miércoles, 28 de diciembre de 2011

ROBERTO POR EL BUEN CAMINO: UN LIBRO NECESARIO

En esta ocasión, quiero dejar mi testimonio sobre una utopía de una autora panameña que le imprime a la novela Roberto por el buen camino, que llegó a mis manos tibia por la calidez de las prensas, un toque especial, pues trata un aspecto que a todos nos interesa, pues la seguridad de nuestras calles es tan dudosa que nunca sabemos si alguien se antoja de nuestra vida antes de cada amanecer. La delincuencia juvenil, nos compete a todos, aunque sabemos que en la realidad pretendemos evadirla (conscientes de que, por lo menos las personas de bien, o los que de manera arbitraria nos inmiscuimos en el bando de los buenos), pues cada caso lo sentimos lejano... hasta que nos toca a nosotros.

       Por la novela de Rose Marie las acciones, cual sujetos, campean en diversas circunstancias, convirtiendo a los seres humanos en auténticos objetos de una predestinación difícil de evadir.

        Así, pues el crimen, siempre injustificado, la sed de venganza y el odio se enfrentan al perdón, al amor fraternal y a la fe en el ser humano, el cual siempre tiene una oportunidad para regenerarse. La obra también contempla aspectos que tocan a las puertas de nuestra conciencia: ¿Hasta dónde somos culpables de lo que ocurre? Acaso ¿hacemos algo para mitigar las penas de nuestros semejantes, convirtiéndonos en barreras para que no caigan en el abismo de las soluciones fáciles? ¿Hasta dónde el egoísmo que nos caracteriza contribuye con el hundimiento de nuestros semejantes?

Inclusive, la obra de manera directa toca a la prensa que se goza en su espíritu mercantil de venta. Vale más la pena hablar de muertos, de sangre y violaciones; la conciencia colectiva está tan imbuida de maldad que no prestaría atención a un medio que hable de las bondades de la ciudad de Panamá que son muchas. Ocurre lo que en todas partes. A manera de ejemplo y alejándome del tema, puedo compararlo con el Carnaval de Las Tablas que tantos atractivos tiene y son ignorados para proyectar la homosexualidad, el desparpajo y la borrachera.

            Así, Rose Marie elabora un párrafo interesante que debe mover a la reflexión a los reporteros:

 "La reportera estaba sorprendida: en su vertiginoso ascenso al estrellato de la crónica roja siempre había aparecido como la mujer que lograba sacar de las casillas a los más conocidos personajes públicos; el trabajo de edición que se lograba en el canal, antes del programa, le permitía aparecer como la que tenía siempre la palabra, pero esta mujer no sólo había cuestionado su trabajo profesional, sino que la había retado a formar parte de un proyecto en el que una vez, recién graduada de la Universidad, ella también había creído. Con el tiempo se convención de que magnificar las escenas de violencia, hurgar en el alma de los homicidas, capturar el llanto y el dolor de las víctimas, pagaba mejor que ponerse a buscar respuestas a los problemas que lo causaban. Ahora, la entrevista se le había salido de las manos y no sabía qué hacer.” (Pág. 77)

En síntesis, puedo argumentar que la obra pone a la juventud panameña en un punto céntrico entre las dos veredas morales: el bien y el mal. Por un lado, está la recta conducción, el respeto y el amor como nortes de vida; por el otro, encontramos el irrespeto, el salvajismo y el desdén como sendas seguras al sufrimiento y a la muerte.


1 comentario:

  1. me parece exelente el trabajo de la autora me quito el sombrero

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