viernes, 4 de enero de 2013

PEDRO CORREA VÁSQUEZ: LA CANCIÓN DEL PORDIOSERO

Melquiades Villarreal Castillo

El 4 de enero de 1996 se apagó la llama vital del poeta Pedro Correa Vásquez, nacido en la ciudad de Chitré el 21 de mayo de 1955.
Pedro Correa Vásquez
(21 de mayo de 1955 - 4 de enero de 1996)
Poeta, ensayista y, sobre todo, un gran maestro.  Pedro ganó el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró, sección poesía,  en dos ocasiones.  En 1982, lo obtuvo con la obra Plagio y, en 1994, con el poemario La Canción del Pordiosero
La Canción del Pordiosero es un poemario con aspiraciones elevadas, no es un simple juego de creatividad, persigue plasmar a través de los meandros de la estética, mensajes perdurables en el tiempo y en el espacio.
En una ocasión, en 1991, cuadro Pedro Correa se refirió al poemario Áncora y Otros Poemas de Gustavo Batista, hizo comentarios ciento por ciento aplicables a  La Canción del Pordiosero: "... Una obra poética que siempre aspiró a la pureza más difícil, marca toda la tónica que recorrerá  toda la poesía (poemario)...  Su cosmovisión siempre sería oscura, negativa.  Pocas veces nos encontramos con una fiesta de luz. Es más: allí donde la luz es lo imperante, el poeta presente la presencia de las sombras como elemento destructor."  En el texto, no encontramos luz; cuando la hay es como uno de los versos de Pedro: "una inmensa ola, nacida en el infierno."
La Canción del Pordiosero es una trinidad: Vida, Esperanza y Muerte.
Vida
“Vida,
temida en los comienzos,
¿serás Temida hoy?
(…)
(Y la misma figura
 – una estampa que ves todos los años–
le viene al recuerdo:
un Hombre es crucificado por la salvación del mundo
y el mundo
 –piensas–
Aún espera salvación).”
Esperanza
“Esperanza cansa
la flor se viste en la mañana
-sueña el hombre solitario-
guardará para siempre su candor
puede ser que sea ahora lanza,
que sea ahora mansa
paloma
para recordar.
Si la lanza, mata.
Si es mansa, engaña.
Esperanza, mira que él alcanza otro peldaño en medio del dolor.
Mira que los vientos lo derrumban
y sueña con el último calor.
Eres tú la culpable de los males.
si esa flor que pusiste en la alborada
hubiera durado para siempre
no habría en el mundo tanto llanto y tanto horror.”
Muerte
“Hay un río legendario que se seca siempre más
hay una cruz, hay un Calvario.
hay una fe y también un rosario
que cuenta con sus cuentas el dolor.
La vida se acumula en un armario
de aflicción y llanto y destrucción.
Ya nada queda. El viejo horario
se detuvo porque falso es el reloj.
Hay un destino que es por siempre sabio.
legendario es el Calvario y el rosario y el amor.”
Pasados tantos años desde la muerte de Pedro y desde que escribiera sus Voces de un Relato Aprendido sobre la poesía de Gustavo Batista Cedeño, creo que, hoy como nunca, las palabras que él dedicó al poeta Batista, serían su mejor epitafio: “Su alma era un depósito de oscuros recuerdos.”
También recuerdo las palabras inaugurales de su curso de Poesía Hispanoamericana en el que participé: “El cinéreo destino del hombre.”  En ese momento, en él, se había cumplido.

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