Melquiades
Villarreal Castillo
Como participante en todos los
congresos sobre literatura organizados por la Universidad Tecnológica de
Panamá, testimonio que la producción literaria nacional ha sido examina desde
variadas perspectivas. A ello, sumo la experiencia de haber compartido con los
expositores internaciones, quienes han mostrado complacencia, por la calidad de
los eventos y, sobre todo, por el esmero de nuestra literatura que, poco a
poco, comienza a ganar un sitial meritorio dentro de las letras
hispanoamericanas. En este Sexto Congreso de Literatura Panameña, auspiciado
por la Universidad Tecnológica de Panamá, me enfocaré en un Acercamiento crítico a la producción
cuentística de Gloriela Carles Lombardo, Eyra Harbar y Gilza Córdoba: tres
voces narrativas emergentes en Panamá. Igual que para todos, las reglas para mí
son claras: la brevedad es condición imperante.
Por ello, me
referiré inmediatamente a un enfoque en torno a la obra de Gloriela Carles
Lombardo, quien este año se hizo merecedora del Premio Sagitario Ediciones de Minicuentos,
con la obra Niño de Ajo.
En esta ocasión, me referiré a la obra Fugacidades
en un panal de fuegos, obra publicada el año pasado, de la cual la crítica
ha hecho comentarios muy positivos, tales como el de doña Margarita Vásquez, quien ha dicho: “El libro Fugacidades en un panal de
fuegos interpreta, mediante toques, palpitaciones, formas, metáforas y
alusiones, una serie de rasgos, creencias, sentimientos y dimensiones
culturales relacionados con la percepción de la mujer por ella misma o por los
otros. Procura desentrañar ideas culturales heredadas o adquiridas,
manifestadas en información que ha sido ataviada figuradamente, como se ha
dicho, o, en algún caso, trasvestida. ¿Más específicamente sobre qué habla?
Sobre acciones humanas, sobre formas de conducta, sobre imágenes e
imaginaciones. No se refiere a lo verdadero o falso, sino a la influencia que
puede ejercer la recepción de la palabra escrita, el diálogo, la observación,
el silencio o el ejemplo personal en los personajes y, por ende, en el lector.” (Vásquez,
2018)
“En cambio, el
polifacético, Salvador Medina Barahona nos dice: Fugacidades en un panal de fuegos, primer libro de la escritora panameña
Gloriela Carles Lombardo (Ciudad de Panamá, 1977), justo viene a ofrecernos el
fruto de una hibridación que ya no solo habla del tejido de dos géneros que de
suyo se desbordan el uno sobre el otro, sino de la tensión que opera a partir
de sus asociaciones líquidas, lo mismo que de la armonía que los concilia en un
mismo espacio textual.
Es un libro que alterna
consistentemente poemas breves (de estructura versal, algunos de los cuales
exhiben un cierto aliento narratológico) con minificciones en prosa de
evidentes vuelos poéticos.” (Medina Barahona, 2018)
Y, en su prólogo a la obra, Enrique
Jaramillo Levi indica: “En este sentido,
mucho tiene de surrealista su prosa, de asociación de ideas al modo de la
escritura automática, de hibridación en movimiento perpetuo, de quiebre radical
con lo establecido. De actitud rompedora. Para ello, el uso de la ironía, el
sarcasmo, el absurdo, la hipérbole de prosapia antigua, y a ratos incluso la
implícita y sin embargo vibrante denuncia, son instrumentos de semántica
precisión casi que quirúrgica. En algunos textos campean sin mucho eufemismo
traumas, fobias, rabias a punto de estallar convertidas en ficciones
encomiables, sorprendentes… Y como todo empeño renovador en el arte, esta forma
oblicua de escribir abre nuevos caminos.” (Jaramillo Levi, 2018)
Del libro de Carles Lombardo, nos
encontramos con una combinación de minicuentos, con minipoemas, que sería
interesante llevarlos a un laboratorio más amplio, con la finalidad de obtener
un punto de vista más general y exacto a una obra que, al buen estilo
cortazariano, le exige al autor, al lector y se exige a sí misma. En el relato
La otra, se observa la presencia freudiana que en alguna medida nos sirve para
entender los enmarañados laberintos de una mujer, quien, cuando fue abandonada
por su padre: “De
pequeña fue feliz. Era la niña de los ojos de su papá. Un día lo perdió. Se fue
con otra mujer. Desde entonces se entramó en su inconsciente un tropo de
venganza y la búsqueda de su progenitor. Disolvió matrimonios, se estampó la
etiqueta de “querida”, se le abalanzaron mujeres-madres-esposas a pedradas. Más
tarde se casó con la sombra de su padre.” (Carles Lombardo, 2018, pág. 36) Este microrrelato,
en lugar de ofrecernos una historia finalizada, nos imbuye en un sinnúmero de
nuevas preguntas, ¿por qué la protagonista se identificó tanto con su padre?
¿por qué su inconsciente se torna en caldo de cultivo para la venganza? ¿porqué
se venga en personas inocentes? ¿qué quiere decir el narrador cuando nos indica
que el personaje más tarde con la sombra de su padre? ¿será tal vez una
sugerencia que también abandonará a la protagonista? que nos invitan a realizar nuevas lecturas.
En cuanto a los poemas de Gloriela
Carles Lombardo, al igual que sus minicuentos están pletóricos de vértices
interpretativos; sus variadas posibilidades, en esencia, recrean la vida, desde
lo simple a lo trascendental, de lo cotidiano a lo extraordinario, puesto que
pocas palabras son capaces de crear y recrear situaciones afines a todos:
“te
llaman así. relámpago. ruido pesado/ granizas en la esquina del comienzo/
relámpago. hermosura gris/ tu pecho trotante. vehemente rugido / miel en la
hiel. silencias murmullos. Escalas /
pero el arrullo no muere / sentada sobre el ala de qué sinfonía / te florecen los párpados / y la arista
ofuscada de qué último beso / ese frenesí en el que anidas / ese ardor tierno
del sol / eso que no se conoce.” (Carles Lombardo, 2018, pág. 65)
En
verdad, hay varias interpretaciones imposibles, inclusive las equívocas, en las
que el lector juega a ser el dios de los significantes y de los significados,
sin tener ningún acercamiento al dios-creador que es el artista de la palabra.
El poema puede referirse a la brevedad de la vida (relámpago) con sus cargas de
sufrimiento (ruido pesado); una vida que per se es extraña porque graniza en el
comienzo (el granizo es rara avis en nuestro medio, donde, generalmente, solo
llueve; y lo más interesante, por lo menos para mí, es combinación miel con
hiel, que puede ser una imagen de alegría y sufrimientos, los dos mares entre
los que navega nuestra existencia.
En el minicuento Revés, la autora nos pone frente a una metáfora
incitadora de múltiples interpretaciones: “—¿Qué puede emanar de la nada?, se
pregunta en voz alta mientras va terminando de tejer una bolsa que la engulle
sin darse cuenta.” (Carles Lombardo, 2018, pág. 53) ¿A qué se refiere
realmente, a la destrucción del personaje que es devorado por su obra, la bolsa
que teje? O es tal vez un llamado de atención a la humanidad entera que crea
una bolsa de destrucción que simboliza el capitalismo salvaje, la competencia
sin freno, y la destrucción del planeta. ¿Es la ambición del hombre la bolsa
que teje y lo devorará? Disculpen que haya venido a traer dudas, en lugar de
soluciones, pero así es la literatura de Gloriela Carles Lombardo, una
permanente invitación a la reflexión y a la lectura.
Gilsa Córdoba (Panamá, 1979) es una
cuentista que, aunque emergente (porque emerge con -Augurio, 2018- su
primer libro), formó parte de los talleres de escritura de cuento, quien al
prologar la obra nos indica: “Uno de los méritos que a mi juicio tienen estos
cuentos de Gilza es su asombrosa variedad temática y formal. Resulta evidente
que, más que preocuparse de buscarle un solo registro a su creatividad tratando
de establecer un estilo propio reconocible en esta primera muestra lo que le
interesa más es narrar de forma amen situaciones muy diversas, cuya
verosimilitud se logra mediante el uso de un lenguaje esmeradamente selecto,
así como por su manera de destacar la conducta singular de algunos de sus
personajes. La versatilidad de la autora es, pues, manifiesta. (Jaramillo
Levi, 2018, pág. 11) Jaramillo Levi en el prólogo, “Entrando ya un poco en los cuentos
mismos del libro, quiero destacar que Hogar es a mi juicio un minicuento
perfecto: por su gran concentración anecdótica ahíta de acumulada violencia, y
por la hondura de sus implicaciones.” (Jaramillo Levi, 2018, pág. 13) Coincido totalmente
que la justa apreciación de Jaramillo Levi, pues Hogar es un relato en el cual
Anabel, la protagonista, logra la felicidad (su hogar es un manicomio) al ser
bien atendida y tratada como un verdadero ejemplar de la raza humana, tras
haber asesinado a su madre, quien a su vez había matado a Kiev, el conejito que
era la mascota de Anabel y lo preparó como la cena de ese día. El minicuento esboza una nueva realidad, por
lo menos en cuanto a la concepción cósmica, pues, aunque no es común utilizar
las mascotas como cena, es menos común matar a la madre por haber matado a un
conejo. Sin embargo, el relato se desarrolla guiado por un hilo de
incuestionable verosimilitud, pues lleva al lector a paladear los intrincados
comportamientos del ser humano, haciendo alarde de la conocida afirmación
popular que cada cabeza es un mundo: tenemos una madre que no ve pecado en
matar a la mascota de su hija, al tiempo que la hija no ve inconveniente en
vengar la muerte de su mascota, aunque la venganza recaiga en su progenitora.
Hay en los relatos de Gilza Córdoba una
clara influencia de Edgar Allan Poe, pues en algunos de sus relatos lo trágico,
lo tétrico y el más allá se combinan, para complicarle la existencia a los
terrenales habitantes de este valle de lágrimas. En Augurio, que lega su título
a la colección, el narrador nos convence de lo supra afirmado: “Es por todos
sabido que las gentes que nacieron en occidente durante los siglos del V al XV
tuvieron apercibidas por un temor supersticioso, reminiscencia de creencias,
actos y rituales provenientes del paganismo antiguo, de tal manera que asuntos
tan cotidianos como la compra de un terreno, la tenencia de animales domésticos
y hasta la vida conyugal, eran con frecuencia intervenidos por rituales mágicos
o esotéricos.” (Córdoba, 2018, pág. 25) El personaje
principal del relato, con mentalidad muy siglo XXI, entiende perfectamente
estos conceptos medievales, hasta que un cuervo se presenta en su hogar y, poco
a poco, lo sumerge en el mundo de la duda, el cual, en no pocas ocasiones
conduce al mundo de la credulidad, que lo llevan, inclusive en creer en
supuestas maldiciones que Shakespeare introdujo en Macbeth, las cuales se cumplen
irremediablemente, si no se cumple con ciertos rituales.
Él protagonista decide acabar con el
problema del cuervo y lo mata, se deshace de él. Sin embargo, el asunto no
termina ahí, pues el personaje vuelve al hogar y se duerme; se da cuenta que
hay un cuervo (que puede ser el espectro del cuervo que él mato), decide
tirarle un libro para deshacerse de él, sin embargo un fuerte dolor en el
pecho: “Desde entonces vago sin descanso en la bruma de lo incorpóreo caminando
por los cementerios de la ciudad o tomando un lugar en los palcos vacíos de los
teatros durante las obras como un aficionado más al arte, casi siempre sin ser
advertido por nadie.” (Córdoba, 2018, pág. 35) El relato es, a mi
juicio una gran elaboración literaria, en la cual el lector queda atrapado en
varias posibilidades que van desde que las maldiciones medievales perviven como
sustratos en nuestro tiempo o que simplemente son reales y se cumplen.
En El cuaderno de numerología volvemos
a encontrarnos con elementos sobrenaturales, pues el personaje se dedica a
través de juegos intrincados de magia a adivinar los números de lotería, los
cuales siempre son premiados; el dinero lo emplea para solventar los problemas
económicos de su familia. En realidad, este cuento recrea las raras creencias
que existen en Panamá en cuanto a relaciones aritméticas, incomprensibles por
lo menos para mí, para acertar la lotería como las famosas pirámides, etc. Sin
embargo, el cuaderno está maldito según el personaje quien, de paso, no se
interesa por obtener beneficios económicos tal y como lo hace su familia. El cuaderno maldito le genera dinero, pero el
dinero no le ofrece felicidad, sino que le trae nuevos problemas, como el temor
de lo que le pueda ocurrir.
De Eyra Harbar, Jaramillo Levi nos dice
que: “A excepción de un cuento de extensión mediana, como “Los remedios de Miss
Harrington” (pletórico de una gran humanidad en la forma de ser e interactuar
de sus personajes) y de algún otro como “Viaje prometido”, las ficciones que
Eyra Harbar reúne en este libro no suelen pasar de una página, y a menudo solo
tienen un párrafo de ceñida y muy cincelada extensión. Cada forma de
describirnos un conflicto en ciernes o desarrollándose arrollador hasta
alcanzar su desenlace, posee una magia poderosa que al igual que pone en
movimiento lo que a menudo es estático, en la forma cautivante de lo expuesto
hace vibrar al lector por su fuerza intrínseca inaudita. De hecho, podría
decirse que en no pocos de estos textos la naturaleza, el entorno, la atmósfera
o los sucesos mismos, a menudo ligados a lo telúrico o a lo sobrenatural
imprevisible, fungen como los verdaderos protagonistas de las historias.”
(Jaramillo Levi, 2018, pág. 35)
El microrrelato Profeta que a la letra
dice: “El gallo canta en la madrugada e intenta en vano convencer a las aves
vecinas que ha empezado el día. Esta vez no es la primera que quiere robar el
sueño en el barrio. Canta y no logra persuadir a su especie, pues siguen
durmiendo a pluma suelta. Se confirma así aquella antigua cita que asegura que
nadie es profeta en su propia tierra.” (Harbar, 2018, pág. 47) es un minicuento
pleno en posibilidades, pues el gallo es uno de los grandes símbolos de la
literatura universal: el canto del gallo anunció la traición de Pedro a Cristo
y, por una pelea de gallos José Arcadio Buendía mata a Prudencio Aguilar hecho
que lo conduce a la fundación de ese Macondo mítico que nos sigue retratando de
cuerpo entero. En el caso que nos ocupa, nos encontramos con un gallo
frustrado, que intenta inútilmente convencer a sus semejantes del próximo
amanecer que está por llegar. Sin embargo, si sacamos el símbolo del
contexto el gallo tiene otras
posibilidades, tales como los mensajes de Cristo, Mahoma, Buda, etc., para que
vivamos una vida menos cruel, aunque también puede ser esa especie de vox
clamantis in deserto de unos pocos juanes bautistas que nos invitan a despertar
y luchar contra la corrupción que carcome los cimientos de la sociedad ante la
hiperbólica, tal vez estulta indiferencia de la mayoría.
El cuento Paciencia que a la letra
dice: “No entienden que en cada nueva guerra arderán sus bibliotecas, sus
orgullosos inventos de civilización y sus avances tecnológicos, y yo guardaré
los escombros de cada ciudad desaparecida con su registro de muertos y ceniza.
Yo, tierra maestra de los sabios del planeta, los guardaré con la etiqueta:
nueva extinción.” (Harbar, 2018, pág. 61) Se vislumbra la
autodestrucción del hombre como consecuencia de su avaricia y la trascendencia
de la escritura (guardada por la tierra) como vestigio único de su existencia.
El concepto latino homo homini lupus se aplica en su totalidad en este microrrelato,
toda vez que el hombre destruye el planeta para satisfacer su ambición, sin
percatarse que, mediante una especie de karma, se autodestruye.
Las tres cuentistas emergentes que, de
manera breve, he reseñado en esta ocasión, dan claro testimonio de que, aunque
las considero excelentes en su producción, evidencia universalidad, concisión,
manejo adecuado del lenguaje, diversidad semántica y, sobre todo, testimonios
nacientes de los derroteros que nuestra literatura, en general, está próxima a
alcanzar.
Referencias bibliográficas
Carles Lombardo, Gloriela. (2018).
Fugacidades en un panal de fuego. Panamá: Foro/taller Sagitario Ediciones.
Córdoba, Gilza. (2018). Augurio. Panamá: Impresora del
Pacífico.
Harbar, Eyra. (2018). No está de más. Panamá: Foro/taller Ediciones
Sagitario.
Jaramillo Levi, Enrique. (2018). Figuraciones creativas en los cuentos
de Gilza Córdoba. En G. Córdoba, Augurio (págs. 9-17). Panamá: Impresora
Pacífico.
Jaramillo Levi, Enrique. (2018). Figuraciones creativas
en los cuentos de Gilza Córdoba. En G. Córdoba, Augurio (págs. 9-17). Panamá:
Impresora Pacífico.
Medina Barahona, Salvador. (2018). Tejido, tensión y
armonía en el libro Fugacidades en un panal de fuegos de Gloriela Carles de
Lombardo. En G. Carles Lombardo, Fugacidades en un panal de fuegos. Panamá:
Foro/taller Sagitario Ediciones, 2018.
Vásquez, Margarita. (2018). Levanto la copa. En L.
Carles, Fugacidades en un panal de fuegos. Panamá: Foro/taller Sagitario
Ediciones.
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