OBSERVACIÓN: Esta información fue tomada de la página de la Real Academia Española y se ha publicado en este blog con fines exclusivamente didácticos. (www.rae.es)
Ortografía de la lengua española (2010)
Se excluyen definitivamente
del abecedario los signos ch y ll, ya que, en
realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o
grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así
reducido a las veintisiete letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h,
i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.
El español se asimila con
ello al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las que solo se
consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en todas ellas
existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus fonemas.
La eliminación de los
dígrafos ch y ll del inventario de letras del
abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del
español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la
escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación
del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en
representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del fonema /y/ (calle [kálle,
káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las
letras del abecedario.
Al tratarse de
combinaciones de dos letras, las palabras que comienzan por estos dígrafos o
que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que les
corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente.
La decisión de adoptar el orden alfabético latino universal se tomó en el X
Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en
1994, y viene aplicándose desde entonces en todas las obras académicas.
Algunas de las letras
tienen varios nombres con tradición y vigencia en diferentes zonas del ámbito
hispánico. La nueva edición de la ortografía, sin ánimo de interferir en la
libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el nombre al que esté habituado,
pretende promover hacia el futuro un proceso de convergencia en la manera de
referirse a las letras del abecedario, razón por la que recomienda, para cada
una de ellas, una denominación única común. El nombre común recomendado es el
que aparece en la relación siguiente debajo de cada letra.
a, A
|
b, B
|
c, C
|
d, D
|
e, E
|
f, F
|
g, G
|
h, H
|
i, I
|
a
|
be
|
ce
|
de
|
e
|
efe
|
Ge
|
hache
|
i
|
j, J
|
k, K
|
l, L
|
m, M
|
n, N
|
ñ, Ñ
|
o, O
|
p, P
|
q, Q
|
jota
|
ka
|
ele
|
eme
|
ene
|
eñe
|
O
|
pe
|
cu
|
r, R
|
s, S
|
t, T
|
u, U
|
v, V
|
w, W
|
x, X
|
y, Y
|
z, Z
|
erre
|
ese
|
te
|
u
|
uve
|
uve doble
|
Equis
|
ye
|
zeta
|
La recomendación de utilizar un solo
nombre para cada letra no implica, en modo alguno, que se consideren
incorrectas las variantes denominativas con vigencia en el uso que presentan
algunas de ellas, y que a continuación se comentan:
o
La letra v tiene
dos nombres: uve y ve. El nombre uve es
el único empleado en España, pero también es conocido y usado en buena parte de
América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los
hispanohablantes que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo
de los adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para
poder distinguir en la lengua oral el nombre de esta letra del de la
letra b (be), que se pronuncia exactamente igual. El
hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de
añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como
la denominación recomendada para la v en todo el ámbito
hispánico.
o
La letra b se
denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que
utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio,
quienes llaman ve (corta, chica, chiquita, pequeñao baja)
a la v utilizan habitualmente para la b las
denominaciones complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo
en cada caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse a la v.
o
La letra w presenta
también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve, doble ve y doble
u (este último, calco del inglés double u). Se da
preferencia a la denominación uve doble por ser uve el
nombre común recomendado para la letra v y ser más natural en
español la colocación pospuesta de los adjetivos.
o
La letra y se
denomina i griega o ye. El nombre i
griega, heredado del latino, es la denominación
tradicional y más extendida de esta letra, y refleja su origen y su empleo
inicial en préstamos del griego. El nombre ye se creó en la
segunda mitad del siglo xix por
aplicación del patrón denominativo que siguen la mayoría de las consonantes,
que consiste en añadir la vocal e a la letra correspondiente (be,
ce, de, etc.). La elección de ye como nombre
recomendado para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se
diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i.
o
La letra i, cuyo
nombre es i, recibe también la denominación de i
latina para distinguirla de la letra y cuando para
esta última se emplea la denominación tradicional de i griega.
A diferencia de las
variantes denominativas que se acaban de exponer, todas ellas válidas, no se
consideran hoy aceptables los nombres alternativos que han recibido algunas otras
letras en el pasado; así, se aconseja desechar definitivamente el nombre ere para
la r, así como las formas ceta, ceda y zeda para
la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas
letras son, respectivamente, erre y zeta.
En el sistema ortográfico del español,
la letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para
representar el fonema /k/ ante las vocales e, i (queso [késo], quién
[kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de las posiciones,
con la letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné [akné], tictac [tikták]),
aunque en préstamos de otras lenguas también puede aparecer representado por la
letra k en cualquier posición (karaoke [karaóke], kilo [kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker [búnker],anorak [anorák]).
Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía
del español el empleo de la letra q como grafema
independiente, con valor fónico autónomo. Por ello, los préstamos de otras
lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya
una q que por sí sola represente el fonema /k/, si se adaptan
al español, deben sustituir esa q por las grafías propias de
la ortografía española para representar dicho fonema. En aplicación de esta
norma, voces inglesas como quark o quasar, o
latinas como quorum o exequatur, deben
escribirse en españolcuark, cuásar, cuórum y execuátur.
En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas
voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y
escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde.
Aunque en
el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es frecuente el uso
de grafías originarias no adaptadas o —si los nombres provienen de lenguas que
emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura, como el árabe, el hebreo o
el chino— de transliteraciones de las grafías originarias al alfabeto latino,
sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los topónimos mayores, como son los
nombres de países, es conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la
ortografía del español. Por ello, aplicando la misma norma que para los nombres
comunes, se recomienda emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para
los nombres de esos dos países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones
de los originales árabes que presentan un uso de la q ajeno al
sistema ortográfico del español.
Para poder aplicar con propiedad las
reglas de acentuación gráfica del español es necesario determinar previamente
la división de las palabras en sílabas. Y para dividir silábicamente las
palabras que contienen secuencias de vocales es preciso saber si dichas vocales
se articulan dentro de la misma sílaba, como diptongos o triptongos (vais,
o.pioi.de), o en sílabas distintas, como hiatos (lí.ne.a,
ta.o.ís.ta).
Al no existir uniformidad entre los
hispanohablantes en la manera de articular muchas secuencias vocálicas, ya que
a menudo, incluso tratándose de las mismas palabras, unos hablantes pronuncian
las vocales contiguas dentro de la misma sílaba y otros en sílabas distintas,
la ortografía académica estableció ya en 1999 una serie de convenciones para
fijar qué combinaciones vocálicas deben considerarse siempre diptongos o
triptongos y cuáles siempre hiatos a la hora de aplicar las reglas de
acentuación gráfica, con el fin de garantizar la unidad en la representación
escrita de las voces que contienen este tipo de secuencias.
De acuerdo con dichas convenciones, y
con independencia de cuál sea su articulación real en palabras concretas, se
consideran siempre diptongos a efectos ortográficos las combinaciones
siguientes:
a.
Vocal abierta (/a/, /e/, /o/) seguida
o precedida de vocal cerrada átona (/i/, /u/): estabais, confiar,
diario, afeitar, viento, pie, doy, guion, aunar,
acuario, actuado, reunir, sueño, estadounidense,
antiguo.
b.
Dos vocales cerradas distintas (/i/,
/u/): triunfo, incluido, diurno, huir, viuda,
ruido.
Del mismo modo, se consideran siempre
triptongos a efectos ortográficos las secuencias constituidas por una vocal
abierta entre dos vocales cerradas átonas: confiáis, actuáis,
puntuéis, guau.
Como consecuencia de la aplicación de
estas convenciones, un grupo limitado de palabras que tradicionalmente se
habían escrito con tilde por resultar bisílabas (además de ser agudas
terminadas en -n, -s o vocal) en la pronunciación de buena
parte de los hispanohablantes —los que articulan con hiato las combinaciones
vocálicas que contienen— pasan a considerarse monosílabas a efectos de
acentuación gráfica, conforme a su pronunciación real por otra gran parte de
los hispanohablantes —los que articulan esas mismas combinaciones como
diptongos o triptongos—, y a escribirse, por ello, sin tilde, ya que los
monosílabos no se acentúan gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica.
Las palabras afectadas por este cambio son formas
verbales como crie, crio (pron. [krié],
[krió]), criais, crieis y las de voseo crias, cria (pron.
[kriás], [kriá]), de criar; fie, fio (pron.[fié],
[fió]), fiais, fieis y las de voseo fias, fia (pron.
[fiás], [fiá]), de fiar; flui, fluis (de fluir); frio (pron. [frió]),
friais, de freír; frui, fruis (de fruir); guie,
guio (pron. [gié], [gió]),guiais, guieis y las de
voseo guias, guia (pron. [giás], [giá]), de guiar; hui,
huis (de huir); lie, lio (pron. [lié],
[lió]), liais, lieis y las de voseo lias, lia (pron.
[liás], [liá]), de liar; pie, pio(pron. [pié], [pió]),
piais, pieis y las de voseo pias, pia (pron.
[piás], [piá]), de piar; rio (pron. [rió]),
riais, de reír; sustantivos como guion, ion, muon,
pion, prion, ruan y truhan; y ciertos nombres
propios, como Ruan y Sion.
Aunque la ortografía de 1999, donde se
establecieron las citadas convenciones, prescribía ya la escritura sin tilde de
estas palabras, admitía que los hablantes que las pronunciasen como bisílabas
pudiesen seguir acentuándolas gráficamente. En cambio, a partir de la edición
de 2010 se suprime dicha opción, que quiebra el principio de unidad
ortográfica, de modo que las palabras que pasan a considerarse monosílabas por
contener este tipo de diptongos o triptongos ortográficos deben escribirse
ahora obligatoriamente sin tilde.
Esta convención es solo ortográfica, por lo que no
implica, en modo alguno, que los hablantes deban cambiar la manera en que
pronuncian naturalmente estas voces, sea con hiato o con diptongo.
La palabra solo, tanto cuando es
adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba
un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta
estar solo), así como los demostrativos este, ese y aquel, con
sus femeninos y plurales, funcionen como pronombres (Este es
tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos,
la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas generales
de acentuación, bien por tratarse de palabras llanas terminadas en vocal o
en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y
acabar en consonante distinta de n o s.
Aun así, las reglas ortográficas anteriores
prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y
los pronombres demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del
adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando en un
mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos
de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos [=
‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja
solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’]; o ¿Por
qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el
sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros
usados? (el sujeto de esta oración no está expreso y aquellos acompaña
al sustantivo libros).
Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en
el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el
requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de
oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas
formalmente idénticas, ya que tanto solo como los
demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por
eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso
en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar nunca
estas palabras.
Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi
siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico),
en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones
interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el
contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre
pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en
el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión
de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de
palabras que fuerce una única interpretación.
Hasta ahora se venía recomendando escribir con
tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos
cifras, a fin de evitar que pudiera confundirse con el cero. Este uso de la
tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista prosódico, puesto
que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y
tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la
escritura mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la
conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan
suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente
a 102). Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o se
escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su condición de palabra
monosílaba átona, con independencia de que aparezca entre palabras, cifras o
signos: ¿Quieres té o café?; Terminaré dentro de 3 o 4
días; Escriba los signos + o – en la casilla
correspondiente.
Por primera vez se ofrecen en la ortografía
académica normas explícitas sobre la escritura de las voces o expresiones
prefijadas.
Los prefijos son elementos afijos, carentes de
autonomía, que se anteponen a una base léxica (una palabra o, a veces, una
expresión pluriverbal) a la que aportan diversos valores semánticos. Se resumen
a continuación las normas que deben seguirse para la correcta escritura de los
prefijos en español:
.
Se escriben siempre soldados a la
base a la que afectan cuando esta es univerbal, es decir, cuando está
constituida por una sola palabra: antiadherente, antirrobo, antitabaco,
cuasiautomático, cuasidelito, exalcohólico, exjefe, exministro, exnovio,
expresidente, posmoderno, posventa, precontrato, prepago, proamnistía,
probritánico, provida, superaburrido, superbién, supermodelo, vicealcalde,
vicesecretario, etc. En este caso, no se consideran correctas las
grafías en las que el prefijo aparece unido con guion a la palabra base (anti-mafia, anti-cancerígeno)
o separado de ella por un espacio en blanco (anti mafia, anti cancerígeno).
Si se forma una palabra anteponiendo a la base varios prefijos, estos deben
escribirse igualmente soldados, sin guion intermedio: antiposmodernista,
requetesuperguapo.
a.
Se unen con guion a la palabra base
cuando esta comienza por mayúscula, de ahí que se emplee este signo de enlace
cuando el prefijo se antepone a una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-Gorbachov,
pro-Obama. El guion sirve en estos casos para evitar la anomalía que
supone, en nuestro sistema ortográfico, que aparezca una minúscula seguida de
una mayúscula en posición interior de palabra. También es necesario emplear el
guion cuando la base es un número, con el fin de separar la secuencia de letras
de la de cifras: sub-21, super-8.
b.
Se escriben necesariamente separados
de la base a la que afectan cuando esta es pluriverbal, es decir, cuando está
constituida por varias palabras. Hay determinados prefijos, como ex-,
anti- o pro-, que son especialmente proclives, por su
significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de locuciones o de
grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha acuñado para
ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones
públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos. Esta misma
circunstancia puede darse también con otros prefijos: pre Segunda
Guerra Mundial, super en forma, vice primer ministro.
Así pues, un mismo prefijo se escribirá soldado a
la base, unido a ella con guion o completamente separado en función de los factores
arriba indicados: antimafia, anti-OTAN, anti ácido láctico; provida,
pro-OLP, pro derechos humanos; supercansado, super-8, super en forma, etc.
Las normas aquí expuestas rigen para todos los
prefijos, incluido ex-. Para este prefijo se venía prescribiendo
hasta ahora la escritura separada —con independencia de la naturaleza simple o
compleja de su base— cuando, con el sentido de ‘que fue y ya no es’, se
antepone a sustantivos que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o
parentescos alterables y otro tipo de situaciones circunstanciales de las
personas. A partir de esta edición de la ortografía, ex- debe
someterse a las normas generales que rigen para la escritura de todos los
prefijos y, por tanto, se escribirá unido a la base si esta es univerbal (exjugador,
exnovio, expresidente, etc.), aunque la palabra prefijada pueda llevar
un complemento o adjetivo especificativo detrás: exjugador del Real
Madrid, exnovio de mi hermana, expresidente brasileño, etc.; y se
escribirá separado de la base si esta es pluriverbal: ex cabeza rapada,
ex número uno, ex teniente de alcalde, ex primera dama, etc.
En la nueva ortografía se da cuenta de las normas
que deben seguirse cuando se emplean en textos españoles palabras o expresiones
pertenecientes a otras lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la
equiparación en el tratamiento ortográfico de todos los préstamos (voces o
expresiones de otras lenguas que se incorporan al caudal léxico del español),
con independencia de que procedan de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos)
o se trate de voces o expresiones latinas (latinismos).
De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y
latinismos crudos o no adaptados —aquellos que se utilizan con su grafía y
pronunciación originarias y presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la
ortografía del español— deben escribirse en los textos españoles con algún tipo
de marca gráfica que indique su carácter foráneo, preferentemente en letra
cursiva, o bien entre comillas. En cambio, los extranjerismos y latinismos
adaptados —aquellos que no presentan problemas de adecuación a la ortografía
española o que han modificado su grafía o su pronunciación originarias para
adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas de nuestra lengua— se escriben
sin ningún tipo de resalte y se someten a las reglas de acentuación gráfica del
español:
Me encanta el ballet clásico / Me encanta
el balé clásico.
Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos
La reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por falta de cuórum.
Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos
La reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por falta de cuórum.
Así pues, según la nueva ortografía, y tal como
ilustra el último ejemplo, los préstamos del latín solo se escribirán en letra
redonda y con sometimiento a las reglas de acentuación gráfica del español
cuando estén completamente adaptados a nuestro sistema ortográfico, al igual
que se hace con los préstamos de otros idiomas.
Por su parte, las locuciones o dichos en otras
lenguas que se utilicen en textos españoles deben escribirse igualmente en
cursiva —o, en su defecto, entre comillas— para señalar su carácter foráneo, su
consideración de incrustaciones de otros idiomas en nuestra lengua:
La
historia tuvo un happy end de película.
Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.
Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.
Según se establece en la nueva edición de la
ortografía, las locuciones latinas (expresiones pluriverbales fijas en latín
que se utilizan en todas las lenguas de cultura occidentales, incluido el
español, con un sentido más o menos cercano al significado literal latino)
deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las provenientes de
cualquier otra lengua. Por lo tanto, deben escribirse, de acuerdo con su
carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos
gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina:
Así fue, grosso
modo, como acabó aquel asunto.
Se casó in articulo mortis con su novia de toda la vida.
Renunció motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron aplazar sine die las negociaciones.
El examen post mortem reveló indicios de envenenamiento.
Las grandes potencias eran partidarias de mantener el statu quo.
Se casó in articulo mortis con su novia de toda la vida.
Renunció motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron aplazar sine die las negociaciones.
El examen post mortem reveló indicios de envenenamiento.
Las grandes potencias eran partidarias de mantener el statu quo.
Nota: Las próximas ediciones del diccionario
académico (DRAE) y el Diccionario panhispánico de dudas (DPD)
reflejarán todas estas novedades.
Para usar
adecuadamente los pronombres átonos de 3.ª persona lo(s), la(s), le(s) según
la norma culta del español general, debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la
función sintáctica que desempeña el pronombre y, en segundo lugar, el género y
el número gramatical de la palabra a la que se refiere. En el siguiente cuadro
se muestra la distribución de formas y funciones de estos pronombres:
singular
|
plural
|
|||
3.ª pers.
|
compl. directo
|
masc.
|
lo
(también le,
cuando el referente es un hombre)1
|
los
|
fem.
|
la
|
las
|
||
neutro
|
lo
|
|||
compl. indirecto
|
le
(o se ante
otro pron. átono)
|
les
(o se ante
otro pron. átono)
|
1 En el Esbozo de una nueva gramática
de la lengua española (RAE, 1973) se condena el leísmo referido a
cosa, pero se permite el referido a persona masculina singular; el leísmo
plural siempre ha sido censurado por la Academia, ya que su baja incidencia
desde los textos castellanos más antiguos atestigua que tampoco lo ha
sancionado nunca mayoritariamente el uso de los hablantes cultos.
A continuación se expone de forma
sucinta la norma que rige el empleo de estos pronombres:
- Cuando el pronombre desempeña la función
de complemento directo, deben usarse las formas lo, los para
el masculino (singular y plural, respectivamente) y la, las para
el femenino (singular y plural, respectivamente):
¿Has
visto a Juan? Sí, lo vi ayer.
¿Has visto a Juan y a los niños? Sí, los he visto en el parque.
Compré la medicina y se la di sin que nadie me viera.
¿Has recogido a las niñas? Sí, las recogí antes de ir al taller.
¿Has visto a Juan y a los niños? Sí, los he visto en el parque.
Compré la medicina y se la di sin que nadie me viera.
¿Has recogido a las niñas? Sí, las recogí antes de ir al taller.
[Dada la gran extensión en el uso de los hablantes cultos de ciertas
zonas de España de la forma le cuando el referente es un
hombre, se admite, únicamente para el masculino singular, el uso
de le en función de complemento directo de persona: ¿Has
visto a Jorge? Sí, le vi ayer en el parque].
- Cuando el pronombre desempeña la función
de complemento indirecto, deben usarse las formas le, les (singular
y plural, respectivamente), cualquiera que sea el género de la palabra a
la que se refiera:
Le pedí
disculpas a mi madre.
Le dije a su hermana que viniera.
Les di un regalo a los niños.
Le dije a su hermana que viniera.
Les di un regalo a los niños.
A pesar de la aparente simplicidad del sistema, existen
casos excepcionales o aparentemente excepcionales dentro de la norma, así como
una enorme variedad en cuanto a los usos efectivos en las distintas zonas
hispanohablantes. Si se desea información pormenorizada, pueden consultarse los
artículos LEÍSMO, LAÍSMO y LOÍSMO del Diccionario panhispánico de dudas, así como las
entradas dedicadas a verbos que plantean problemas a los hablantes en cuanto a
la selección de los pronombres átonos de tercera persona (avisar, ayudar, curar, disparar,escribir, llamar, molestar, obedecer, pegar, saludar, etc.).
Cuando el verbo haber se emplea para
denotar la mera presencia o existencia de personas o cosas, funciona como
impersonal y, por lo tanto, se usa solamente en tercera persona del singular
(que en el presente de indicativo adopta la forma especial hay: Hay
muchos niños en el parque). En estos casos, el elemento nominal que
acompaña al verbo no es el sujeto (los verbos impersonales carecen de sujeto),
sino el complemento directo. En consecuencia, es erróneo poner el verbo en
plural cuando el elemento nominal se refiere a varias personas o cosas, ya que
la concordancia del verbo la determina el sujeto, nunca el complemento directo.
Así, oraciones como Habían muchas personas en la sala, Han habido
algunas quejas o Hubieron problemas para entrar al concierto son
incorrectas; debe decirse Había muchas personas en la sala, Ha habido
algunas quejas, Hubo problemas para entrar al concierto.
La forma verbal hubieron es la que
corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o
pretérito de indicativo del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos,
hubisteis, hubieron.
USOS CORRECTOS:
Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos
siguientes:
- Para formar, seguida del participio del verbo
que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto
denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron
terminado, hubieron comido, hubieron salido. Este tiempo
indica que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento
inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el
pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas;
Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de golpe. En
el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos
como cuando, tan pronto como, una vez que, después (de) que, hasta
que, luego que, así que, no bien, apenas. Prácticamente no se emplea
en la lengua oral y es hoy raro también en la escrita, pues en su lugar
suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo
(Cuando todos terminaron, se marcharon a sus casas), bien el
pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas
habían traspasado el umbral,
la puerta se cerró de golpe).
- Como forma de la tercera persona del plural
del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis
verbal haber de + infinitivo, que denota obligación o
necesidad y equivale a la más usual hoy tener que +
infinitivo: El director y su equipo hubieron de
recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para
la película.
USO INCORRECTO:
- No se considera correcto el uso de la
forma hubieron cuando el verbo haber se
emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, pues
con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de
sujeto (el elemento nominal que aparece junto al verbo es el complemento
directo) y se usa solo en tercera persona del singular. Son, pues,
incorrectas oraciones como Hubieron muchos voluntarios para
realizar esa misión o No hubieron problemas para entrar
al concierto; debe decirse Hubo muchos voluntarios para
realizar esa misión o No hubo problemas para entrar al concierto.
USOS INCORRECTOS:
- En la lengua culta actual, la primera persona
del plural del presente de indicativo del verbo haber es hemos, y
no la arcaica habemos, cuyo uso en la formación de los
tiempos compuestos de la conjugación es hoy un vulgarismo propio del habla
popular que debe evitarse en el habla culta; así, no debe decirse Habemos
visto a tu hermano, sino Hemos visto a tu hermano.
- También debe evitarse en el habla culta el uso
de habemos con el sentido de ‘somos o estamos’, puesto
que el verbo haber, cuando se emplea para denotar la
presencia o existencia de personas o cosas, es impersonal y, como tal, se
usa solo en tercera persona del singular: Hay pocos solteros en el
pueblo; Había tres personas en la habitación. Por lo tanto, si
quien habla desea incluirse en la referencia, no debe emplear el
verbo haber en primera persona del plural, como se hace a
veces en el habla popular, recurriendo, para el presente de indicativo, a
la forma habemos: Habemos pocos solteros en el pueblo, Habemos
tres personas en la habitación; debe decirse Somos pocos
solteros en el pueblo, Estamos tres personas en la habitación.
USO CORRECTO:
- Solo es admisible hoy en la lengua
culta el uso de la forma habemos como primera persona del
plural del presente de indicativo de la expresión coloquial habérselas con
una persona o cosa (‘enfrentarse a ella o tratar con ella a la
fuerza’): Ya sabéis con quién nos las habemos; Nos las habemos con
un asesino despiadado.
La palabra se sirve para formar dos tipos
de oraciones, que no deben confundirse aunque tengan en común el hecho de no
mencionar quién realiza la acción verbal:
a) ORACIONES DE PASIVA REFLEJA. En estas oraciones, la forma se precede
a un verbo en tercera persona del singular o del plural, según sea singular o
plural el elemento nominal que aparece junto al verbo y que es su sujeto
gramatical. Por tratarse de una forma de pasiva, esta construcción solo se da
con verbos transitivos: Se vende casa de campo / Se
venden casas de campo. Normalmente el sujeto de estas oraciones denota
cosa, pero puede denotar también persona indeterminada: Se buscan
actores para la película.
b) ORACIONES IMPERSONALES. Se llaman así por carecer de
sujeto gramatical y en ellas la forma se precede siempre a un
verbo en tercera persona del singular. Esta construcción puede darse con verbos
intransitivos (Se trabaja mejor en equipo), con verbos copulativos (Se
está mejor solo que mal acompañado) o con verbos transitivos cuando llevan
un complemento directo de persona precedido de la preposición a (Se
busca a los culpables del crimen).
La confusión entre las oraciones de pasiva refleja (con el
verbo en tercera persona del singular o del plural, concertando con el sujeto
paciente) y las oraciones impersonales (carentes de sujeto y con el verbo
inmovilizado en tercera persona del singular) únicamente puede darse con verbos
transitivos, pues son los únicos que pueden generar ambos tipos de oraciones: Se
buscan casas con jardín (pasiva refleja) / Se busca a los
culpables (impersonal).
En caso de duda sobre cuándo utilizar una u otra
construcción pueden resultar útiles las indicaciones siguientes:
- Si el elemento nominal sobre el
que recae la acción verbal expresa cosa, debe emplearse la construcción de
pasiva refleja; por tanto, el verbo ha de ir en plural si dicho elemento
nominal es plural:
Se
hacen fotocopias.
Se produjeron irregularidades.
Se reanudarán los trabajos de rehabilitación.
Se produjeron irregularidades.
Se reanudarán los trabajos de rehabilitación.
- Si el elemento nominal expresa persona y no va
precedido de la preposición a, se emplea también la
construcción de pasiva refleja:
Se
buscan actores para la película.
Se contratarán nuevos trabajadores para el proyecto.
Se necesitan especialistas en informática.
Se contratarán nuevos trabajadores para el proyecto.
Se necesitan especialistas en informática.
- Si el elemento nominal expresa persona y va
precedido de la preposición a, debe emplearse la
construcción impersonal; por tanto, el verbo irá en singular aunque el
elemento nominal sea plural:
Entre
los gitanos se respeta mucho a los ancianos.
Se entrevistó a los candidatos para el puesto.
Se busca a quienes presenciaron lo ocurrido.
Se entrevistó a los candidatos para el puesto.
Se busca a quienes presenciaron lo ocurrido.
En la lengua culta debe evitarse el uso de adverbios
como cerca, detrás, delante, debajo, dentro, encima, enfrente con
adjetivos posesivos; así pues, no debe decirse detrás mío, encima
suya, etc., sino detrás de mí, encima de él, etc.
El origen de este error está en equiparar el complemento
preposicional introducido por la preposición de (detrás de
María) con los complementos de posesión, de estructura formalmente idéntica
(la casa de María). Sin embargo, se trata de construcciones diferentes:
en la primera (detrás de María), el núcleo del que depende el
complemento preposicional es un adverbio (detrás), mientras que en la
segunda (la casa de María) es un sustantivo (casa). Puesto que
los adjetivos posesivos son modificadores del sustantivo, solo si el
complemento encabezado por de depende de un sustantivo puede
sustituirse sin problemas por un posesivo:
la casa de María = su casa o la casa
suya.
Sin embargo, los adverbios no son susceptibles de ser
modificados por un posesivo, de forma que no admiten la transformación
descrita:
detrás de María no equivale a *su
detrás, por lo que no es admisible decir detrás suya ni detrás
suyo.
En consecuencia, para discernir si es o no correcta una
expresión con posesivo, debemos fijarnos en la categoría de la palabra núcleo:
si es un sustantivo, será correcta (puede decirse al lado mío, pues lado es
un sustantivo); pero no será correcta si se trata de un adverbio (no puede
decirse cerca
mío, pues cerca es un adverbio).
Para no equivocarse, resulta útil saber que si se puede usar
el posesivo átono antepuesto, la construcción con el posesivo tónico pospuesto
será también válida:
Estoy
al lado de María > Estoy a su lado > Estoy
al lado suyo (CORRECTO)
Giraban alrededor de ti > Giraban a tu alrededor > Giraban alrededor tuyo (CORRECTO)
Giraban alrededor de ti > Giraban a tu alrededor > Giraban alrededor tuyo (CORRECTO)
pero
Estoy
detrás de María > *Estoy en su detrás > Estoy detrás suyo/suya (INCORRECTO).
Vive cerca de ti > *Vive en tu cerca > Vive cerca tuyo/tuya (INCORRECTO).
Vive cerca de ti > *Vive en tu cerca > Vive cerca tuyo/tuya (INCORRECTO).
Por último, es importante señalar que el posesivo pospuesto
debe concordar en género con el sustantivo al que modifica; así pues, debe
decirse al lado suyo (y no al lado suya), puesto
que el sustantivo lado es masculino.
Los únicos verbos que en la lengua actual presentan dos
participios, uno regular y otro irregular, son imprimir (imprimido/impreso), freír (freído/frito)
y proveer (proveído/provisto), con sus respectivos
derivados. Los dos participios pueden utilizarse indistintamente en la
formación de los tiempos compuestos y de la pasiva perifrástica, aunque la
preferencia por una u otra forma varíe en cada caso (véase el Diccionario
panhispánico de dudas, s/v imprimir, freír, proveer):
Hemos imprimido veinte
ejemplares / Habían impreso las copias en papel fotográfico.
Nos hemos proveído de todo lo necesario / Se había provisto de víveres abundantes.
Las empanadillas han de ser freídas dos horas antes / Nunca había frito un huevo.
Nos hemos proveído de todo lo necesario / Se había provisto de víveres abundantes.
Las empanadillas han de ser freídas dos horas antes / Nunca había frito un huevo.
No debe asimilarse el caso de estos participios verbales
irregulares con el del nutrido grupo de adjetivos procedentes de participios
latinos, como abstracto (del latín abstractus, participio
de abstrahere), atento (del lat. attentus, part.
de attendere), confuso (del lat. confusus, part.
de confundere), correcto (del lat. correctus, part.
de corrigere), contracto (del lat.contractus, part.
de contrahere), tinto (del lat. tinctus, part.
de tingere), etc. Algunas de estas formas pueden haber
funcionado como participios verbales en épocas pasadas del idioma, pero hoy
funcionan solamente como adjetivos y, por lo tanto, no se usan en la formación
de los tiempos compuestos ni de la voz pasiva de los verbos correspondientes
(no se dice *Han contracto matrimonio o *Son correctos por el
profesor, sino Han contraído matrimonio o Son
corregidos por el profesor). Por lo tanto, la consideración de estos verbos
como «verbos con doble participio» carece de justificación gramatical.
En español existe un esquema particular de negación, que
permite combinar el adverbio no con la presencia de otros
elementos que tienen también sentido negativo.
Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los
indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en
la/mi/tu/su vida y los grupos que contienen la palabra ni aparecen
siempre en oraciones de sentido negativo. Si estos elementos van antepuestos al
verbo, este no va acompañado del adverbio de negación no: Nunca voy
al teatro; Él tampoco está de acuerdo; Jamás lo
haré; Nadie lo sabe; Nada de lo que dice tiene
sentido; Ninguno de ellos es actor; En su vida lo
conseguirá; Ni su padre lo perdonaría. Pero si van
pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no: No voy nunca al
teatro; Él no está de acuerdo tampoco; No lo
haré jamás; No lo sabe nadie; No tiene
sentido nada de lo que dice; No es
actor ninguno de ellos; No lo
conseguirá en su vida; No lo perdonaría ni su
padre. La concurrencia de esas dos «negaciones» no anula el sentido
negativo del enunciado, sino que lo refuerza.
Cuando se da una orden a una segunda persona (del singular o
del plural), deben usarse las formas propias del imperativo, si la oración es
afirmativa, o las formas correspondientes del subjuntivo, si la oración es
negativa, va introducida por la conjunción que o se dirige a
un interlocutor al que se trata de usted.
SINGULAR
Tómate
toda la sopa y deja de protestar.
No te enfades y ponnos otro café.
Que te calles.
Hágame caso.
No te enfades y ponnos otro café.
Que te calles.
Hágame caso.
PLURAL
¡Venid
aquí ahora mismo, granujas!
Poneos el pijama y dormíos cuanto antes.
No lleguéis tarde.
Que os estéis quietos.
Cierren la puerta y siéntense, por favor.
Poneos el pijama y dormíos cuanto antes.
No lleguéis tarde.
Que os estéis quietos.
Cierren la puerta y siéntense, por favor.
No se considera correcto, en el habla esmerada, el uso del
infinitivo en lugar del imperativo para dirigir una orden a una segunda persona
del plural, como se hace a menudo en el habla coloquial:
¡Venir
aquí ahora mismo, granujas!
Poneros el pijama y dormiros cuanto antes.
Poneros el pijama y dormiros cuanto antes.
Solo es válido el empleo del infinitivo con valor de
imperativo dirigido a una segunda persona del singular o del plural cuando
aparece precedido de la preposición a, uso propio de la lengua
oral coloquial: ¡Tú, a callar!; Niños, a dormir.
No debe confundirse el empleo desaconsejable del infinitivo
en lugar del imperativo de segunda persona del plural con la aparición del
infinitivo con valor exhortativo en indicaciones, advertencias, recomendaciones
o avisos dirigidos a un interlocutor colectivo e indeterminado, habituales en
las instrucciones de uso de los aparatos, las etiquetas de los productos o los
carteles que dan indicaciones, hacen recomendaciones de tipo cívico o prohíben
determinadas acciones en lugares públicos: Consumir a temperatura
ambiente; Depositar la basura en las papeleras; No fumar; Lavar a mano. Se
trata, en estos casos, de estructuras impersonales en las que no se da una
orden directa, sino que se pone de manifiesto una recomendación, una obligación
o una prohibición de carácter general, en las que hay que sobrentender fórmulas
del tipo Se debe consumir... / Es preciso consumirlo... / Hay que
consumirlo... / Se recomienda consumirlo...; Debe depositarse la basura en las
papeleras / Hay que depositar la basura a las papeleras; No se puede fumar / No
se permite fumar; Debe lavarse a mano / Se recomienda lavarlo a mano.
El sustantivo agua es de género femenino,
pero tiene la particularidad de comenzar por /a/ tónica (la vocal tónica de una
palabra es aquella en la que recae el acento de intensidad: [água]). Por
razones de fonética histórica, este tipo de palabras seleccionan en singular la
forma el del artículo, en lugar de la forma femenina
normal la. Esta regla solo opera cuando el artículo antecede
inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el
hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra
palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua,
la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son
femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua
clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el
área extenso, el hacha afilado).
Por su parte, el indefinido una toma
generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a
sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha,
un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente,
utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo,
los indefinidos alguna y ninguna pueden
adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o
mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).
Al tratarse de sustantivos femeninos, con los
demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo
determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben
usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma
arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no este hacha, aquel
mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.).
El uso de la secuencia de preposiciones a por tras
verbos que indican movimiento, como ir, venir, volver, salir, etc.,
con el sentido de ‘en busca de’, es hoy normal en el español de España, donde
es corriente decir Ve a por agua, Salgo a por el pan, Volvió a por el
paraguas. En el español de América, en cambio, este uso se percibe
como anómalo y sigue siendo general allí el empleo exclusivo, en estos casos,
de la preposición por: Ve por agua, Salgo por el pan,
Volvió por el paraguas.
No hay razones lingüísticas para condenar el uso de a
por, tan legítimo como el de otras combinaciones de preposiciones
nunca censuradas, como para con, de entre, por entre, tras de, de por, etc.
La secuencia a por (documentada ya en textos españoles de los
siglos XVI y XVII) se explica por el cruce de las
estructuras ir a un lugar (complemento de dirección) e ir
por algo o alguien (‘en busca de’), ya que en esta última está también
presente la idea de ‘movimiento hacia’.
Por otra parte, el uso de ambas preposiciones, frente al
empleo aislado de por, resuelve en muchos casos problemas de
ambigüedad; así, la oración Voy por mi hijo puede significar
‘voy a buscar a mi hijo’, ‘voy en lugar de mi hijo’, ‘voy en favor o por el
bien de mi hijo’ o ‘voy porque me lo ha pedido mi hijo’; mientras que la
oración Voy a por mi hijo solo puede significar ‘voy a buscar
a mi hijo’.
Estas estructuras, provenientes del francés, suelen
considerarse inelegantes y normativamente poco recomendables. Sin embargo, en
determinados ámbitos (en especial, el económico, el administrativo y el
periodístico) han alcanzado una extensión notable, debido a su brevedad. Aunque
se admite su empleo en determinados contextos (cantidad a ingresar, temas a
tratar, problemas a resolver, etc.), no debe olvidarse que en muchas
ocasiones su uso es superfluo y, por consiguiente, resulta preferible evitarlo.
[Para una explicación detallada de los usos incorrectos y de
los admisibles, véase el Diccionario panhispánico de dudas, s/v a2, 3].
Cuando mayor ¾forma procedente del comparativo
latino maior¾ se emplea con verdadero valor comparativo, esto
es, con el significado de ‘que excede a otra cosa en tamaño, cantidad, calidad
o intensidad’ y, referido a persona, ‘que excede en edad a otra’, es incorrecta
su combinación con más; así, El baño no es más mayor
que la cocina o Mi hermano Pedro es más mayor que tú son
oraciones incorrectas por El baño no es más grande/mayor que la cocina o Mi
hermano Pedro es mayor que tú.
Pero mayor tiene, dentro del campo de la
edad, sentidos en que funciona, no como forma comparativa de grande, sino
como un verdadero adjetivo en grado positivo y, en esos casos, como el resto de
los adjetivos, admite su combinación con marcas de grado como más.
Mayor carece de valor comparativo en los casos
siguientes:
- Cuando se opone a pequeño y
significa ‘de no poca edad’. Un niño puede decir Ya soy mayor, queriendo
expresar, simplemente, que ya no se considera pequeño. Con este sentido mayor sí
admite su combinación con marcas de grado, como más, muy o tan:
Cuando seas más mayor, te compraremos una bicicleta; ¡Mira que tan mayor y
todavía con chupete!
- Cuando se usa con el sentido más preciso de
‘adulto’: Cuando sea mayor, me iré de casa.
La existencia de estos usos no comparativos del
adjetivo mayor permite que sean posibles e igualmente
correctas, aunque de significado ligeramente diverso, las oraciones Cuando
seas mayor (= cuando seas adulta), podrás ponerte ese vestido y Cuando
seas más mayor (= cuando tengas más edad de la que tienes
ahora), podrás ponerte ese vestido.
- Cuando significa ‘de edad avanzada’: En
los autobuses hay que ceder el asiento a las personas mayores. También
en este caso mayor admite su combinación con marcas de
grado: Encontré a tu padre cansado, más mayor, casi un anciano.
En las construcciones formadas por dos sustantivos que
constituyen una unidad léxica, en las que el segundo de ellos modifica al
primero como si se tratara de un adjetivo, normalmente solo el primer
sustantivo lleva marca de plural: horas punta, bombas lapa, faldas
pantalón, ciudades dormitorio, pisos piloto, coches cama, hombres rana, niños
prodigio, noticias bomba, sofás cama, etc. No obstante, hay casos en
que el segundo sustantivo puede adquirir un funcionamiento plenamente adjetivo
y adoptar también la marca de plural, como es característico en esta clase de
palabras. Normalmente esto sucede cuando el segundo sustantivo puede funcionar,
con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas; esta es
la razón de que pueda decirse Estados miembros, países satélites,
empresas líderes, palabras claves o copias piratas (pues
son posibles oraciones como Esos Estados son miembros de la UE, Estos
países fueron satélites de la Unión Soviética, Esas empresas son líderes en su
sector, Estas palabras son claves para entender el asunto, Las copias
requisadas son piratas).
Es decir, tanto palabras clave o copias
pirata como palabras claves o copias piratas son
expresiones posibles y correctas. En el primer caso, clave y pirata están
funcionando como sustantivos en aposición y no adoptan la marca de plural. En
el segundo, están funcionando como adjetivos plenos (con el sentido de
‘fundamental’, en el caso de clave, y de ‘ilegal o no
autorizado’, en el caso de pirata), de ahí que adopten la marca de
plural en consonancia con el sustantivo plural al que modifican.
Cuando este tipo de estructuras funcionan como sujeto de una
oración, a muchos hablantes se les plantean problemas a la hora de conjugar el
verbo. En general, es posible poner el verbo tanto en singular (concordando con
el sustantivo cuantificador singular: mayoría, mitad, minoría, resto, etc.)
como en plural (concordando con el sustantivo plural que especifica de qué
seres se trata: manifestantes, alumnos, trabajadores, etc.),
siendo más habitual la concordancia en plural:
La mayoría de
los manifestantes gritaba consignas / La mayoría de los manifestantes gritaban consignas.
La mitad de los alumnos aprobó / La mitad de los alumnos aprobaron.
El resto de los profesores irá a la huelga / El resto de los profesores irán a la huelga.
La mitad de los alumnos aprobó / La mitad de los alumnos aprobaron.
El resto de los profesores irá a la huelga / El resto de los profesores irán a la huelga.
Pero si el verbo lleva un atributo o un complemento
predicativo (es decir, un elemento que, formando parte del predicado, atribuye
cualidades o estados a la entidad designada por el sujeto), solo es normal
poner el verbo en plural, pues el atributo o el predicativo deben concordar
asimismo en plural con el sustantivo plural al que se refieren:
La
mayoría de sus hijos eran altos.
La mitad de los cajones estaban vacíos.
La mayor parte de los excursionistas llegaron cansados.
La mitad de los cajones estaban vacíos.
La mayor parte de los excursionistas llegaron cansados.
El numeral uno, una se apocopa en la
forma un únicamente cuando antecede a sustantivos
masculinos: un libro, un coche; o a sustantivos femeninos que
comienzan por /a/ tónica (una vocal es tónica cuando en ella recae el acento
prosódico o de intensidad): un águila, un alma, un hacha; pero
no se apocopa nunca cuando antecede a sustantivos femeninos que no comienzan
por /a/ tónica: una amapola, una mujer, una novela.
Consecuentemente, todos los numerales compuestos que
contienen el numeral simple uno, una se comportan de la misma
manera y solo se apocopan ante sustantivos masculinos y ante sustantivos
femeninos que comienzan por /a/ tónica. Por lo tanto, igual que decimos una
mujer, una amapola, debemos decir veintiuna mujeres, treinta
y una amapolas (y no veintiún
mujeres, treinta
y un amapolas).
Asimismo, debe decirse uno por ciento, veintiuno
por ciento, treinta y uno por ciento (y no un por
ciento, veintiún por ciento, treinta y un por ciento),
ya que el numeral uno, una solo se apocopa ante determinado tipo de
sustantivos, y por es una preposición.
Los numerales compuestos que contienen el numeral
simple uno, una concuerdan en género con el sustantivo al que
determinan cuando lo preceden inmediatamente, por eso debe decirse veintiuna
personas, treinta y una toneladas (y no veintiún
personas, treinta y un toneladas). [Para los casos de apócope,
véase Veintiuna personas, veintiuno
por ciento en esta misma sección].
Pero cuando entre el numeral y un sustantivo femenino se
interpone la palabra mil, la concordancia de género es
opcional, por lo que puede decirse tanto veintiún mil personas, treinta
y un mil toneladas, como veintiuna mil personas, treinta y una
mil toneladas.
La concordancia en femenino (veintiuna mil personas,
treinta y una mil toneladas) se está imponiendo en el uso actual por
influjo de la que obligatoriamente establecen los numerales de la serie de las
centenas, que acomodan siempre su género al del sustantivo, lo precedan
inmediatamente o no (setecientas toneladas, setecientas mil toneladas).
Como sustantivo, la palabra mil es de género
masculino y se usa, en singular, para designar el propio número: Después
del novecientos noventa y nueve viene el mil. En plural significa
‘millares’ y va normalmente seguido de un complemento especificativo
introducido por la preposición de: Había miles de personas
en la puerta del estadio. Puesto que se trata de un sustantivo
masculino, los determinantes que lo acompañen deben ir también en
masculino: los miles de personas, unos miles de personas, esos miles de
personas (y no las miles de personas, unas miles
de personas, esas miles de personas).
Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios
desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres
animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la
clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de
sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.
La mención explícita del femenino se justifica solo cuando
la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo
evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual
tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina
y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en
razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que
generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican
innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de
término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto
emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia
del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los
alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto,
aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.
Muchos nombres de países pueden usarse opcionalmente precedidos
de artículo: (el) Canadá, (los) Estados Unidos, (la) India, (el)
Líbano, (el) Perú, etc., siendo diferente en cada caso la preferencia
mayoritaria por una u otra opción. En estos topónimos el artículo no forma
parte del nombre propio, por lo que se escribe con minúscula y se amalgama con
las preposiciones a y de dando lugar a las
contracciones al y del:
Nunca
he estado en la India / Nunca he estado en India.
Viajó al Canadá / Viajó a Canadá.
Vengo del Perú / Vengo de Perú.
Viajó al Canadá / Viajó a Canadá.
Vengo del Perú / Vengo de Perú.
Otros topónimos, en cambio, no admiten su uso con
artículo: Iremos a Chile, Han vuelto de Egipto, No conozco Noruega.
Existen, además, algunos topónimos en los que el artículo es
parte indisociable del nombre propio. En esos casos, el artículo se escribe con
mayúscula inicial y no se amalgama en la escritura con las preposiciones a y de:
Lo
conocí en La Habana.
Volverá a El Cairo el mes que viene.
Vengo de El Salvador.
Volverá a El Cairo el mes que viene.
Vengo de El Salvador.
En español, las siglas son invariables en la lengua escrita,
es decir, no modifican su forma cuando designan más de un referente. El plural
se manifiesta en las palabras que las introducen o que las modifican: varias
ONG europeas, unos DVD, los PC. Por eso es recomendable utilizar
siempre un determinante para introducir la sigla cuando esta ha de expresar
pluralidad:
La
medida ha sido apoyada por diferentes ONG del país.
¿Con cuántos PC portátiles podemos contar?
Tengo muchos CD de este tipo de música.
¿Con cuántos PC portátiles podemos contar?
Tengo muchos CD de este tipo de música.
Debe evitarse el uso, copiado del inglés, de realizar el
plural de las siglas añadiendo al final una s minúscula, con o
sin apóstrofo: PC’s, ONG’s, PCs, ONGs.
Las letras mayúsculas deben escribirse con tilde si les
corresponde llevarla según las reglas de acentuación gráfica del español, tanto
si se trata de palabras escritas en su totalidad con mayúsculas como si se
trata únicamente de la mayúscula inicial:
Su
hijo se llama Ángel.
ADMINISTRACIÓN
ATENCIÓN, POR FAVOR.
ADMINISTRACIÓN
ATENCIÓN, POR FAVOR.
La Real Academia Española nunca ha establecido una norma en
sentido contrario.
La acentuación gráfica de las letras mayúsculas no es
opcional, sino obligatoria, y afecta a cualquier tipo de texto. Las únicas
mayúsculas que no se acentúan son las que forman parte de las siglas;
así, CIA (sigla del inglés Central Intelligence Agency)
no lleva tilde, aunque el hiato entre la vocal cerrada tónica y la vocal
abierta átona exigiría, según las reglas de acentuación, tildar la i.
Las formas verbales seguidas de pronombres átonos (me,
te, lo, la, los, las, le, les, se, nos, os) se escriben y se pronuncian
como una sola palabra. Desde la ortografía académica de 1999, estas palabras se
someten como las demás a las reglas de acentuación gráfica del español, sin
constituir ninguna excepción. Así, formas como estate, deme,
detente o arrepintiose se deben escribir sin tilde
por ser palabras llanas terminadas en vocal; formas como riéndonos,
míralas, cállate o decídselo se escriben con tilde
por ser esdrújulas; y oídle, subíos o sonreírte,por
contener hiatos de vocal cerrada tónica y abierta átona (o a la inversa).
También las formas del imperativo de segunda persona del
singular características del voseo deben someterse a las reglas de acentuación
gráfica del español, tanto si se utilizan seguidas de pronombres átonos como si
no. Así, si estas formas se usan sin pronombre añadido, llevan tilde por
tratarse de palabras agudas acabadas en vocal: contá, pensá, mirá,
bebé, salí; si se les añade un pronombre, dejan de escribirse con
tilde por convertirse en palabras llanas acabadas en vocal o en -s: contame,
pensalo, miranos, bebelo, salite (pronunciadas [kontáme, pensálo,
mirános, bebélo, salíte]); y si se les añaden dos pronombres, se escriben con
tilde por convertirse en palabras esdrújulas: contámela, pensátelo,
miránoslos, bebételo.
Las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán,
cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde son tónicas y
se escriben con tilde diacrítica cuando tienen sentido interrogativo o exclamativo.
Estas palabras, por sí solas o precedidas de alguna preposición, introducen
oraciones interrogativas o exclamativas directas:
¿Qué ha
dicho?
¡Con qué seriedad trabaja!
¿Con cuál se queda usted?
¿De quién es esto?
¡Cómo ha crecido este niño!
¡Cuán bello es este paisaje!
¿Cuántos han venido?
¿Hasta cuándo os quedáis?
¿Adónde quieres ir?
¡Con qué seriedad trabaja!
¿Con cuál se queda usted?
¿De quién es esto?
¡Cómo ha crecido este niño!
¡Cuán bello es este paisaje!
¿Cuántos han venido?
¿Hasta cuándo os quedáis?
¿Adónde quieres ir?
También introducen oraciones interrogativas o exclamativas
indirectas, integradas en otros enunciados:
Ya
verás qué bien lo pasamos.
Le explicó cuáles eran sus razones.
No sé quién va a venir.
No te imaginas cómo ha cambiado todo.
La nota indica cuándo tienen que volver.
Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
Le explicó cuáles eran sus razones.
No sé quién va a venir.
No te imaginas cómo ha cambiado todo.
La nota indica cuándo tienen que volver.
Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
Además, pueden funcionar como sustantivos:
En
este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como
adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también
como conjunciones, son átonas (salvo el relativocual, que es tónico
cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:
El
jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
Esta es la razón por la cual no pienso participar.
Ha visto a quien tú sabes.
Cuando llegue ella, empezamos.
¿Estás buscando un lugar donde dormir?
No dijo que estuviese en paro.
¡Que aproveche!
Esta es la razón por la cual no pienso participar.
Ha visto a quien tú sabes.
Cuando llegue ella, empezamos.
¿Estás buscando un lugar donde dormir?
No dijo que estuviese en paro.
¡Que aproveche!
Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso,
son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden
pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se
da cuando los relativos introducen subordinadas relativas sin antecedente
expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter
inespecífico (una persona, alguien, algo, algún lugar, nadie,
nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente
depende de verbos como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar,etc.,
que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos
es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación
tónica, como sin ella, representando la pronunciación átona.
El
problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.
Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.
a) porqué
Es un sustantivo masculino que equivale a causa,
motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada
en vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente
precedido de artículo u otro determinante:
No
comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu
actitud].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Como
otros sustantivos, tiene plural:
Hay
que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
b) por
qué
Se trata de la secuencia formada por la preposición por y
el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se
escribe con tilde diacrítica para distinguirla del relativo y de la
conjunción que). Introduce oraciones interrogativas y
exclamativas directas e indirectas:
¿Por
qué no viniste ayer a la fiesta?
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la
secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón,
causa o motivo.
c) porque
Se trata de una conjunción átona, razón por la que se
escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores:
- Como conjunción causal, para introducir
oraciones subordinadas que expresan causa, caso en que puede sustituirse
por locuciones de valor asimismo causal como puesto que o ya
que:
No fui
a la fiesta porque no tenía ganas [= ya que no tenía
ganas].
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
También se emplea como encabezamiento de las respuestas a
las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
—¿Por qué no viniste? —Porque no tenía ganas.
Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en
dos palabras.
- Como conjunción final, seguida de un verbo en
subjuntivo, con sentido equivalente a para que:
Hice cuanto pude porque no terminara así [=
para que no terminara así].
En este caso, se admite también la grafía en dos palabras
(pero se prefiere la escritura en una sola):
Hice cuanto pude por que no terminara
así.
d) por que
Puede tratarse de una de las siguientes secuencias:
- La preposición por + el
pronombre relativo que. En este caso es más corriente usar el
relativo con artículo antepuesto (el que, la que, etc.):
Este
es el motivo por (el) que te llamé.
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
- La preposición por + la
conjunción subordinante que. Esta secuencia aparece en el caso
de verbos, sustantivos o adjetivos que rigen un complemento introducido
por la preposición por y llevan además una oración subordinada
introducida por la conjunción que:
Al
final optaron por que no se presentase.
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.
Aunque a ver y haber se
pronuncian de la misma forma, deben distinguirse adecuadamente en la escritura.
a) a ver
Se trata de la secuencia constituida por la
preposición a y el infinitivo verbal ver:
Vete a
ver qué nota te han puesto.
Los llevaron a ver los monumentos de la ciudad.
Los llevaron a ver los monumentos de la ciudad.
Como expresión fija, presenta distintos valores y usos:
- En tono interrogativo, se emplea para
solicitar al interlocutor que nos deje ver o comprobar algo:
—Mira lo que he comprado. —¿A ver?
- Expresa, en general, expectación o interés por
saber algo, y va normalmente seguida de una interrogativa indirecta:
A ver cuándo nos dan los resultados.
- Se utiliza para llamar la atención del
interlocutor antes de preguntarle, pedirle u ordenarle algo:
A
ver, ¿has hecho lo que te dije?
A ver, trae el cuaderno.
A ver, trae el cuaderno.
- Equivale a claro o naturalmente, como
aceptación de algo que se considera inevitable:
—Pero ¿al final os vais? —¡A ver! Si no lo
hacemos, perdemos el dinero de la reserva.
- Delante de una oración introducida por la
conjunción si, expresa, bien expectación, curiosidad o
interés, a veces en forma de reto; bien temor o sospecha; bien deseo o
mandato:
¡A
ver si adivinas lo que estoy pensando!
A ver si te caes.
A ver si eres más organizado de ahora en adelante.
A ver si te caes.
A ver si eres más organizado de ahora en adelante.
En muchos de estos casos la secuencia a ver puede
reemplazarse por veamos, lo que pone de manifiesto su relación
con el verbo ver y no con el verbo haber:
A ver con quién aparece mañana en la
fiesta [= Veamos con quién aparece mañana en la fiesta].
A ver si te atreves a decírselo a la cara [= Veamos si te atreves a decírselo a la cara].
A ver si te atreves a decírselo a la cara [= Veamos si te atreves a decírselo a la cara].
b) haber
Puede ser un verbo o un sustantivo:
- Como verbo, haber se usa como
auxiliar, seguido de un participio, para formar los infinitivos compuestos
de la conjugación:
Haber venido
antes.
Tiene que haber sucedido algo.
Sigo sin haber entendido lo que ha pasado.
Tiene que haber sucedido algo.
Sigo sin haber entendido lo que ha pasado.
También se emplea como infinitivo del verbo impersonal que
denota la presencia o existencia de lo designado por el sustantivo que lo
acompaña:
Parece haber un
chico esperándote en la puerta.
Tiene que haber muchas cosas en el frigorífico.
Como sustantivo, haber es masculino y significa, en general, ‘conjunto de bienes o caudales de una persona’:
Tiene que haber muchas cosas en el frigorífico.
Como sustantivo, haber es masculino y significa, en general, ‘conjunto de bienes o caudales de una persona’:
Su haber era más bien escaso.
Aunque en zonas de seseo has y haz se
pronuncian de la misma forma, deben distinguirse adecuadamente en la escritura.
a) has
Se trata de la forma correspondiente a la segunda persona
del singular del presente de indicativo del verbo haber (yo
he, tu/vos has, él ha, nosotros hemos, vosotros habéis,
ellos/ustedes han), con el que se forman los tiempos compuestos de la
conjugación. Así, la forma has, seguida del participio
en -o del verbo que se está conjugando, da lugar a la segunda
persona del singular del pretérito perfecto compuesto (o antepresente) del modo
indicativo:
Has llegado
tarde.
¿Has ido a ver a tu padre?
¿Has ido a ver a tu padre?
Esta forma se emplea además como segunda persona del
singular del presente de indicativo de la perífrasis verbal haber de +
infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más frecuente
hoy tener que + infinitivo:
Has de
estudiar más. [= Tienes que estudiar más].
Has de saber que serás castigado. [= Tienes que saber que serás castigado].
Has de saber que serás castigado. [= Tienes que saber que serás castigado].
b) haz
Como verbo, se trata de la forma de imperativo correspondiente
al pronombre tú del verbo hacer:
Haz lo
que te digo o no te dejaré salir.
Haz lo que tengas que hacer.
Haz lo que tengas que hacer.
La mayor parte de los hispanohablantes pronuncian estas tres
palabras de la misma forma, ya que está muy generalizada la pérdida de la
distinción de los sonidos que representan las grafías ll e y.
Pero conviene distinguirlas adecuadamente en la escritura:
a) haya
Puede ser un verbo o un sustantivo:
- como verbo, es la forma de primera o tercera
persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber.
Con este valor se utiliza, bien seguida de un participio para formar el
pretérito perfecto (o antepresente) de subjuntivo del verbo que se esté
conjugando (haya visto, haya mirado, etc.), bien como verbo de
una oración impersonal:
Espero
que Luis haya aprobado.
No cree que el niño se haya vestido solo.
Quizá haya algo que podamos hacer.
No cree que el niño se haya vestido solo.
Quizá haya algo que podamos hacer.
Si estas
oraciones se expresasen en otro tiempo verbal, la forma haya sería
reemplazada por otra forma del verbo haber:
Esperaba
que esta vez Luis hubiese aprobado.
No creía que el niño se hubiese vestido solo.
Quizá habría algo que pudiéramos hacer.
No creía que el niño se hubiese vestido solo.
Quizá habría algo que pudiéramos hacer.
- Como sustantivo, es femenino y designa un tipo
de árbol:
Hay
que podar el haya del jardín.
Se sentó a la sombra de una frondosa haya.
Se sentó a la sombra de una frondosa haya.
b) halla
Es la forma de la tercera persona del singular del presente
de indicativo, o la segunda persona (tú) del singular del imperativo, del
verbo hallar(se), que significa ‘encontrar(se)’:
No sé
cómo lo hace, pero halla siempre una excusa perfecta para no
ir.
La sede de la organización se halla en París.
La flora se halla constituida por diferentes especies.
Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
La sede de la organización se halla en París.
La flora se halla constituida por diferentes especies.
Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
Obsérvese
que en estos casos la palabra halla se puede sustituir por la
forma encuentra:
No sé
cómo lo hace, pero encuentra siempre una excusa perfecta para no ir.
La sede de la organización se encuentra en París.
La flora se encuentra constituida por diferentes especies.
Encuentra la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
La sede de la organización se encuentra en París.
La flora se encuentra constituida por diferentes especies.
Encuentra la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
c) aya
Es un sustantivo femenino que significa ‘mujer encargada en
una casa del cuidado y educación de los niños o jóvenes’:
Aún se
acordaba del aya sabia y cariñosa de su infancia.
La vieja aya seguía llevando a los niños al parque.
La vieja aya seguía llevando a los niños al parque.
Todas las formas del verbo echar (que
significa, a grandes rasgos, ‘tirar’, ‘poner o depositar’ y ‘expulsar’) se
escriben sin h:
Siempre echo los
papeles a la papelera.
Si echas más sal al guiso lo estropeas.
Hay que echar la carta al buzón.
Tienes suerte si no te echa de aquí ahora mismo.
Si echas más sal al guiso lo estropeas.
Hay que echar la carta al buzón.
Tienes suerte si no te echa de aquí ahora mismo.
El verbo echar forma parte de la
locución echar de menos, que significa ‘añorar’:
Te echo de
menos.
¿Me habéis echado de menos?
¿Me habéis echado de menos?
O de la
locución echar a perder, que significa ‘estropear’:
Siempre
lo echas todo a perder.
También de la perífrasis echar a +
infinitivo, que indica el comienzo de la acción expresada por el infinitivo:
Siempre se echa a
reír en el momento más inoportuno.
Casi me echo a llorar.
Casi me echo a llorar.
Aunque se pronuncian igual, no deben confundirse en la
escritura las formas echo, echas, echa, del verbo echar, que
se escriben sin h, y las formas hecho, hecha,
hechas, del participio del verbo hacer, que se
escriben con h, al igual que el sustantivo masculino hecho (‘cosa
que se hace o que sucede’), tanto cuando se utiliza como tal, como cuando forma
parte de la locución de hecho (‘efectivamente, en realidad’):
¿Has hecho lo
que te dije?
Aunque iba con prisa, dejó hecha la cama.
Ya están hechas las tortillas.
El hecho es que hemos solucionado el problema.
Quería olvidarla. De hecho, intenté no volver a verla.
Aunque iba con prisa, dejó hecha la cama.
Ya están hechas las tortillas.
El hecho es que hemos solucionado el problema.
Quería olvidarla. De hecho, intenté no volver a verla.
El abecedario español está hoy formado por las veintisiete
letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p,
q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.
Solo son propiamente letras los grafemas, esto es, los
signos gráficos simples. Por esta razón, no deben formar parte del abecedario
las secuencias de grafemas que se emplean para representar ciertos fonemas,
como ch, ll, gu (ante e, i), qu (ante e,
i) y rr.
Desde la segunda edición de la ortografía académica,
publicada en 1754, venían considerándose letras del abecedario español los
dígrafos ch y ll, seguramente porque cada uno
de ellos se usaba para representar de forma exclusiva y unívoca un fonema del
español (antes de que la extensión del yeísmo alcanzara los niveles actuales y
diera lugar a que hoy el dígrafo llrepresente dos fonemas distintos,
según que el hablante sea o no yeísta). Es cierto que se diferenciaban en esto
de los demás dígrafos, que nunca han representado en exclusiva sus respectivos
fonemas: el fonema /g/ lo representa también la letra g (gato,
goma, gula, agnóstico, tuareg); el fonema /k/ se escribe además con c (cama,
cola, cuento, acto, coñac) y conk (karaoke, anorak); y
el fonema /rr/ se representa con r en posición inicial de
palabra o detrás de consonante con la que no forma sílaba (rama, alrededor,
enredo).
Sin embargo, este argumento no es válido desde la moderna
consideración de las letras o grafemas como las unidades mínimas distintivas
del sistema gráfico, con independencia de que representen o no por sí solas una
unidad del sistema fonológico. Por lo tanto, a partir de la publicación de
la Ortografía de 2010, los dígrafos ch y ll han
dejado de ser considerados letras del abecedario español, lo que no significa,
naturalmente, que hayan desaparecido de su sistema gráfico; es decir, estas
combinaciones seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las
palabras españolas. El cambio consiste, simplemente, en reducir el alfabeto a
sus componentes básicos, ya que los dígrafos no son sino combinaciones de dos
letras, ya incluidas de manera individual en dicho inventario. Con ello, el
español se asimila al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las que
solo se consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en todas
ellas se empleen determinadas combinaciones de grafemas para representar algunos
fonemas.
Salvo que la mayúscula venga exigida por la puntuación (a
comienzo de texto o después de punto), los nombres de los días de la semana, de
los meses y de las estaciones del año se escriben en español con minúscula
inicial:
Nació el pasado martes,
22 de noviembre.
En Caracas, a 6 de mayo de 2005.
Esta primavera ha llovido mucho.
En Caracas, a 6 de mayo de 2005.
Esta primavera ha llovido mucho.
Solo se inician con mayúscula cuando forman parte de nombres
que exigen la escritura de sus componentes con mayúscula inicial, como ocurre
con los nombres de festividades, fechas o acontecimientos históricos, vías
urbanas, edificios, etc.: Viernes Santo, Primavera de Praga, plaza del
Dos de Mayo, Hospital Doce de Octubre.
A diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, los signos
de interrogación y exclamación son signos dobles en español, como los
paréntesis o los corchetes. Por tanto, es incorrecto prescindir del signo de
apertura en los enunciados interrogativos o exclamativos:
¿Quién
le ha llamado? (no Quién le ha llamado?).
¡Qué prisa tienes! (no Qué prisa tienes!).
¡Qué prisa tienes! (no Qué prisa tienes!).
Por otra parte, después del signo de cierre de interrogación
o exclamación se puede escribir cualquier signo de puntuación salvo el punto:
¡Ah!,
olvidaba darte esto.
¿Han terminado ya de preparar la mesa?
—¿Qué vamos a comer? —preguntó.
¿Han terminado ya de preparar la mesa?
—¿Qué vamos a comer? —preguntó.
Cuando los signos de cierre (? !) constituyen el final del
enunciado, la palabra que sigue se escribe con mayúscula inicial.
¿Dónde
está el restaurante? Olvidé mirarlo en la guía.
¡Qué frío! Coge el abrigo y la bufanda.
¡Qué frío! Coge el abrigo y la bufanda.
La conjunción copulativa y toma la
forma e ante palabras que empiezan por el sonido vocálico /i/
(i- o hi- en la escritura): Eres único e irrepetible;
Necesito aguja e hilo.
Excepciones:
- Cuando al sonido /i/ le sigue una vocal con la
que forma diptongo: La mesa es de madera y hierro (no de
madera e hierro).
Con
aquellas palabras que, como hiato o ion, pueden
articularse con hiato ([i - á - to], [i - ón]) o con diptongo ([yá - to],
[yón]), es válido el uso de e (si se pronuncia un hiato) o
de y (si se pronuncia un diptongo): diptongo e hiato o diptongo y hiato;
moléculas e iones o moléculas y iones.
- Cuando la conjunción se hace tónica y adquiere
un valor adverbial en oraciones interrogativas: ¿Y Inés? (‘¿dónde
está Inés?’ o ‘¿qué tal Inés?’).
Si la palabra que sigue a la conjunción no es española y
comienza por el sonido vocálico /i/, sigue vigente la regla, aunque por
tratarse de una voz extranjera el sonido /i/ inicial no se escriba como i o hi:
Escriba su teléfono e e-mail
(la e de e-mail se pronuncia [i] en inglés).
Paralelamente, la conjunción copulativa mantiene la
forma y si la voz que la sigue no empieza con el sonido /i/,
aunque gráficamente se escriba con i- o hi-:
En esa
fecha se produjo el encuentro entre Franco y Hitler (el
apellido alemán Hitler se pronuncia con h aspirada).
Hasta el momento ha sacado dos discos: Life y I adore you (I se pronuncia [ái] en inglés).
Hasta el momento ha sacado dos discos: Life y I adore you (I se pronuncia [ái] en inglés).
La conjunción disyuntiva o toma la
forma u ante palabras que empiezan por el sonido vocálico /o/
(o- u ho- en la escritura): unos u otros,
minutos u horas, ordenar u organizar.
Cuando la conjunción disyuntiva o va
seguida de una expresión numérica que empieza por la cifra 8, como 8,
80, 81, 800, etc., también debe adoptar la forma u, tanto
en la lectura como en la escritura, porque las palabras que representan estas
cifras (ocho, ochenta, ochenta y uno, ochocientos...) empiezan por el
sonido /o/: 700 u 800.
La conjunción o también se transforma
en u si la palabra que sigue comienza por /o/ en las
correlaciones disyuntivas, en las que aparece una conjunción ante cada una de
las opciones posibles: Los hornos antiguos eran o circulares u ovalados;
La disyuntiva era clara: u obteníamos beneficios pronto o
habría que cerrar la empresa.
En la mayor parte de la España peninsular y en Puerto Rico,
la secuencia consonántica tl se articula pronunciando cada
consonante en una sílaba distinta. Así, palabras como atleta o
Atlántico se dividen en sílabas de la siguiente manera: at
- le - ta, At - lán - ti - co.
En cambio, en casi toda Hispanoamérica —especialmente en
México y en los territorios donde se emplean voces de origen náhuatl, en las
que este grupo es inseparable (tla - co - te, cen - zon - tle)—, en
Canarias y en algunas áreas españolas peninsulares, estas dos consonantes se
pronuncian dentro de la misma sílaba. En este caso, las palabras atleta y Atlántico se
dividen en sílabas de la siguiente manera: a - tle - ta, A - tlán - ti
- co.
Consecuentemente, las palabras con tl se
dividirán con guion de final de línea según el modo como articule el que
escribe esta secuencia de consonantes: si las pronuncia en dos sílabas,
dividirá at- / leta; si las pronuncia en la misma sílaba, atle-
/ ta.
En la datación de cartas y documentos, el uso prefiere desde
la Edad Media expresar los años sin artículo:
8 de
enero de 1681
En Toledo, a 19 de diciembre de 1999.
En Toledo, a 19 de diciembre de 1999.
Esta es, por tanto, la fórmula recomendada en el caso de la
datación de cartas y documentos para indicar los años a partir del 2000:
Quito, 9 de abril de 2007
Esta recomendación no implica que se considere incorrecto
utilizar el artículo en estos casos:
Quito, 9 de abril del 2007
Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta
obligado anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.
Cuando se menciona el año 2000 o los años sucesivos en un
texto, fuera de las fórmulas utilizadas en la datación de cartas y documentos,
se tiende, en el habla espontánea, a usar el artículo delante del año:
Este documento fue revisado en febrero del 2002.
La inauguración está prevista para el 2008.
Pero también es posible, en estos casos, el uso sin
artículo:
Este
documento fue revisado en febrero de 2002.
La inauguración está prevista para 2008.
La inauguración está prevista para 2008.
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