jueves, 13 de junio de 2013

PRESENTACIÓN DE LA OBRA: PEÑA BLANCA, SU HISTORIA, SU GENTE Y LA FESTIVIDAD DE SAN ANTONIO DE PADUA

GUSTAVO BATISTA CEDEÑO

¿Quién que haya intentado escudriñar nuestro pasado puede ignorar que estos caseríos tableños crecieron a la sombra de una institución: la Iglesia que, bien o mal dirigida, transmitió parte de lo que hoy somos?

¿A qué referirnos, entonces, en este pequeño libro, sino a lo que nuestra gente vivió y que no se puede negar?  No es esto una defensa de lo que hemos hechos, pero es necesario hacer estas aclaraciones en un medio como éste donde la incredulidad y el escepticismo a veces parecieran ser el norte.

 Justo hoy, cuando sentimos que a nuestro alrededor todo está en desgreño (pero menos que antes) porque lo que estaba arriba, ahora está abajo y lo que estaba abajo ahora está arriba, y ante la incertidumbre provocada por los momentos históricos en los que nos ha tocado vivir, es preciso que nosotros, los tableños, nos despojemos del mayor mal que puede sufrir un ciudadano panameño: carecer de conciencia histórica.

Para recuperar el amor que vamos perdiendo por nuestras cosas, la conciencia debe despertar, sobre todo, en nosotros que vivimos en los pueblos de provincias, donde la influencia malsana de lo extraño no nos alcanza con tanta fiereza como a los de la capital y, sobre todo, el remedio está en hacer, hacer y poco decir, porque las palabras son buenas, pero los hechos y las obras que se pueden palpar son todavía mejores.


Palabras pronunciadas por el poeta Gustavo Batista en la presentación de la obra Peña Blanca, su historia, su gente y la festividad de San Antonio de Padua. 19 de abril de 1990.

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