viernes, 21 de enero de 2011

SOBRE DEFINICIONES Y RECETAS DE COCINA

Melquiades Villarreal Castillo
            Un diccionario, por lo menos un buen diccionario, intenta definir palabras en todos los ámbitos del saber humano.  En el caso del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) su finalidad primaria es establecer un léxico (significantes y significados) que permitan al hablante expresarse de forma amplia y tan exacta como sea posible.
            Ahora bien, es interesante observar conjuntos de palabras relacionadas por un eje temático.  En el caso que nos ocupa, nos remitiremos a palabras relacionadas con la cocina y, tal vez, lleguemos a la conclusión que, dentro del DRAE, existe oculto un libro de cocina.
            Un caso que captó mi atención es la palabra churú: m. Pan.  Cascarilla que cubre el grano de arroz y debe desecharse antes de la cocción.” Es discutible, por lo menos, en el área donde vivo: el churú no es la cascarilla en sí, a la que de paso, llamamos afrecho; el churú es el arroz sin pilar, el conjunto de grados  con la cáscara; por ello, se habla de arroz churú; es decir, sin pilar.  Ahora bien, ese no es el aspecto más notable, sino que la definición se convierte en una especie de receta de cocina, cuando se indica que hay que desechar el churú antes de la cocción del arroz. 
            Así, pues, no es difícil encontrar un recetario de cocina, levemente disimulado, en las páginas del DRAE.  Veamos algunas de estas definiciones o recetas de cocina.
Observaciones: Las definiciones son tomadas del Diccionario de la Real
 Academia Española. 22ª ed. Madrid: Espasa-C alpe. 2001. Versión en CD-ROOM.  Solo se toman en cuenta las acepciones relacionadas con la cocina.
El símbolo (~)  se lee como la palabra definida. Ejemplo: En la entrada café, encontramos: ~ irlandés. Se entiende que significa café irlandés.
Bisté o bistec. (Del ingl. beefsteak, de beef, buey, y steak, lonja, tajada). m. Lonja de carne de vaca soasada en parrilla o frita.
|| 2. Loncha de carne preparada de esta manera.
buñuelo. (Der. del ant. *boño, y este del gót. *buggjo, grumo; cf. cat. bony, bulto). m. Fruta de sartén que se hace de masa de harina bien batida y frita en aceite. Cuando se fríe se esponja y sale de varias formas y tamaños.
||  3. Ven. Bola pequeña de masa de yuca, que se prepara con huevo y queso y se endulza con miel o melado.
|| ~ de viento. m. El que se rellena de crema, cabello de ángel u otro dulce.
café. (Del it. caffe, este del turco kahve, y este del ár. clás. qahwah). || 3. Bebida que se hace por infusión con esta semilla tostada y molida.  
|| ~ a la turca. m. Arg. y Ur. El que se prepara sin filtro, vertiendo agua hirviendo sobre el café molido.
|| ~ descafeinado. m. Aquel al que se ha reducido el contenido de cafeína.
|| ~ irlandés. m. El que se prepara con nata y güisqui.
 || ~ puro, o ~ solo. m. café sin leche.
|| ~ vienés. m. El que se prepara con nata.
chicha2. (De la voz aborigen del Panamá chichab, maíz). f. Bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada, y que se usa en algunos países de América.
 || 2. Chile Bebida que se obtiene de la fermentación del zumo de la uva o de la manzana.
|| 3. Cuba. Bebida refrescante preparada con azúcar y cáscaras de piña fresca que se han dejado fermentar en agua dos o tres días.
|| 4. Pan. Refresco hecho con frutas.
|| 7. Ven. Bebida refrescante hecha con arroz, leche y especias.
chicharrón, na. adj. coloq.  || 3. m. Residuo de las pellas del cerdo, después de derretida la manteca.
|| 4. Residuo del sebo de la manteca de otros animales. || 5. Carne u otra vianda requemada.
|| 7. Am. Piel del cerdo joven, oreada y frita.
|| 9. Fiambre formado por trozos de carne de distintas partes del cerdo, prensado en moldes.
chocolate. (Etim. disc.; cf. nahua xocoatl, de xoco, amargo, y atl, agua). m. Pasta hecha con cacao y azúcar molidos, a la que generalmente se añade canela o vainilla.
 || 2. Bebida que se hace de esta pasta desleída y cocida en agua o en leche.
chorizo1. (Del lat. salsicĭum). m. Pedazo corto de tripa lleno de carne, regularmente de puerco, picada y adobada, el cual se cura al humo.
cuajado, da. (Del part. de cuajar2) || 3. m. Comida que se hace de carne picada, hierbas o frutas, etc., con huevos y azúcar.
|| 4. And. Dulce casero cocido al horno, en el que entran huevo y azúcar, almendras, etc.
|| 6. Requesón hecho de los residuos de la leche en el suero después de hecho queso, generalmente agregando algo de leche.
ensalada. f. Hortaliza o conjunto de hortalizas mezcladas, cortadas en trozos y aderezadas con sal, aceite, vinagre y otras cosas.
|| 5. Cuba. Refresco preparado con agua de limón, hierbabuena y piña.
|| ~ de frutas. f. Mezcla de trozos de distintas frutas, generalmente con su propio zumo o en almíbar.
|| ~ italiana. f. La que se hace con diversas hierbas, y a veces, además, con pechugas de aves, aceitunas, etc.
 || ~ repelada. f. La que se hace con diferentes hierbas, como mastuerzo, pimpinela, hinojo, etc.
hojaldre. (De hojalde). amb. Masa de harina muy sobada con manteca que, al cocerse en el horno, forma muchas hojas delgadas superpuestas. U. m. en m.
|| 2. Dulce hecho con esta masa.
mondongo. (De mondejo). m. Intestinos y panza de las reses, y especialmente los del cerdo.
 || 2. coloq. Intestinos del hombre. || hacer el ~. fr. Emplearlo en hacer morcillas, chorizos, longanizas, etc.
morcilla. (Quizá de la raíz de morcón). f. Trozo de tripa de cerdo, carnero o vaca, o materia análoga, rellena de sangre cocida, que se condimenta con especias y, frecuentemente, cebolla, y a la que suelen añadírsele otros ingredientes como arroz, piñones, miga de pan, etc.
natilla. (Del dim. de nata). f. C. Rica. Nata agria que se saca de la leche cruda.
|| 2. Dulce cremoso que se hace con leche, huevos y azúcar, cocido a fuego lento.
paella. (Del valenciano paella). f. Plato de arroz seco, con carne, pescado, mariscos, legumbres, etc., característico de la región valenciana, en España.
sancocho. m. Alimento a medio cocer.
|| 2. Am. Olla compuesta de carne, yuca, plátano y otros ingredientes, y que se toma en el almuerzo.
|| 3. C. Rica. Comida cocinada con agua, sal y algún otro condimento.
|| 5. Cuba. Resto de comida que se utiliza como alimento para los cerdos.
|| 6. despect. coloq. Cuba y Ur. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes.
sopa. (Del germ. *sŭppa). f. Pedazo de pan empapado en cualquier líquido.
|| 2. Plato compuesto de rebanadas de pan, fécula, arroz, fideos u otras pastas, y el caldo de la olla u otro análogo en que se han cocido.
|| 3. Plato compuesto de un líquido alimenticio y de rebanadas de pan. Sopa de leche, de almendras.
 || 4. Pasta, fécula o verduras que se mezclan con el caldo en el plato de este mismo nombre.
 || 5. (Por componerse básicamente de pan y caldo). Comida que se da a los pobres en los conventos.
 || 6. Rebanadas de pan que se cortan para echarlas en el caldo.
|| ~ boba. f. Comida que se da a los pobres en los conventos.
 || ~ borracha. f. La que se hace de pedazos de pan o bizcochos, mojados en vino con azúcar y canela. Se hace también de otras cosas.
|| ~ dorada. f. La que se hacía antiguamente tostando el pan en rebanadas, a las cuales se les echaba el caldo más sustancioso de la olla y una porción de azúcar y granos de granada.
|| ~ juliana. f. La que se hace cociendo en caldo verduras, como berza, apio, puerros, nabos, zanahorias, etc., cortadas en tiritas y conservadas secas.
 || ~ negra. f. C. Rica. Caldo de frijoles negros con condimentos y, generalmente, huevo.
|| ~s de ajo. f. pl. Las que se hacen de rebanadas de pan cocidas en agua, y aceite frito con ajos, sal y, a veces, pimienta o pimentón.
|| ~s de gato. f. pl. Las que se hacen de rebanadas de pan cocidas en agua, aceite crudo y sal.

lunes, 17 de enero de 2011

EL ESCAPISTA: UNA FUGA ONÍRICA

Melquiades Villarreal Castillo
  El hombre de nuestro tiempo vive prisionero de sus propias actividades, en una cárcel monótona e infranqueable.  Carlos Wynter Melo, en su obra El escapista (galardonada con el Premio del Concurso de Cuentos José María Sánchez, versión 1998), sabe asir con maestría los elementos más habituales de la cotidianidad, a través de su pluma, por ende, sabe pintar al hombre cautivo de su propia cárcel.
  La obra, como conjunto, se compone de cuatro cuentos: Nicanor da la vuelta, El administrador, Apariciones y El escapista, que lega su nombre a la colección. Encontramos dos elementos recurrentes en los cuatro relatos: el sueño y el escape. Y es que cada una de las narraciones recrea la angustia existencial generada por la inseguridad frente al futuro que confronta la humanidad, sobre todo la juventud. En el cuento Nicanor da la vuelta, se habla de una persona que, constantemente, está al servicio de sus padres y de la lectura; pero el día que su padre falta no sabe qué hacer con su tiempo libre; en El administrador, nos encontramos con la tribulación del jefe de una empresa, que no recibe el cariño de sus subalternos, situación que lo lleva a escaparse del rechazo del que es víctima, en el ambiente nebulosa de las casas de prostitución.
  Apariciones engendra, mediante un interesante ejercicio mimético, la realidad de un hombre que no encuentra el solaz en su esposa, a quien debe servir infinitamente, porque la misma es víctima del lumbago y de un cansancio congénito, lo cual lo lleva a escaparse de su realidad, a través del sueño con una hermosa mujer desnuda, que acalla las inquietudes viriles de un hombre frustrado.
El último cuento de la colección. El escapista recoge en su esencia la cosmovisión hechicera de un actor de la magia que realiza escapes metafóricos, al estilo de Houdini, hasta que un día se escurrió de la vida, a través de una alegoría –un avión de papel– para nunca más aparecer.
  El narrador que deliberadamente actúa en primera persona, emplea como recurso lo ordinario, por lo cual el leedor que sufra de cojera asimilativa tal vez se niegue el regodeo intelectual de decodificar la esencia de El escapista, ignorando que tal vez el relator se inspiró en él mismo, en su intento de escape de la rutina a través del sueño.
  La obra (además de ser un estupendo ejercicio literario y un fino cuadro en el que se esbozan ambientes y personajes por medio de la palabra) está plasmada a través de un código matemático, cuya ecuación siempre se va a presentar –tal vez de manera arcana– por medio del mismo paradigma.
  Recurro a la teoría de la intencionalidad del narrador para poder decodificar las reglas lúdicas que plantea la obra, pues si se emplean las mismas variables (el sueño y el escape), entonces es probable que, a través de un intrincado recreo, el lector pueda ser capaz de componer el rompecabezas y llegar a la respuesta del problema.
  La misma, inclusive, es sugerida con una propensión mefistofélica por el relator, quien, lógicamente, pretende despertar el interés del lector.  En este sentido, Winter Melo, de acuerdo con mi línea de aprehensión, logra reproducir la intención de Cortázar en ambientes propios de Kafka, Onetti o Jurado.
  La disquisición exige el funcionamiento de la mente para encontrar la solución al enigma. A mi juicio, la lógica matemática de Wynter Melo se expresa de manera transparente; Nicanor, Teodoro, el administrador y Vitorio Casagrande no son representaciones simbólicas de arquetipos humanos: el lector, simplemente, tiene que mirarse en un espejo, atisbar fijamente los ojos de la imagen y comprenderá que las variables se ajustan a su vida, que es él quien realmente trata de escapar y sería interesante conocer sus sueños, para poder obtener la clave de la puerta onírica de salida de un cómplice artificioso que a diario huye de su propia esencia.
Publicado en Revista Maga. N°41. Tercera Época.  Panamá: Mayo-Agosto de 2000.  Págs. 58-59

miércoles, 12 de enero de 2011

PEÑA BLANCA: 100 AÑOS DE EDUCACIÓN

     Melquiades Villarreal Castillo 
     (Palabras pronunciadas en el Marco de la Celebración del Primer Centenario de Educación en Peña Blanca). 
     En la vida de los pueblos se dan acontecimientos muy especiales; como el que vive Peña Blanca en este momento: sus 100 años de educación escolarizada.
    Vivimos en un pueblo especial, cuyos primeros datos escritos aparecen en el año 1774, de acuerdo con datos suministrados por el historiador Alberto Osorio, quien trajo del Archivo general de Indias en Sevilla, España, información sobre un censo realizado por el Presbítero Domingo Sánchez Iradi, 23 años antes de la aparición de la Parroquia de Santa Librada en 1797 regida por Fray León Faxardo; dato interesante si consideramos que las primeras independencias hispanoamericanas se iniciaron hace exactamente dos siglos.
Peña Blanca, probablemente, fue fundado como corregimiento de la nueva república de Panamá en 1909, aunque no he podido constatar la fecha oficial, que podría oscilar entre agosto y diciembre de ese año; sin embargo, un hecho que ha influido en todos los hijos de este pueblo sucede, probablemente, en 1858, cuando Biviana Domínguez encuentra la imagen de San Antonio de Padua.
       Hermanos peñablanqueños y les llamó así desde dos razones, desde el punto de vista de la fe que nos une y por la bendición de ser hijos naturales de esta tierra  de promisión.   
    Para mí, la educación es un hecho muy importante, porque ha marcado mi vida y estoy seguro que también sus vidas.
     Hoy tenemos una dicha sin igual; tenemos vivos a  Tulita  que a sus 95 años nos testimonia  que forma parte de la primera generación de estudiantes registrados en 1926, tenemos a Nene que a sus 98 años es uno de los primeros estudiantes de nuestro pueblo, de una generación anterior; Tulita  (señora Gertrudis Vargas)  nos recuerda que formó parte de la primera generación testificada de estudiantes peñablanqueños en 1926, alumna de la primera maestra de la que tenemos memoria: María del Carmen Vásquez de Barrios, a quien Tulita recuerda como maestra Carmencita Vásquez, aunque indudablemente, existieron otros docentes en los 16 años anteriores.
    Peña Blanca es un pueblo  bendecido.  Panamá tenía apenas 6 años como República; había menos de tres años de la Fundación del Instituto Nacional, cuando en el convulso año de 1910, cuando hasta julio habían pasado 4 presidentes de la República; durante la administración del cuarto de ellos, Carlos A. Mendoza se suscribe el Decreto N°69 de 14 de julio de 1910, mediante la cual se crea la Escuela de Peña Blanca.
     No he logrado encontrar información escrita sobre los primeros 15 años de educación en nuestro pueblo. Sin embargo, de aquella primera escuela conservamos el nombre del estudiante José del Carmen Domínguez (1898-1969), quien cursó hasta el segundo grado. El señor Carmen Domínguez, como se le conoce a aquel alumno primario, se destacó por su caligrafía de monasterio y por cantar en latín, hasta el año de su muerte, las letanías en las fiestas patronales de la comunidad. 
    Durante muchas décadas en la educación de nuestra comunidad, el maestro compartía como guía de la comunidad, convivía con ella; aunque no hubiera nacido en estas tierras el docente era el faro que guiaba a los pueblos; fue en 1972, con la aparición de los representantes de corregimiento cuando se empieza a eclipsar tan importante figura. Era la época en que no había televisión y las docentes hacían galas de sus labores a través de las famosas veladas, que eran una de las formas en las que la cultura llegaba al pueblo a través del teatro popular.
        Sin duda alguna, el docente que más influencia ha tenido en la comunidad de Peña Blanca es Benigno Vergara, debido a la cantidad de años en la que laboró y por ser nativo y por el hecho de vivir en la comunidad, por lo que era maestro y ejemplo, dentro y fuera del aula de clases.
Cabe destacar que los primeros estudiantes de esta comunidad que gozaron de la dicha de asistir a una escuela secundaria, fueron Benigno Villarreal y José Dimas Cedeño (hoy arzobispo Emérito de Panamá). Benigno y Moseñor Dimas viajaron a caballo.
La escuela, según nos cuenta la señora Tulita tuvo varias sedes en diversas casas: lo que hoy es la casa de Tin Vargas donde impartió clases la maestra Carmen Vásquez; además, las casas de la señora Geñita, las casas de Dámaso y Diomedín, la casa de Avelino, la casa de Eleida, etc.
El edificio que en la actualidad alberga la escuela fue construido en 1967, por la Alianza del Progreso con la ayuda decidida del entonces Rector de la Universidad de Panamá Bernardo Lombardo, durante la Presidencia de Marcos Robles.
En la actualidad, la escuela ha tenido una decida  y positiva labor a favor de la comunidad, como lo demuestran los profesionales cuyos pininos educativos se dieron en este centro educativo que, aunque pequeño, en la actualidad es una escuela modelo que sirvió como caldo de cultivo al Programa Escuela Nueva, Escuela Activa.
Es atendida en nuestros días, por un grupo diligente de maestros (Migdalia  González que es la directora, además laboran en la escuela las maestras Benita V. de Jaén, Manuela M. de Villarreal, Claudia Vásquez, Félix Vásquez, Diomedes Jaén, Zobeida Vergara, Aura Vega, Germán Zárate, Librada Nieto e Irumis Montenegro) sus aulas cuentan todas con aire acondicionado, poseen un moderno laboratorio de informática que contribuye a hacer más sólida la educación aquí impartida.
      Recordar es vivir y quiero hacer algunas reflexiones.  Hay una lista de nombres que yo nunca podré olvidar:     
 Delgado Agustín,
Domínguez Deny, 
Domínguez Ernesto, 
Domínguez Héctor, 
Villarreal David
Villarreal Melquiades;
Aparicio María,
Domínguez Damarys,
García Fulvia,
Domínguez Nereida,
Domínguez Rosa,
Domínguez Vielka,
Quintero Elia,
Vergara Maribel,
mis compañeros de escuela primaria, que fuimos atendidos por la maestra Doris, por la Maestra Gloria, por el maestro Chino (Víctor Córdoba), por el maestro Antonio Barahona, Tuto, por la Maestra Dalila y los maestros especiales; Diomedes, Ocha, Evelia, Aracelys, Tony.
       Del maestro Chino aprendí el amor por la lectura, de la maestra Doris aprendí el amor por la escuela a la que he dedicado mi existencia y mis caprichos por la escritura.  Recuerdo maestra, que a usted debo mi afición por la escritura, puesto que una vez nos puso un 2 en religión por no ir a misa y después nos habló de Juan XXIII, el papa bueno a quien yo quise escribirle una carta (claro que yo no sabía que ya había 12 años que estaba muerto y que el papa en ese momento era Paulo VI) para que intercediera para que la maestra no le pusiera 2 a los estudiantes que no habían podido ir a misa, porque su papá los tenía trabajando; muchos años después, frente al cadáver de aquel santo varón, con alegría y con tristeza recordé el incidente; la maestra Dalila nos hizo leer la historia de un héroe español llamado Rodrigo Díaz de Vivar que tenía un caballo llamado Babieca, y muchos años después tuve la oportunidad de estar frente a su cráneo en la Real Academia Española, después de más de ochocientos años de muerto; otra vez nos habló de una tal Penélope que durante el día tejía un paño y en la noche lo descosía; recurso que me sirvió para aprobar mis tres últimos años de artes manuales con la maestra Ocha, pues como no tenía dinero para comprar hilo los jueves cosía lo que sería una cebadera y la volvía a descoser para volverla a coser el jueves siguiente; de la maestra Gloria aprendí la comprensión; en mis días de primaria no había luz eléctrica y una vez mi guaricha cayó sobre un trabajo y la manchó, mis compañeros me hicieron llorar al decirme que la maestra no lo recibiría; pero no fue así, eso influyó en mi vida profesional, maestra, todavía trato de comprender la realidad de mis alumnos. 
Son tantas cosas, tantos recuerdos sobre mis días en la escuela primaria, que es un cuento para nunca acabar…
    Tantas cosas hay que decir de este primer centenario. Tantos testimonios existen. Podemos recordar que la maestra Nida q.e.p.d. enseñó el hábito del ahorro; el maestro Benigno que con dureza enseñó caligrafía y conducta; podemos recordar también a destacados productos de la educación de nuestra escuela: un ingeniero como Dámaso, músicos como Norberto Cortés, (Beto) y Justino Cortés, autor de la pieza El rancho de Goyo, un poeta como Emiliano Castillo (Jongo) que en décimas dejó un interesante testimonio de su época vital, un corregidor como Manolo “Panta” Domínguez que supo poner en cintura a los malacostumbrados de la época y que propició la separación de las Yescas, hoy San Miguel, de nuestro corregimiento en 1958 y tantos otros que han contribuido con el engrandecimiento de nuestro terruño.
    Hay otra educación que no tiene que ver con la escuela, sino con el testimonio de vida de las personas; es el caso de la fe de José de la Cruz Delgado “Lu”, que nunca pide y siempre da; una persona que siempre está contenta y que en mis casi cuarenta y cinco años me visita con frecuencia y siempre tiene una esperanza para regalar; es el caso de Anacleto Villarreal, mi padre, a quien muchos han criticado y, aunque nunca fue a la escuela, supo identificarse con una familia numerosa y con un ejemplo sin igual,  pues en una ocasión se juzga a sí mismo y se condena a 33 años de cárcel. ¿Cuántos tendremos el valor de hacernos un examen de conciencia igual? Es el caso de Benigno Villarreal, cooperador callado de todas las actividades de la comunidad; el caso de personas que no conocí, como Domingo Vergara “Minguito” que es recordado por la defensa de sus opiniones; Luis Domínguez trabajador incansable, Bienvenido Domínguez “Bienve”, que desperdició una voz maravillosa para ser fiel a sus creencias que todavía recordamos…; tantas cosas buenas ha dado la educación a este pueblo… No pretendo abusar de su paciencia. El tema no se ha agotado.  Recordemos que nuestra educación ha dado productos de gran valía, entre ellos, tenemos que anotar que los tres últimos directores regionales de educación son hijos de la educación  peñablanqueña, Nidia Pérez de Domínguez, Catalino Domínguez y Ernesto Domínguez son fuentes de orgullo para nuestro pueblo; Benita Villarreal de Jaén simboliza a todos los docentes que ha dado esta tierra, Monseñor Dimas, sin duda alguna, con la verdad más terrenal, tal vez ajena a su humildad, que pueda esgrimir es el peñablanqueño más ilustre.
Hay una persona que fue mi maestro de primaria y que todavía labora en la escuela, es el docente que más tiempo ha dedicado a la educación de nuestro pueblo; para él, pido un caluroso aplauso. Me refiero al maestro Diomedes Jaén. Enhorabuena maestro.        
A partir de 1996, la Escuela de Peña Blanca heredó el nombre de uno de sus alumnos más destacados, el poeta Gustavo Batista Cedeño, que de paso, legó a Peña Blanca su primera historia titulada: Peña Blanca: su historia, su gente y la festividad de San Antonio de Padua, que además de ser un vivo testimonio de todos los acontecimientos acaecidos a partir de 1774 (primera fecha en que Peña Blanca se encuentra documentada) hasta nuestros días en que, felizmente, celebramos el primer Centenario de Educación en nuestro pueblo.
       Quiero hacer un tributo al historiador de nuestro pueblo, Gustavo Batista Cedeño, quien el 19 de abril de 1990, en la presentación de la Historia de Peña Blanca, esgrimió unas sabias palabras que he guardado con mucho celo durante 20  Gustavo dijo así:
“¿Quién que haya intentado escudriñar nuestro pasado puede ignorar que estos caseríos tableños crecieron a la sombra de una institución: la iglesia que, bien o mal  dirigida, transmitió parte de lo que hoy somos?
¿A qué referirnos, entonces, en este pequeño libro, sino a lo que nuestra gente vivió y no se puede negar?
No es esto una defensa de lo que hemos hecho, pero es necesario hacer estas aclaraciones en un medio como éste donde la incredulidad y el escepticismo a veces parecieran ser el norte.
Justo hoy, cuando sentimos que a nuestro alrededor todo está en desgreño (pero menos que antes) porque lo que estaba arriba, ahora está abajo y lo que estaba abajo ahora está arriba, y ante la incertidumbre provocada por los momentos históricos como los que nos ha tocado vivir, es preciso que nosotros, los peñablanqueños nos despojemos del mayor mal que puede sufrir un ciudadano: carecer de conciencia histórica.
Para recuperar el amor que vamos perdiendo por nuestras cosas, la conciencia debe despertar, sobre todo, en nosotros los que vivimos en pueblos de provincias, donde la influencia malsana de lo extraño no nos alcanza con tanta fiereza como a los de la capital y, sobre todo, el remedio está en hacer, hacer y poco decir, porque las palabras son buenas, pero los hechos y las obras que se pueden palpar son todavía mejores.”
       Los frutos de la educación en nuestro pueblo no terminan. Apenas empiezan. Es compromiso de todos hacer una reflexión y dejar a las generaciones venideras un testimonio de nuestro devenir en este valle de lágrimas.
Peña Blanca, 14 de julio de 2010.

martes, 11 de enero de 2011

MAR Y SUEÑO: CLAVES DE LA POESÍA DE SINÁN.

Melquiades Villarreal Castillo.


(Este artículo fue publicado en la edición N°14, de la Revista Mosaico, del Diario La Prensa. Año 1, el domingo 21 de abril de 2002, págs. 30 y 31, para conmmeroar el Centenario del Nacimiento de Rogelio Sinán).

Foto obtenida a través de Internet.
    Cuando el libro Onda vio la luz en 1929, nuestro país no estaba preparado para una innovación tan brusca, después del aclimatado imperio del cisne daríano y de los cantos que pretendían concretar la patria creada en noviembre de 1903.

Foto obtenida a través de Internet.
     Rogelio Sinán genera un novedoso abanico de posibilidades poéticas, muchas de las cuales –todavía– no han sido asimiladas en su justa dimensión.  Estos cambios obedecen al hecho de que, en este autor, no solo encontramos un poeta, sino también a un teórico de la poesía y, sobre todo, un creador de su propia poética (entendida, atinadamente, por Elsie Alvarado de Ricord en función de ruptura y descubrimiento).
      Así nos lo manifiesta el autor de Semana Santa en la Niebla en el poema Poética que a la letra dice:

"Ni recta, ni curva, tu senda,
saloma, persiga el hallazgo.
Construye tu vida hacia adentro
y estudia, faceta a faceta,
tu arcilla, tu sombra, tu imagen.
Delgada la masa maleable,
materia será,
trampolín
para el salto seguro.
Parabólico, salto, perfecto,
pues saldrás –Afrodita-
del mar de ti misma, si mancha, callada, sublime…”

     Sin lugar a dudas, el postulado poético de Sinán se sabe poeta, se sabe pequeño dios y por eso propone una forma singular para concebir nuevos mundos a través de la poesía.
    Es un principio comúnmente aceptado por la crítica panameña que Sinán es el iniciado y el iniciador de la vanguardia en Panamá. Es consabido que nuestro poeta es creacionista; sin embargo su creacionismo muchas veces incurre en lo más ortodoxo de la poesía española, lo cual también es una forma de innovar, tal como lo muestra en los siguientes heptasílabos con los que da inicio a su poema Kodak:

“El sol te dio un pedazo
de luz; y por tu cuerpo
desnudo corren claros
relumbres de desierto.”

   La métrica y la rima son tradicionales, pero el ingenio y la sutiliza en el manejo de la imagen denotan ruptura con la tradición.  El hablante se muestra revolucionario y original, amalgama la llaneza con la complejidad, lo embrionario con lo último en poesía.  Sabiamente mezcla sus poemas en una fusión radiante y onerosa donde se conjugan lo efímero y lo eterno.  En su poesía, se advierte un mundo cosmopolita que no desecha el toque esencial de la panameñidad.  Por ello, el héroe lírico concibe la saloma como “la primera expresión poética del hombre”, la cual sin ser palabra, pues solo alcanza el estado de cadencia, está impregnada de la muestra semántica más pura y significativa del lirismo que identifica al ser humano.
   La experiencia vital primaria del máximo hombre de letras de nuestra tierra canalera transcurre en Taboga, una isla hermosa del Pacífico panameño, bañada por un sol inclemente, acariciada por una agradable atmósfera marina.  Estos factores se fusionan en una simbiosis indisoluble que atrapa su estro, de modo tal que no pudo –tal vez no quiso– escapar del caracol de sus años primeros, aunque fue un hombre que conoció gran parte del planeta. Concibió ese ambiente como el espacio ideal para su producción literaria. Él mismo afirmó: “el mar y el sueño son las mejores claves de mis versos, n mundo casi onírico y un horizonte azul de siete mares.”
    El verso “el viejo sol está bañado de luz” es, a mi juicio, un testimonio fidedigno de la opinión que el bardo emite acerca de su propia producción.  La imagen está magistralmente lograda y, en efecto, el mar y el sueño se evidencian en la figuración que el héroe lírico percibe en el hecho onírico de su musa, la cual, sentada frente al mal, observa que el mismo, cual espejo, refleja y multiplica la luz, produciendo una embriaguez hermosamente radiante, candente y eterna.
    Rogelio Sinán sabía que, en su país, la lectura no es un fenómeno común, por lo que, con su peculiar ingenio, se vale nuevamente de sus claves, sueño y mar, para comparar el carnaval con el teatro (por extensión toda la literatuta), con el afán de despertar en el panameño común el mismo interés por la lectura que manifiesta por el carnaval.
    La Dirección de Extensión Cultural de la Univeridad Tecnológica de Panamá (una universidad de ingenieros, por cierto) bajo la administración de Enrique Jaramillo Levi, publicó la obra Poesía Completa de Rogelio Sinán, la cual cuenta con un prólogo finamente hilvanado por la directora de la Academia Panameña de la Lengua, Dra. Elsie Alvarado de Ricord; sin embargo, con preocupación veo que la comunidad literaria nacional se ha privado de saborear esta exquisitez, situación que me impele a balbucear los versos de Ricardo Miró cuando, en medio del paroxismo de la ausencia, espetó su célebre verso: “revuelvo la mirada y a veces siento espanto”, ante el hecho lamentable de que la mayor parte de los quinientos ejemplares, todavía no han encontrado quien los adquiera, mucho menos quien los lea; al menos, como diría su autor, esperan estoicamente convertirse en una cena suculenta para los seres más intelectuales de Panamá: las polillas.
     Para culminar, coincido con Aristides Royo en cuanto a que: “el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es adquirir su obra y leerla”, y que al leer la obra de Sinán en el primer centenario de su nacimiento (aparte de rendirle tributo, de adquirir cultura, de descubrir mundos y posibilidades poéticas insólitas) se honra “a uno de los más grandes panameños de todos los tiempos.”
Peña Blanca, Las Tablas, 16 de marzo de 2002.
(El autor es profesor de español en la sede de los Santos de la Universidad de Panamá y en el I.P.T. de Azuero).

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