de la literatura: el amor, el odio, la
locura, el erotismo, la venganza, el tedio, la vida, la muerte, la esperanza,
la decepción, etc. Es un libro en el que
una posibilidad de mundos por descubrir, tarea que nos corresponde a los
lectores, a través de la convivencia con los personajes ficticios que pretenden
evadir la realidad de un cosmos imaginado, los cuales, sin embargo, al igual
que nosotros, pueden ser buscados, encontrados, comprendidos y explicados en el
cuento Conclusiones cuando nos dice: “O quizás simplemente es que yo era un cobarde y él extremadamente
valiente. Era la manera más sencilla de
verlo. Estábamos hechos de la misma
calaña, quizá. Pero él estaba dispuesto a aceptarlo y yo luchaba todos los días
contra mi naturaleza. Siempre pensé que
esto me hacía valiente, pero en el fono era él el valiente, porque era él quien se aceptaba tal y como era, y yo el
cobarde, el que rechazaba mi verdadera naturaleza y me escondía detrás de una
máscara. El que pretendía ser otra
cosa.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (18)
BIBLIOGRAFÍA
BATISTA CEDEÑO,
Gustavo. Sobrevivir a la máscara. En La Prensa. Panamá, 10 de marzo de 1990.
Pág. 2 B.
LANUZA ZÁENZ,
Lisset. Destinos circulares. Panamá,
9 signo editores 2010.
PRADA OROPEZA, Renato. El lenguaje narrativo. San José: EDUCA. 1979.
RAMÍREZ MERCADO, Sergio. Mentiras verdaderas. México:
Editorial Alfaguara. 1998.
REAL ACADEMIA
ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. Madrid, 2001.
SAINT EXUPERY, Antoine. El principito. Buenos Aires: Losada. 1976.
VARGAS LLOSA, Mario. La
verdad de las mentiras. Madrid. Editorial Santillana. 2004.
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