jueves, 23 de diciembre de 2010

MÚSICA DE LAS ESFERAS: ¿CANCIÓN DE LOS SONIDOS DEL SILENCIO O SINFONÍA DEL AGUA?

Melquiades Villarreal Castillo
Para Silvia, en Navidad.

 
Silvia Fernández-Risco
         Los días previos a la Navidad nos envuelven con las frescas caricias de los vientos del norte para invitarnos a compartir en familia.  Eso es lo usual. Sin embargo, en esta Navidad, sentí una inquietud diferente atraído por el lujurioso amarillo de la portada del cuentario Música en las esferas de Silvia Fernández-Risco…Ese sentimiento pudo más que lo usual y terminé leyendo el texto completo….

            La obra se compone de nueve cuentos, en los cuales pululan personajes cotidianos, los cuales, al ser pintados con la pluma de Silvia cobran una dimensión diferente junto con sus acciones y con su hábitat. Se convierten en fina poesía. Me negué, como siempre lo hago a leer el prólogo, tal y cual hago con cualquier prólogo,  del maestro Ernesto Endara, debido al temor conocido de dejarme influir por una lectura ajena; sin embargo, terminé convencido de que Endara tiene razón en cada una de las apreciaciones expuestas.
            El cuento que hereda el nombre a la colección parte de un referente inusual, pues recuerda que según Pitágoras: “los cuerpos celestes producen sonidos  que al combinarse forman la llamada música de las esferas.” Difícil sería comprender esa afirmación cósmica, si no existiera el amor como acto de carne y espíritu en el cual los cuerpos se asfixian en la muerte placentera del orgasmo.  Por ello, la protagonista que gozó la música de las esferas, nos cuestiona acerca de lo que experimentaba Pitágoras cuando hizo la aseveración citada, insinuando que, simplemente, estaba viviendo un acto de placer de la carne.
            La mujer tiene su misterio y sólo algunos elegidos tienen la capacidad de comprenderlas, de saber decir a sus oídos el exitoso secreto que el Ratón Pérez supo susurrar a oídos de la Cucarachita Mandinga. Por ello, en el relato El Piso cuarenta y siete Yamileth desnuda la voz de la mujer que siente deseos incógnitos de expresar el mundo que vive en ellas. Así, a pesar de que era un ama de casa feliz, porque tiene todo lo material, se deja seducir por un anuncio de periódico en el cual un caballero solicita ver una dama. Es interesante la forma cómo, Yamileth cuando sube al piso, no puede controlarse y toda su libido la impulsa a desvestirse, a sentirse liberada de las ataduras sociales y la llevan a comprender  que nació para eso, entiende que desnuda y anhelante en un elevador es una Yamileth nueva o, lo más sugestivo: que es la más antigua de todas.
            Dilbia y yo es un cuento en el cual afloran dos polos – opuestos y complementarios simultáneamente– la persona perfecta y material en confrontación con la soñadora idealista. Sin embargo, amigo lector, lo más trascendente es que ambas, en el momento final, descubren que su esencia como mujer está impregnada de cuerpo y de sueños.
            La sinfonía del agua la vamos a percibir a plenitud en los relatos Acuática, Danza marina y Agüita de elefante, donde los personajes descubren en el agua la esencia de la vida, pues el líquido forma nuestros cuerpos, nos desinhibe de nuestros temores y funge como combustible capaz de hacer funcionar los motores del amor, sentimiento que nos permite soñar y que, como sugiere Silvia, en singular sinestesia, nos permite escuchar los colores del arcoíris.
            La sonrisa es un cuento que describe la esencia de muchos casos que denuncian los diarios de nuestro país, donde las mujeres son maltratadas. Nos relata la experiencia de Amelia, una mujer perfecta de acuerdo con los convencionalismos sociales, ya que se dedica en cuerpo y alma al marido, tanto así que para celebrar los nueves meses de boda adorna un jarrón con  perfumadas flores, las cuales despiertan sus celos y hacen que le propine una golpiza. Él, claro está, va a la cárcel; a ella, en el hospital le reconstruyen con un tratamiento milagroso su faz y con ella su sonrisa; pero aprende que la misma no debe ser prodigada a todos, sino a quienes se la merecen.
            El trapito de la señora Amelia es el cuento que cierra la colección. Narra los caprichos de una mujer que tiene una obsesión hiperbólica por la limpieza, por lo que imagina animales y bestias donde no los hay, situación que no es comprendida por su doméstica, hasta que – por decisión del esposo– solicita la ayuda de una ambulancia y ve que en el trapito blanco que ella utilizaba para limpiar la más mínima mácula de su hogar, conviven las fieras que todos creían producto de su imaginación, evidenciando la locura del personaje que también puede ser un fruto de la soledad y de la incomprensión.
            Para finalizar, me atrevo a afirmar que Música en las esferas de Silvia Fernández Risco es una obra interesante, en la cual el ritmo interno nos hace danzar el placer de la lectura en cada uno de los relatos.
Peña Blanca de Las Tablas, 23 de diciembre de 2010.

martes, 21 de diciembre de 2010

TEORÍA Y VIGENCIA DEL IDEARIO DEL DOCTOR FRANCISCO CÉSPEDES ALEMÁN EN LA EDUCACIÓN PANAMEÑA

Melquiades Villarreal Castillo
En los días transcurridos del tercer milenio, estamos persuadidos de que la educación es el medio seguro que puede situar al ser humano en capacidad de fomentar a plenitud sus posibilidades, constituyéndose este ingrediente en el acicate de la sociedad convulsionada de nuestro presente histórico.
Nuestro país –casi nadie lo duda– es víctima de un relajamiento educacional surgido como secuela de la pugna de intereses preponderantes entre las distintas jerarquías implicadas, de forma palmaria o reticente, en el sistema educativo.  Ninguna persona pareciera interesarse auténticamente por la educación como sustancia social, cuyos provechos pueden protegernos, con su donaire vigorizante, de la tórrida calidez engendrada por la ceguedad propia de la ignorancia.
Dentro de los linderos de este ambiente, la figura renombrada del Doctor Francisco Céspedes Alemán serpentea como una bandera, pues su existencia y su edificación en el labrantío ilustrativo son argumentos lapidarios de su aptitud e inspiración pedagógica, de su castidad intelectual y de su certidumbre en la obligación humana de legar un mundo mejor para la descendencia que nos perpetuará.
Francisco Céspedes Alemán ve la luz el 2 de enero de 1906, en la ciudad de Las Tablas, provincia de Los Santos, para blandirse como faro refulgente no sólo en el hogar tableño, sino también en el firmamento nacional y en el latinoamericano.
En su pueblo natal, realiza exitosamente sus estudios primarios; los secundarios los efectúa en el Nido de Águilas, el Instituto Nacional, que en aquellos días cumplía la olímpica tarea de fraguar a los hombres y mujeres que, en poco tiempo, debían asir entre sus manos el dogal indicador del norte de la patria.  Francisco Céspedes Alemán es un prototipo inobjetable de nuestra aseveración.  Su trayectoria profesional, desde la ductilidad del magisterio a nivel primario, la escrupulosidad de la Dirección de la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena en sus primeros años de instauración, cuando perseguía ejecutar el anhelo de su autor (quien le legara su nombre), de convertirla en el Escorial de América, como en sus cargos desempeñados como asesor del Ministerio de Educación, Presidente de la Comisión Coordinadora de la Educación Nacional, o desde los prestigiosos puestos ejecutados en entidades internacionales en favor de la educación latinoamericana, certificó copiosamente su convicción y su proclividad por la misión desplegada.
El raudal de reconocimientos nacionales e internacionales recibidos, confirman la cuantía y eficacia de la faena de ese tableño raizal que dispensó cada minuto de su fuerza y cada gota de su sudor en ofrenda augusta en provecho de la patria fusionada que en otros tiempos Bolívar soñara.
En el territorio istmeño, el Doctor Francisco Céspedes Alemán fue investido con la medalla Manuel José Hurtado y fue seleccionado entre una pléyade de educadores esclarecidos junto a Melchor Lasso de la Vega, Jeptha B. Duncan, Otilia Arosemena de Tejeira, Octavio Méndez Pereira, Alfredo Cantón, Guillermo Andreve, Manuel José Hurtado,  José Daniel Crespo y Diego  Domínguez Caballero.
En el ámbito internacional, las ejecutorias educativas del doctor Céspedes Alemán también le consienten a sus sienes el solaz del triunfo bien obtenido, esta vez con el Premio Internacional de Educación Andrés Bello.
Asimismo, la nación de Bolívar distinguió a este esclarecido tableño con la Orden Andrés Bello y por último, la Secretaría Ejecutiva del Convenio Andrés Bello publicó su ensayo Problemática y tendencia de la educación en la década de los 80, en el compendio Pensamiento Pedagógico de los grandes educadores del Convenio Andrés Bello.
                El itinerario pedagógico del doctor Francisco Céspedes Alemán merece un íntegro examen que nos permita un discernimiento cabal e integrador de más de medio siglo de vida consagrado a la educación panameña y latinoamericana.  Resulta congruente, pues, otear la visión de este educador inconfundible a través de fragmentos de su doctrina que nos admitan avisar sus inagotables perspectivas de prosperidad, no solo para su pueblo natal, Las Tablas; para su provincia de Los Santos; para su país, Panamá; para su patria grande, América Latina, sino que su raciocinio cobra cada día más actualidad en todos los rumbos contemplados por la rosa de los vientos.
El doctor Francisco Céspedes Alemán fue un convencido –en pensamiento y acción– de la exigencia pragmática de una educación científica e histórica.  La óptica científica suministra la aclimatación de la mocedad a todos los perfeccionamientos engendrados por el saber humano permitiendo que el hombre así formado logre una adecuación conveniente a las veleidosas condiciones de una sociedad en innovación incesante; el conocimiento histórico aporta el contorno pertinente, a través de la noción del pasado para avizorar el sendero conducente a elucidar el presente y, por ende, indicar el norte en el continuo bregar hacia el futuro.
Céspedes Alemán advirtió y ofreció opciones tendientes a remediar las fragilidades primordiales del sistema educativo panameño.  Criticó que dicho sistema se viene ensombrece por los vaivenes políticos que estrangulan la determinación general de mejorar; censuró con ahínco el centralismo funesto que impide una panorámica diáfana de las diferencias educativas imperantes a raíz de una unificación de juicio asentada en la capital, incompetente para comprender la realidad interiorana. Denuncia las actuaciones falaces en la educación, pues a pesar de que se habla de una escuela nueva y activa, las aulas de clases continúan siendo templos en los que sólo se escucha la voz monacal del docente.
Con una percepción salomónica, el preclaro educador tableño, señala la urgencia de la descentralización educativa, la cual se logró en nuestro tiempo; mas (por los influjos perjudiciales de la politiquería criolla) la misma se vició por las desaforadas Juntas Regionales, que cuentan con un holgado rosario de denuncias por no seleccionar a los docentes por sus competencias, trayectorias y aptitudes, sino por su afiliación política.  Con un claro dejo de tristeza, el Maestro censura el comportamiento de la mayoría de los docentes panameños, que sólo se unen con la intención de adjudicarse prebendas laborales, descuidando su vocación en la sacra misión que han elegido para desenvolver sus vidas.  Asimismo, el doctor Céspedes Alemán propone separar los elementos involucrados en el sistema educativo:  lo administrativo, lo legal y el mundo del aula.  Su enfoque se proyecta hacia el logro de una armoniosa conveniencia entre las dos columnas reales de la educación: el maestro y el estudiante.  En este sentido, el docente tiene una responsabilidad mayúscula, pues, desde los tiempos en los que el doctor Céspedes desarrolló sus estudios, hasta nuestros días, lamentablemente se continúan enseñando nuevas teorías con procedimientos que no cumplen el papel pedagógico que exige nuestra sociedad.  Señala también que los cambios que requiere la educación panameña van mucho más allá de los simples cosméticos que aplican las diferentes administraciones educativas para diferenciarse de las anteriores… Es necesario establecer cambios profundos, pues la educación no es un producto acabado, sino que se encuentra en permanente evolución.  Esta perspectiva sugiere, en alguna medida, que de una vez por todas se establezcan políticas educativas estatales y no programas personales dependientes de los caprichos de un Ministro que, con la llegada de su sucesor, son arrancados de raíz, incrementando la profundidad del abismo educacional que nos esclaviza.
El doctor Francisco Céspedes Alemán tuvo la ventura de disfrutar de la educación panameña en los albores del siglo pasado, época áurica en la que hombres de la estatura de Belisario Porras pretendieron una nación fulgurante que solo podía ser alcanzada por inteligencias configuradas con erudición en el sagrario de la instrucción perpetua.
La antorcha vital de este hombre sin parangón se extinguió definitivamente el día 19 de octubre de 1997; no obstante, su muerte física, lejos de enmudecer su percepción renovadora, se transmutó en la savia nutricia que ha irradiado en lozanas personalidades que recogen su doctrina y enarbolan en el pináculo de los notables para que su resplandor prosiga cubriendo los derroteros educativos latinoamericanos.
Tras su muerte, para rememorar el Primer Centenario de la República, se planteó loar tangiblemente para el provenir el apelativo de este aureolado perceptor, bautizando con el mismo a la Sede Universitaria de Los Santos de la Universidad de Panamá.  Sin embargo, para consternación de una comunidad halagada por la diligencia emprendida, las personas encargadas de decidir el destino de la misma, rechazaron por mayoría omnímoda la sugerencia, argumentando que desconocían quién era el Doctor Francisco Céspedes Alemán.  ¿Se habrá visto una postura más incongruente para una Universidad, sobre todo para la Universidad de Panamá, que es la conciencia crítica de la nación? ¿Dónde quedó el espíritu investigador?... En el olvido. Se votó empleando como juicio no la convicción.  No obstante, quienes intentaron ensombrecer la figura del Doctor Francisco Céspedes Alemán, solo lograron hacerla florecer rutilante como el sol de verano cuando despierta triunfal del lecho cálido del Uverito.
Peña Blanca de Las Tablas, 18 de octubre de 2002.
Este ensayo ocupó el segundo lugar del
Concurso Francisco Céspedes Alemán, 2002.

martes, 14 de diciembre de 2010

ENTRE ZURRONES Y ENJALMAS: UN VIAJE A NUESTRO INTERIOR

Melquiades Villarreal Castillo
La literatura es un arte de gran significado para todos los que creemos en el poder de la palabra para enrumbar nuestras vidas, pues la misma funciona como el instrumento que nos hace humanos en todos los sentidos, porque nos permite comunicarnos con nuestros semejantes.

Portada de la obra.
Tuve la oportunidad de leer la obra Entre zurrones y enjalmas de Luis Barahona González en una sola sentada, por razones muy diversas, siendo la primera de ellas que la obra llegó a mis manos a través de un generoso préstamo de la Profa. Nidia P. de Domínguez; la segunda que me dejé absorber por la lectura, pues la obra supo captar mi atención desde la portada, cuando la sombra de un hombre camina llevando su caballo de diestro, imagen que me retrotrae en el pasado y me ubica en la esencia de mi realidad como campesino tableño. Por ello, la palabra interior en este documento cobra doble valor semántico: por un lado, viajamos al interior de nuestro país; pero al mismo tiempo nos transportamos al interior de nuestra esencia como individuos pertenecientes a un grupo social.
En primera instancia, pensé que estaba frente a un libro de cuentos de los muchos que ven la luz, por un motivo o por otro a través del Diplomado en creación literaria que dicta la Universidad Tecnológica de Panamá.
Como el lector podrá ver, inicié mi lectura prejuiciado. El libro de Barahona es mucho más que sus remembranzas sobre las historias contadas por su abuelo, Eduviges Barahona, en El Carate de Las Tablas, es mucho más que un cuentario salido de los talleres del mencionado diplomado.
Cuando Ricardo Palma publicó sus Tradiciones peruanas fueron muchas las opiniones vertidas sobre las mismas. En primera instancia, la crítica de la época no sabía frente a qué tipo de texto se encontraba y terminó creando un nuevo género narrativo: la tradición, que dicho sea de paso, solo se ajusta a los textos de Palma.
Ing. Luis Barahona González.
(Foto obtenida de Internet).
Así, surge en mí una inquietud: ¿frente a qué tipo de texto me encuentro cuando leo la obra de Luis Barahona González? No tengo una respuesta. En apariencia estamos frente a un conjunto de cuentos; pero la realidad es otra; pues a pesar de la elaboración literaria los relatos, en no pocas ocasiones, se desnudan de la ficción como recurso, para transformarse en elementos testimoniales, de los cuales puedo dar fe de muchos: La tienda de Úrsula González que marcó un hito en el comercio entre los corregimientos de El Carate (lugar de origen del autor), Peña Blanca (mi lugar de nacimiento) y El Cocal; igual ocurre con la mención constante de don Eduviges Barahona (el protagonista de la mayor parte de las historias) y su esposa doña Cirila, a quienes no conocí, pero que, a través de personas que sí se codearon con ellos, encuentro claras evidencias de que el texto no es más que un retrato de los mismos; igual ocurre con otros personajes tales como el curandero Carmen Montenegro, los matarifes Isabel “Chabelo” Villarreal, Carmen Domínguez, Concepción Montenegro, quien aún vive, los comerciantes Pedro Espino y Gregorio “Goyo” Ducasa.
Por otro lado, los relatos, si los pasamos por los tamices de los teóricos como Propp o como Bremond, no cumplen con las reglas etiquetadas al género como cuento; no obstante, Barahona sabe imprimirle otros valores literarios, convirtiéndolos en documentos de valor sociológico por ejemplo, como el duelo que se da entre dos jóvenes (una pobre y uno rico) por el amor de una mujer; o la contienda en el campo de trabajo entre un chico casi imberbe con un hombre hecho y derecho; el patriarcado imperante o la costumbre que tantas secuelas dejó al comer grasas en exceso: alimentos fritos en manteca de res o el arroz siempre acompañado con manteca de puerco, son factores que nos permiten trasladarnos varias décadas atrás en la búsqueda de la intrincada personalidad del campesino santeño.
De igual modo, el texto es un elemento histórico, pues describe hechos documentados, finamente elaborados con recursos que se elevan al cénit de un gusto literario bien cultivado como las alusiones de indicios clásicos griegos, hasta los más desembarazados testimonios lingüísticos de una gente sencilla, sin educación escolarizada, que en nada distan de aquel simple campesino obeso, que acompañó al hidalgo manchego en su tarea de hacer el bien a todo el que lo necesitara.
He dicho en mil y una ocasiones, que Panamá todavía no ha sabido recrear a través de su literatura la esencia del panameño, al modo que La Ilíada y La Odisea recogen la griega; La Eneida, la romana; El poema de mío Cid, la española; o, Don Segundo Sombra, la argentina, tan solo para mencionar algunos casos. No obstante, Entre zurrones y enjalmas, en no pocas ocasiones nos permite establecer comparaciones con obras como Don Segundo Sombra o el Martín Fierro, por la manera de tratar la simplicidad de los grupos campesinos, detallando su profundo amor al trabajo y sus frescos modos de divertirse, pues se saben dueños de una identidad que los hace sentir orgullosos de sí mismos.
Sin embargo, la obra de Barahona recoge la esencia del campesino santeño que vivió antes de la llegada de los medios de comunicación que lo sacaron de su aldea (a través de la escuela, la radio, la televisión y más recientemente la internet), para colocarlo en un mundo global; en el cual los niños en lugar de jugar son víctimas de complicados entretenimientos electrónicos; donde la televisión y la computadora los obligan a pasar horas en soledad, recibiendo cualquier cantidad de información –positiva y negativa– que no tienen cómo procesar ni compartir.
Allí, la obra vuelve a despertar esa curiosidad de la que hablaba Juan Pablo II, a la cual yo me referiré como inquieto duendecillo que fustiga nuestra conciencia para que, a medida que vamos envejeciendo, nos traslademos a la felicidad de los años primeros.
Así, conversaba con Ramiro González, excompañero de juegos de infancia, quien desde España, donde ahora está radicado, lamentaba como los juegos electrónicos y los demás avances tecnológicos, en lugar de mejorar nuestra calidad de vida, nos deshumanizan a través de un egoísmo engreído y consumista, cementerio de aquellas moderadas costumbres de nuestros antepasado, como los abuelos que en las primas noches contaban cuentos a sus nietos, usos que nos encomendaron como herencia y que nosotros, lamentablemente, no hemos sabido continuar para los que nos sucederán en el tiempo y en el espacio.
Ahora bien, mi apreciado lector, me permito reflexionar sobre el título de la obra: Entre zurrones y enjalmas. La portada no puede resultar más decidora, salvo que falta un elemento en la imagen: el niño que fui montado en el caballo llevado de diestro por mi bisabuelo Modesto Vergara, que es el factor que va a decidir mi exégesis al respecto.
Dije al principio que el hombre que lleva el caballo de diestro es un campesino santeño – Eduviges Barahona – sin lugar a dudas y que el caballo es su compañero de faenas. La estructura profunda de la interpretación me conduce por otros derroteros. El campesino de la imagen no es Eduviges Barahona, o, por defecto, aunque sea él, nos encontramos frente a dos posibilidades más: es el hombre que domestica a la bestia y la pone a su servicio (ojalá domesticáramos la tecnología y la utilizáramos para ser mejores personas) o, por el contrario, es aquel niño (el narrador como decimos los técnicos de la crítica, o el autor –Luis Barahona González– como dirían los no entendidos en las complejidades de la crítica literaria), ahora hombre, que escuchó historias contadas por su abuelo como elementos de entretención nocturno, que comprendió a su antecesor como un símbolo del hombre santeño de la época; vivencias que, aunque propias y familiares, ha querido compartir con nosotros a través de un libro.
Por ello, los que nos colocamos Entre zurrones y enjalmas, tenemos el placer de ver la simbiosis hombre-realidad-naturaleza-teconología-humanización desde una perspectiva más elevada, la cual, inclusive, nos facilita una interpretación universalista a través de la lectura, desde la cual podemos percibir el mundo narrado desde la óptica de la objetividad que promete el justo medio entre los elementos involucrados.
Culmino este comentario, que no análisis, recomendando la lectura de la obra de Luis Barahona González, como texto necesario para obtener una mejor visión de nuestra realidad, la cual a mi juicio debe poseer elementos fundamentales como una visión del campesino interiorano, quien de una vida simple evoluciona a la tecnología que lo domestica; una perspectiva de la zona de tránsito que es vital en nuestra historia; sin descartar los componentes indígenas y los otros factores que han incidido (españoles, franceses, chinos, negros, estadounidenses, hebreos, colombianos, etc.) en la conformación de nuestra nacionalidad.
Insisto, pues, montemos el caballo “El Colorao” de don Eduviges Barahona, ahora eternizado en la brevedad del papel a través de la magia de la palabra literaria, y permitamos que Luis Barahona González, nos lleve de diestro en un recorrido por nuestro pasado inmediato que clama por subisistir.
Peña Blanca de Las Tablas, 6 de diciembre de 2010.

REVISTA MAGA N°53: 20 AÑOS SON VEINTE AÑOS...

Melquiades Villarreal Castillo
En medio del bombardeo de la publicidad comercial que nos agobia, todos, en algún momento, hemos escuchado el mensaje de una institución bancaria que reza: “seis meses son seis meses.” Hoy, en una sociedad que manifiesta una indiferencia casi generalizada hacia la cultura, puedo afirmar que me siento orgulloso de presentar ante ustedes la edición N°53 de la REVISTA MAGA, con la cual se conmemoran veinte años de su nacimiento. Ante este hecho, y en tan singular contexto, el cual no tiene precedentes hasta donde tengo conocimiento; nosotros, los que amamos las tontadas del alma, podemos entonar, a una sola voz, un himno de alegría que espero que germine en la conciencia colectiva de la sociedad panameña presente y por venir. Señores, 20 años son veinte años…
En este mismo orden de ideas, debo hacer un reconocimiento a la mente que ha hecho posible esta celebración con fe inquebrantable en las letras panameñas, un soñador. Me refiero a Enrique Jaramillo Levi. Felicidades, Enrique. Has tenido un sueño y has gozado la dicha de ver su cristalización a lo largo de dos décadas.
MAGA, desde sus orígenes, cobijó bajo el calor de su seno muchas quimeras esparcidas en medio de las páginas de sus números iniciales. Muchas de estas utopías se han concretado en realidades significativas en el devenir cultural de nuestro país.
A mi juicio, la materialización más elocuente de estas ilusiones es la aprobación d ela Ley N°14 de 7 de febrero de 2001, mediante la cual se crea el día del escritor panameño y de la escritora panameña. Cabe señalar que este éxito se logra a través de la participación directa de la Universidad Tecnológica de Panamá. En el periodo de gestación de la idea, se pensaba en el 5 de noviembre como fecha perfecta, por coincidir con la fecha de nacimiento de Ricardo Miró; empero, como resultado de la apatía de los gobiernos y de las instituciones estatales que ignoraron durante varios lustros la propuesta, dicha fecha se conmemora el 25 de abril en recordación del natalicio de Rogelio Sinán.
Una cualidad de MAGA, a lo largo de su historia, ha sido su fe en los talentos desconocidos; ha abierto sus páginas a muchos poetas, cuentistas, ensayistas, críticos; en fin, escritores en ciernes que han experimentado en MAGA la delicia de la primera publicación.
La versión N°53 de MAGA no podía ser menos espléndida por lo que amalgama el genio de Cortázar con el talento de nuevos escritores nacionales. En la portada, observamos a través de la mirada triste y esperanzadora del autor de La vuelta al día en ochenta mundos que, desde el pétreo presente de la fotografía, nos remonta al pasado, veinte años atrás cuando (días después de su deceso) en Panamá, se publica el primer número de una revista literaria que heredaría el nombre de uno de los personajes de Rayuela. Nos referimos a la Maga. No obstante, la misma mirada escrutadora se constituye en un hálito de vida y esperanza, como diría Darío, que nos coloca su proa quimérica hacia el futuro.
Cada una de las secciones que componen la revista, son fieles reflejos de la calidad exigida. El segmento dedicado a recordar a Julio Cortázar incluye una completa cronología del autor, lo mismo que dos de sus cuentosDeshora y Cuello de gatito negro y su ensayo: Del cuento breve y sus alrededores, culminando con una reflexión que Rogelio Sinán hace sobre el autor.
En la sección Miscelánea, Enrique Jaramillo Levi nos habla sobre el talento narrativo de Érika Harris. Asimismo, encontramos prosa (cuentos o ensayo) de Carlos Fong, Ana María Camargo, Pedro León Carvajal, Miguel Rico Varadé, Porfirio Sánchez, Otto Raúl González y poemas de Alexander Zánchez.
El lector tiene, además, la oportunidad de apreciar muestras de relatos de tres nuevas cuentistas panameñas: Marisín González, Érica Harris y Marisín Reina. Del mismo modo, se dedica una sección al Premio Nacional de Cuento José María Sánchez, auspiciado por la Universidad Tecnológica de Panamá y que, en su última versión, fue ganado por Eduardo Soto Pimentel.
La sección Taller, acostumbrada en MAGA, contiene textos de Lupita Quirós Athanasiadis, Roberto Reina, Isabel Herrera de Taylor y Enrique Noel M.
En la sección reseñas, en la cual se da cabida a la lectura que se hace sobre diversas obras que ven la luz, encontramos textos críticos interesantes: La mirada oblicua de Ángela Romero Pérez; tributo de la crítica española a la narrativa panameña; de Irina Ardila, A ese y al otro lado del espejo. Resignaciones y huidas en El escapista y demás fugas de Carlos Wynter Melo de Biviana Castro Ramírez y Vida en la palabra, vida en el tiempo, texto crítico sobre la obra del mismo nombre del poeta y ensayista Salvador Medina Barahona, escrito por Juan Antonio Gómez.
He leído muchos ejemplares de MAGA y nunca he encontrado en ella la estructura circular propia de la cosa acabada. El ejemplar que hoy presentamos no se constituye en una excepción y, por ello, en la sección Papeles de la Maga, percibimos la confianza de un mejor futuro para las letras panameñas, una horizontal orientada hacia el porvenir. En esta sección, se nos presenta la realidad prometedora del Diplomado en Creación Literaria, 2003; Enrique Jaramillo Levi nos habla de Señales prometedoras y se anuncian las Bases del Concurso Maga del Cuento Breve.
Como hemos visto, la revista que hoy presentamos es un documento rico e interesante en sus ochenta y cuatro páginas que, quisiera Dios, que sean aprovechadas en su totalidad intencional. Brindemos por estos veinte años y auguremos un mañana prometedor a Maga, a las letras panameñas y a las semillas de escritores que en un día no lejano sabemos que nos colmarán con los frutos de su creatividad.
Instituto Profesional y Técnico de Azuero, 30 de marzo de 2004.

lunes, 22 de noviembre de 2010

ORTOGRAFÍA DE LA RAE 2010: UNA VALORACIÓN HISTÓRICA

Melquiades Villarreal Castillo


Nunca he estado seguro en cuanto a que si las personas elegimos nuestros gustos o, si por el contrario, son las aficiones las que nos atrapan.
Desde muy temprano, me percaté de que era yo un enamorado de las palabras, ese mundo –cuasi infinito para la simplicidad de la mente humana– fundamentado en elementos hechiceros forjados para comunicarnos y que, a la postre, desde los días de la Torre de Babel, nos distancian más.
Antes de emprender mi razonamiento, me permito pedir disculpas por la profusión de citas expuestas; sin embargo, como mi proposición discurre en torno a algunas reflexiones sobre la Ortografía Académica 2010, lógico es que me vea impelido en la necesidad de convocar los documentos sobre los que me parece pertinente reflexionar.
Para dar inicio al tema propuesto, voy a dejar claro mi punto de vista sustentado en la perspectiva esbozada por Ángel Rosenblat cuando afirmó:
“… una unidad ortográfica es la mayor fuerza aglutinante, unificadora de una amplia comunidad cultural; por debajo de ella, pueden convivir sin peligro todas las diferencias dialectales… El triunfo de la ortografía académica es el triunfo de la unidad hispánica.”

Bien, en los últimos días, internet, esa herramienta maravillosa que nos permite conocer todo lo que sucede en el mundo en el instante mismo en que ocurre, ha promovido los cambios que las Academias de la Lengua aprobaron en materia de Ortografía en la Feria del Libro en Guadalajara México el 28 de noviembre de 2010, fecha en la que los panameños celebramos nuestra independencia de España.
La lengua española es muy rica y se habla y se escribe de manera distinta en los diversos países, incluso en las diferentes regiones, motivo por el cual, la tesis de Amado Alonso tuvo gran validez cuando habló de varias lenguas nacionales, en lugar de un español internacional. Verbigracia: una soda para un panameño es una bebida gaseosa que contiene ácido carbónico, mientras que para el resto de los centroamericanos es una gaseosa; o, para los ecuatorianos, una cola.
Dentro de nuestro país he visto como varía el uso semántico de los verbos: en la capital del país la gente dice manejar caballos, mientras que en el interior los caballos se montan, expresión inaceptable para los españoles, quienes nos legaron la lengua, la cual es defendida por varias de las Constituciones Hispanoamericanas, entre ellas la nuestra (aunque no la española) las cuales nos obligan a los hispanohablantes a defender la lengua cervantina, inspiradas en los planteamientos seculares de don Andrés Bello.
Para los que somos profesores de español, son frecuentes las consultas que se nos hacen sobre la escritura de tal o cual palabra, pues los docentes de esta disciplina han vendido la idea –por lo menos el resto de los ciudadanos lo acepta– que son conocedores totales de una lengua que crece sin medidas, que impone a diario situaciones imprevistas en todos los manuales existentes sobre el tema.
Igual ocurre en la Real Academia Española, institución interesantísima desde todo punto de vista, a la cual se defiende cuando sus planteamientos nos conceden la razón, pero se cuestiona inmisericordemente cuando sus propuestas difieren de los puntos de vista que defendemos.
La RAE a diario recibe múltiples consultas sobre materia ortográfica procedentes de los cuatro puntos cardinales, a los cuales siempre se les da respuesta.
Retomando el tema de la ortografía, donde una gran cantidad de personas se sienten duchos, tenemos que el primer gran problema en materia de lengua es el yoísmo hiperbólico que nos caracteriza a los seres humanos, quienes concebimos el mundo y la eternidad desde la débil finitud de nuestro punto de vista, factores descartados por la RAE que actúa como cuerpo colegiado; es decir, no se compone de cuarenta y seis individuos que se reúnen en España para inventar palabras en el edificio ubicado en la Calle Felipe IV, N°4 de Madrid, España luego para enviarlas al cuatrocientos millones de hispanohablantes que andamos dispersos por el mundo.
La RAE acepta y discute puntos de vista de todos los hispanohablantes, a través de las voces esgrimidas por las veintiuna academias restantes, pues por tradición y por lógica la Academia Española es la decana del resto.
La Academia, entonces, además de actuar como cuerpo colegido, lo hace desde una perspectiva diacrónica, esto es, estudia los fenómenos en su desarrollo histórico a lo largo del tiempo, a diferencia, de la óptica sincrónica, utilizada por la mayoría, la cual concibe las situaciones en su momento específico.
En este sentido, la academia difiere de los individuos en el hecho de que, mientras éstos conciben el español desde la efímera óptica individual, la RAE los entiende a lo largo de varios siglos de evolución.
Por ello, el actual director de la RAE, Víctor García de la Concha, nos deja claro que:
“El español nunca estuvo solo en manos de los españoles; el español está en manos del pueblo que lo habla. La lengua no la hacen la Academia ni los académicos, sino el pueblo que la habla; por tanto, ha estado en manos del pueblo y en boca del pueblo, mejor dicho, en todos los sitios donde se habla. Si nos referimos al aspecto normativo de la lengua, a ese cuidado que normativiza, pues eso no ha estado en manos de españoles. La Real Academia Española, desde el siglo XVIII, incorporó, siempre, escritores e intelectuales de las provincias ultramarinas y, después, fue la propia Academia Española la que promovió el nacimiento de academias en las repúblicas hispanoamericanas, de manera que hoy, menos que nunca, se puede hablar de que haya voluntad colonial por parte de la Real Academia Española.”

Las palabras de García de la Concha, a mi juicio despejan muchas dudas. Lo cierto es que la Real Academia, surge el 3 de octubre de 1713 y su finalidad primaria consistió en crear un diccionario que recogiera las voces de la lengua española de ese momento, con el objetivo de fijar un manual que facilitara el entendimiento entre los hablantes de esta lengua.
Así, en 1726, aparece el Diccionario de Autoridades, en cuya portada, los primeros académicos, evidentemente satisfechos de su labor, imprimieron para la posteridad la siguiente información:
“Diccionario de la Lengua Caɾtellana, en que ɾe explica el verdadero ɾentido de laɾ voceɾ, ɾu naturaleza y calidad, con laɾ prhaɾeɾ o modoɾ de hablar, loɾ proverbioɾ o refraneɾ, y otraɾ coɾaɾ convenienteɾ al uɾo de la lengua. Dedicado al Rey Nueɾtro Señor Don Phelipe V, (que Dioɾ guarde) a cuyaɾ realeɾ expenɾaɾ ɾe hace eɾta obra. Compueɾto por la Real Academia Eɾpañola, tomo primero. Que contiene laɾ letraɾ A.B. Con privilegio.
En Madrid. En la imprenta de Franciɾco del Hierro. Impreɾor de la Real Academia Eɾpañola. Año de 1726.”

Observamos dos situaciones fundamentales en la ortografía del primer Diccionario Académico: la f (labiodental) todavía se pronunciaba como ϕ (phi) en casos como prhaɾeɾ (frases) y Phelipe (Felipe) del griego (ph) y la s tenía una grafía totalmente diferente a como se escribe en la actualidad (ɾ) en lugar de s.
Sin embargo, apenas el diccionario ve la luz, tanto el pueblo como los académicos, se percatan de que tiene fallas. Desde entonces, el diccionario se publica periódicamente, con la finalidad de enmendar los errores encontrados, de eliminar las voces que caen en desuso e incluir las que se imponen con el uso.
En este sentido, con afanes aclaratorios, tenemos que hace diez años cuando apareció el hantavirus el vocablo resultaba tan desconocido que, inclusive, costaba pronunciarlo.
Las personas empezaron a emplear el término con tanta frecuencia, que nadie entendía cómo era posible que no apareciera en el diccionario; no obstante, hoy el término forma parte del vocabulario pasivo: todo el mundo sabe lo que es el hantavirus, pero rara vez se habla de él.
En España, ocurrió un caso parecido con el del fletán (pez marino del orden de los Pleuronectiformes, semejante al gallo y a la platija, que puede alcanzar 3 m de longitud y 250 kg de peso. Es de color oscuro, vive en aguas profundas del Atlántico norte, Groenlandia y Terranova. Es apreciado por su carne y el aceite de su hígado), la gente se enojó porque la palabra no aparecía en el Diccionario de la Real Academia; la institución intentó complacer al pueblo español y la incluyó en su próxima edición, en un momento en que ya la palabra había caído en desuso, pues al mencionado pez se le llamó lenguado, olvidando el vocablo fletán.
En cuanto a ortografía, si analizamos cualquier página de este diccionario observamos diferentes formas de escribir las palabras, porque, simplemente, no existía uniformidad ortográfica. Con esa finalidad, aparece en el año de 1742 la primera ortografía de la lengua española.
En la cuarta edición del Diccionario de la Real Academia Española (1803), se establecieron enmiendas significativas, entre las que se destacan:
“Como la ch che y la ll elle son letras distintas a las demás de nuestro alfabeto, aunque dobles en su composición y figura, ha creído la Academia mas sencillo darles lugar y órden que les corresponde con separación. Por esta causa todas las palabras que empiezan con las combinaciones cha, che, chi, cho, chu, se han entresacado de en medio de la letra c, donde se colocáron en las ediciones anteriores, y se han puesto ahora despues de concluida esta: y lo mismo se ha executado respectivamente con las voces pertenecientes á iguales combinaciones de la ll elle.”

Obsérvese que las palabras órden y colocáron, se escribían con tilde, razón fácilmente comprensible, pues en ese momento todavía no existía la regla ortográfica que señala que las palabras graves terminadas en vocal o en consonantes n o s no se tildan.
La á también aparece tildada, porque sería mucho tiempo después, cuando la tilde desaparece de los monosílabos cuya escritura no se presta a confusión semántica.
Otro elemento que me parece curioso mencionar es que, todavía en 1803 no había conciencia sobre los conceptos grafema y fonema, como en nuestro tiempo, por lo que se habla de las letras ch y ll, indistintamente si se refiere a fonema o a grafema.
Asimismo, executado se escribió con (x) en lugar de la j y a la palabra despues no se le colocó la tilde. Por ello, me parece pertinente empezar a aclarar que no hay que tenerle miedo a los cambios ortográficos, pues los mismos simplemente se van dando de acuerdo con las necesidades evolutivas del idioma.
Ahora, en 2010, los académicos después de múltiples estudios, han decidido volver al orden latino. Esto se había intentado con anterioridad a la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española de 2001.
Sin embargo, la Academia Panameña de la Lengua se opuso a la propuesta hecha por la UNESCO de volver al orden latino. En ese momento, las Academias de la Lengua tomaban decisiones por mayoría universal, por lo que, al faltar el voto panameño, se tuvo que mantener el statu quo, pese al sustancioso razonamiento del académico español y Vicedirector de la RAE, Gregorio Salvador Caja, quien:
“… enumera una serie de argumentos que avalan ampliamente la propuesta académica desde el Congreso de San José de Costa Rica y que constan en las actas correspondientes.”

Así, Gregorio Salvador parte de hechos fundamentales, pues el cambio del ordenamiento español por el latino, poco a poco, se ha ido imponiendo en el mundo hispanohablante, por lo que, la RAE, al adoptarlo, lo único que en esencia hace es ponerse a tono con los avances del español entre sus hablantes. Por ello, el Vicedirector de la Academia sustenta:
“… que la aclaración leída por daña Martha Ildebrant, ya la había hecho la Real Academia Española; que el ordenamiento alfabético se conoce en el mundo como “ordenamiento español” y difiere del latino, común en muchos diccionarios de otras lenguas europeas, y en los españoles de María Moliner, de Manuel Seco, el Vox, el de Santillana, etc., ninguno de los cuales ofrece dudas para su consulta. Insiste en que no se trata, en este caso, de una reforma ortográfica; que no cambia nada, excepto volver al camino que siguen todas las lenguas que tienen alfabeto latino.”

Para culminar, el autor consciente de la oposición que pueda darse si la propuesta es aprobada, argumenta que lo mismo ocurrió en 1803, cuando se propuso la inclusión de estas dos letras como elementos diferentes en el Diccionario:
“Asimismo, se pregunta si vamos a seguir como disidentes y recuerda que, cuando en 1803, se eliminaron los galicismos con ch, algunos académicos se opusieron rotundamente y continuaron escribiendo como hasta entonces, defendiendo hábitos que no principios. Considera que este tema ha sufrido una dramatización excesiva.”

En la Ortografía de la Lengua Española que se aprueba en México, hoy, este es uno de los casos ortográficos fundamentales, por lo que compartimos con Gregorio Salvador algunos de sus puntos de vista, en cuanto a que el cambio obedecía solamente a un reordenamiento recomendado por la UNESCO para volver al orden latino que siguen el resto de las lenguas romances, aunque, por el otro lado, es evidente que, en efecto, el cambio es ortográfico.
Otro de los cambios considerados fundamentales en esta nueva ortografía es que las palabras que comienzan con q, que se lee como c, se escribirán con c. Así, quórum, dejará de ser quórum, para convertirse en cuórum y quáter se escribirá cuáter. Situación parecida se experimentó en 1803, cuando:

“Siguiendo la Academia estos principios para simplificar mas y mas la escritura, ha suprimido el signo llamado capucha en las palabras en que la ch no tenía el mismo valor y sonido que en chapin y otras semejantes, y ha trasladado aquellas á las letras equivalentes, con las quales deben escribirse en los sucesivo. Así las voces chîmera, chîmérico, chîmérino, chîmerizar, chîmia chîmica que en medio del signo expuesto se pronunciaban con un sonido diferente del de la ch, se han colocando en las combinaciones de la q, al modo que ha hecho yá con las palabras que podían reducirse y se han reducido en efecto á la combinación ca.”

Obsérvese que estos cambios, en el momento debieron tener características muy discutibles, puesto que por un lado se elimina la capucha como signo ortográfico (equivaldría a eliminar la diéresis o la tilde de nuestro tiempo), la cual cumplía la función fonética de que el grupo ch se pronunciara como q; por el otro lado, el mismo cambio de ch por q debió encontrar su rechazo, lo cual fue confirmado por Gregorio Salvador, cuando dijo que, inclusive, algunos académicos siguieron escribiendo como de costumbre, aun a sabiendas de que carecían de razón y sustento, por el hecho de no variar sus hábitos de escritura.
Ahora bien, hubo un cambio más que ponía en entredicho todo lo aprendido por los hispanohablantes de principios del siglo XIX, la ph (efe) también varió y las palabras que la empleaban tuvieron que ser reordenadas:
“Por igual razón de conservar á la ch el sonido de cha, se ha suprimido la h en todas las voces en que no tiene este mismo valor, como en Cristo y sus derivados; pues no hay diferencia alguna entre ellas y las demas que segun los principios establecidos, se han trasladado á otros caracteres equivalentes, para excusar equivocaciones y hacer más fácil y corriente la escritura. A esta clase pertenece también la ph, cuyo sonido se expresa igualmente con la f, por cuyo motivo se han colocado en esta última letra las palabras phalange, phalangío, pharmacéutico, pharmacia, phármaco, pharmacopea, pharmacópola, pharmacopólico, phase, y philaucia.”

Y, como si fuera poco, para profundizar el carácter drástico de los cambios de aquella época, se eliminó la k de las voces castizas:
“Últimamente se ha excluído la k de todas nuestras voces, poniendo las que ántes se escribían con ella en las combinaciones ca, cu y que, qui, que son de una pronunciación equivalente. Pero se ha conservado su figura y noticia en el Diccionario, para saber su valor en los nombres extranjeros, en que se usa de ella, los quales si no, podrían desconocerse fácilmente.”

El cambió de la q por c, en palabras como quórum no es una novedad innecesaria como algunos pretenden hacer ver, sino que en la palabra quales, presente en la cita se le hizo la modificación de quales > cuales.
Lo que sí resulta interesante analizar es que la Real Academia Española, tanto su Ortografía como en su Diccionario, ha defendido la evolución natural de nuestro idioma, el cual, como dice García Márquez: “ya no cabe dentro de su pellejo” y, como recientemente afirmara el Secretario de las Academias de la Lengua Española. Dr. Humberto López Morales, en un diario costarricense que ahora no encuentro: “el español en unos cuarenta años será el idioma más hablado en los Estados Unidos.”
Sin embargo, atendiendo a estas dos características, resulta indispensable que la lengua española sea normada de acuerdo con su realidad y no con puntos de vista particulares y extemporáneos a la misma:
“La evolución de la ortografía académica ha estado regulada por la utilización combinada y jerarquizada de tres criterios universales: la pronunciación, la etimología y el uso que, como decía Horacio, es en cuestiones de lenguaje el árbitro definitivo.”

Hasta la Ortografía de 1999, no existe una conformidad totalitaria con respecto a la escritura de la lengua española La historia registra importantes propuestas a la ortografía, las cuales no tienen su cuna en la Real Academia Española. Recordemos, por ejemplo que:
“En 1843, una autotitulada Academia Literaria y Científica de Profesores de Instrucción Primaria de Madrid se había propuesto una reforma radical, con supresión de h, v y q, entre otras estridencias y había empezado a utilizarla en las escuelas. El asunto era demasiado serio y de ahí la inmediata oficialización de la ortografía académica, que nunca antes se había estimado necesaria.”

Y, hace algunos lustros atrás, el premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, revolvió el mundo académico cuando propuso la jubilación de la ortografía por considerarla inoperante, ya que el español es:
“…una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativo …. En ese sentido me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”

García Márquez no presentó su moción como un capricho de hombre famoso, sino que expuso sólidas razones fundamentadas en la realidad que experimenta el español en nuestros días:
“La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de 19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo.”

Como es factible observar, los cambios propuestos por García Márquez, aunque están sustentados, parten de hechos no reales, tales como que el español está en manos de los académicos y de los españoles. El español, simplemente, está en manos de todos los hispanohablantes.
Para finalizar, es importante, recordar que la RAE no ha improvisado los cambios y que, sobre todo, tiene conciencia de que los mismos no serán aceptados por todos los hispanohablantes. Por ello, reflexiona:
“Sabemos, que habrá oposición a los cambios ortográficos propuestos por la RAE, pero sabido es por la sabiduría popular que todos los cambios causan escozor. Por ello, la RAE, aplica en su visión el principio de Quintiliano, según el cual se debe escribir como se pronuncia, no olvidó en ningún caso que el propio calagurritano había hecho una salvedad: nisi quod consuetudo obtinuerit y advirtió que en aquello que es como ley consentida por todos es cosa dura hacer novedad.”

Y, el último aspecto que los académicos, a lo largo de casi tres siglos, han reconocido en cada uno de sus obras: diccionarios, gramáticas y ortografías, es que saben que el trabajo presentado no es completo, sino que requiere seguir mejorándose constantemente:
“La Real Academia Española no abdica del espíritu progresivamente reformista que alentó en ella desde sus comienzos y no renuncia a nada que pueda redundar en beneficio de nuestra común lengua española, de acuerdo siempre con el parecer compartido por las Academias hermanas y con el juicio valorativo que cualquier propuesta le merezca al conjunto de ellas en su asociación. Como decía con acierto otro gramático del siglo XIX, Vicente Salvá, refiriéndose precisamente a estas cuestiones ortográficas: el trabajo en tales negocios no está enseñar lo mejor, sino lo que es hacedero.”

De acuerdo con el académico Salvador Ordóñez Gutiérrez, Director de la Ortografía de la RAE: “la Ortografía es un documento de 800 páginas, en las que predomina la reflexión profunda, hay un gran intento de sentar las bases científicas de esta disciplina aplicada, hay un esfuerzo de exhaustividad (se contemplan casos y problemas que antes no se contemplaban) hay un intento de coherencia y de simplicidad. Es precisamente, de ese intento de construir unas normas ortográficas coherentes del que emanan algunos de los acuerdos propuestos. Dichas modificaciones tienen tanta "lógica" que fueron aprobadas por unanimidad entre todos los miembros de la Comisión Inter académica.”
Santiago de Veraguas, 28 de noviembre de 2010.

sábado, 23 de octubre de 2010

CIERRA TUS OJOS: NUEVO HORIZONTE LITERARIO DE ROBERTO PÉREZ-FRANCO

 Melquiades Villarreal Castillo.
Roberto Pérez-Franco demuestra una magnífica evolución en su producción cuentística desde el candor de su obra inaugural Cuando Florece el Macano (1993), pasando por el rastreo de una personalidad narrativa propia en Confesiones en el Cautiverio (1996), hasta llegar, con éxito, a la conquista de la profundidad y la particularidad estilística en Cierra tus ojos, libro que se hizo acreedor de la Segunda Mención Honorífica en el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez, versión 1999.


El conjunto se compone de cuatro cuentos: Cierra tus ojos, Vida, El pescador y El escorpión. Cada uno de estos relatos manifiesta la fe en el género humano, implora la llegada de tiempos nuevos, donde cada hombre se torne más consciente de su propia esencia, donde la angustia y la zozobra cedan el paso al sosiego y a la esperanza.


Cierra tus ojos, que es el cuento que lega su título al acopio, contiene una historia de amor frustrado en el plano material, pero que a la vez conserva, a ultranza, la hegemonía del sentimiento redentor del género humano, a pesar de la muerte violenta de los personajes.


El relato titulado Vida (sin duda alguna, el mejor logrado de la colección y, porqué no, del total de la obra de Pérez-Franco) contiene una fábula llena de humanismo, de amor por la vida, de respeto a la misma, a la vez que hace una propuesta subliminal a la conciencia del lector para que promueva la conservación de la existencia de todos los seres, aunque se trate solamente de un batracio que accidentalmente llega al laboratorio de una escuela primaria para servir de conejillo de indias. El narrador protagonista - un niño evidentemente - no entiende la realidad de la clase, cuando la maestra indica: "Niños, hoy vamos a aprender de Bi-o-lo-gí-a... Biología es el estudio de la vida. Bio, vida. Logía, estudio. Biología. El estudio de la vida. Hoy vamos a estudiar la vida." La explicación de la maestra, para el niño es inextricable, por el sarcasmo que la significación de la misma encierra, toda vez que se propone un estudio de la vida, propiciando la muerte de un sapo.


Este cuento, repito, es el punto de partida que augura la maestría en el relato de Pérez-Franco, pues adquiere una indiscutible individualidad estilística y un manejo pericial en el cultivo del género.


El pescador es un relato de tono reposado, que tiene la virtud de destacar la calidad humana y el valor, por encima de las condiciones económicas. Además, insiste en la fe que el narrador tiene en el amor, sentimiento incorruptible que no se doblega ante las presiones económicas.


El escorpión retoma la intención conservacionista de Pérez-franco, ingrediente que incrementa el interés por la lectura de Cierra tus ojos. Pues demuestra, a través de un mensaje solapado, la maravilla de la creación y la predisposición negativa de algunos seres humanos. El narrador describe un cuadro, trivial en apariencia, en el cual se encuentra en su baño y se advierte observado por un escorpión que, sin embargo, no quiso inyectar en su piel el aguijón portador del tósigo punzante. Por ello, el narrador decide salvarlo. Poco después se entera que la criada lo mató.


La trivialidad aparente es empleada por Pérez-Franco para evitar, al decir de Alondra Badano, llegar a la redondez del huevo, cuando el mismo se cae de nuestras manos y la postmodernidad está a punto de romperlo y comérselo frito.


Para finalizar este juicio crítico en torno a este nuevo texto y justificar la propuesta de lectura del mismo, me permito sustentar mis apreciaciones en la evolución de la calidad del relato que opera en este novel literato que deja vislumbrar un nuevo horizonte más prometedor en su producción cuentística.

Prof. Melquíades Villarreal Castillo
El Valle de Antón, 7 de noviembre de 2000.

viernes, 22 de octubre de 2010

EN NOMBRE DE ELLOS: RADIOGRAFÍA DE LA SOCIEDAD PANAMEÑA

Melquiades Villarreal Castillo

José Chen Barría en su novela En nombre de ellos nos presenta una interesante radiografía de la sociedad panameña de nuestro tiempo, una clara imagen de nuestro Panamá en el cual mientras unos mueren de hambre otros mueren de indigestión.
Es una vergüenza la imagen que se tiene de nosotros en el exterior, en el plano interno las mentiras vertidas por gobernantes inescrupulosos una y tantas veces han terminado siendo verdades: En Panamá no hay problemas, vivimos en un paraíso. Cuando nos hablan de los pobres miramos al vecino, tristemente Cristo tiene la razón una vez más: vemos la basurita en el ojo ajeno, pero somos incapaces de percibir la viga que nos niega la oportunidad de percibir nuestra propia realidad.
La novela tiene una estructura circular. Su duración es brevísima. Todo empieza cuando María, la protagonista, cansada duerme y sueña con su hermano Pedro que la saludaba entre las nubes, rodeado de ángeles. En ese mismo momento Pedro, un conductor de taxi había sido asesinado mientras hacía una carrera al aeropuerto. Su nombre fue mencionado como el de un delincuente de la peor calaña, pero se calló el nombre del pasajero, un influyente hombre de nuestra sociedad, que iba cargado de drogas, cuando fue víctima de un tumbe.


Luego, la novela toma otro rumbo: cuenta todo lo que María vivió desde su infancia, hasta llegar a la capital en la búsqueda de una mejor oportunidad de vida, hasta el momento final en que se encuentra, frente a frente, con la triste muerte de su hermano Pedro.


En Panamá se desarrolla una cumbre tendiente a presentar las conclusiones de las Estrategias para combatir la pobreza. La cumbre se desarrolla en un hotel cinco estrellas, alejado de toda posibilidad de carencia; a la cumbre existen personas finamente vestidas, el Presidente de la República llega rodeado de una cantidad sorprendente de guardaespaldas en un auto blindado de fabricación europea. ¿Para qué describir su vestido? La pobreza es hambre. Y en la recepción de los defensores de las estrategias para combatir la pobreza podemos mencionar humildes platillos, tan distantes a nuestro arroz con frijoles, macarrones santos, caldo de yuca, arroz con huevo, etc. No. Quienes luchan contra la pobreza deben estar bien alimentados. Es irónico que quienes hablan de pobreza, esto es fiel imagen de la realidad, tuvieran entre sus humildes viandas: De entrada, crema de mariscos, cóctel de langostinos con salsa inglesa, salmón ahumado con aderezos y queso crema con caviar, vinos finísimos servidos en copas de acuerdo con las normas de protocolo; mientras que muchos de nuestros campesinos, entre ellos yo, bebemos agua en vasos oscuros para olvidar que en las clases de ciencia nos enseñaron que el agua debe ser incolora, sin sabor, sin olor, mientras que nuestra agua tiene apariencia de chicha de tamarindo y sabor y olor a hojas podridas. Pero no importa. Es un caso particular. Mientras que en la ceremonia a la que nos referimos se bebió agua mineral importada de Francia. Sin embargo, el humilde banquete no se queda ahí: había la primera opción de tomar algunos tipos de carnes importadas; la segunda, platos de la alta cocina española; la tercera, las exquisiteces de la cocina italiana. Así, pavos al estilo country club, pato en salsa de fresas, pernil a la cubana y filete de res a la pimienta importado, eran tan solo ligeras entradas para alimentar a los enemigos de la pobreza, quienes posteriormente tendrían la oportunidad de elegir entre ravioles en salsa de cangrejo y langosta, spaguettini a la carbonara y los frugales postres entre los que se destacan flan crocante con astillas de caramelo, canastas de almendras rellenas de fresas, cheese cake de frambuesas y, por cierto, para los menos golosos hubo platillos de frutas tropicales o sorbete de guanábana; también había algunas cosillas de tomar, como licores de menta, anís, cognac, café americano, capuchino o té de especias orientales.
Es fácil concluir que quienes estaban frente a semejante banquete no tenían la más mínima idea de sentir el felino que descuartiza infantiles estómagos con las garras del hambre.
La obra, entonces toca tierra. Va al pueblo donde vive María, quien escucha a sus padres teniendo relaciones sexuales, con la más inimaginable ignorancia: su padre, un macho propio del siglo XVI se acerca a su madre sin caricias, sin palabras motivadores y la posee de manera bestial, lo más triste es que interpreta los quejidos de ella como la muestra intrínseca del placer.
María termina la escuela primaria y ayudada por la maestra Tita, después de mucho luchar con el padre que quería mantenerla en el campo (para que siguiera multiplicando la pobreza). Luego, María llegó a la capital a trabajar con doña Kukita, quien la fue a recoger a la Terminal en una humilde camioneta exonerada de impuestos con algunas cualidades de frugal comodidad: asientos reclinables de cuero, cd player, llantas gruesas, seguridad digital antirrobo, ecualizador de sonido, en fin… lo que todos sabemos. Un carro cuyo valor es de B/.85.000. Aquí Chen Barría llama nuestra atención. Saben por qué. María iba a trabajar con un salario de B/.100.00 al mes. Por lo tanto, si hacemos la cruel relación matemática nos percatamos de la canalla distribución de la riqueza en Panamá. B/.85.000, el valor de la camioneta, dividido entre los B/.100.00 que ganaba María, es igual a 850 meses de salario, lo que traducido a buen cristiano nos indica que si María quería tener una camioneta como esa debía ahorrar el ciento por ciento de su salario durante 70 años.
En la ciudad, sin embargo, María se las arregla para estudiar, inclusive hace la carrera de finanzas y banca, para enterarse de realidades más crudas, tales como que muchos de los elegantes empleados de los bancos, cuya corbata les da un fino aire ejecutivo, gastan la mayor parte de sus ingresos en su vestuario, por lo que se ven obligados a almorzar sopas de fideos. Como dirían los mexicanos, son fiel reflejo de don Catrín de la Fachenda, pura fachada y nada de fondo.
En la Universidad, María se encuentra con una amiga muy guapa que es electa reina de la facultad. Recordemos que ya Rosa María Britton nos enseñó que todas las muchachas quieren ser reinas. Y ésta lo logro. Sin embargo, el único producto de su reinado fue convertirse en la mujer más codiciada por los hombres. Finalmente fue seducida y quedó embarazada teniendo que enfrentarse a una cruda realidad a la que se ven abocadas tantas muchachas en este país que viven en un ambiente de pindín permanente: embarazadas y abandonadas.
Lo más cruel que María vive es cuando va a tratar de conseguir un ascenso. Fue la mejor estudiante de su generación, fue la más eficiente y capaz de todos los aspirantes, pero el puesto no le fue asignado porque el mismo era para el hijo de un rico egresado de una universidad norteamericana. La clase alta de nuestro país le permite al pobre aspirar a ser clase media, pero jamás le permitirá cruzar los linderos de su estirpe.
Así, pues, puedo destacar que los aspectos más trascendentales de esta obra son:
Las múltiples aristas que he encontrado en la novela En nombre de ellos de Chen Barría, las cuales no pienso comentar a plenitud ni en su totalidad, porque violaría tu derecho a percibir a través de la lectura tu propia interpretación; en primer lugar me sorprendió su carácter de novela de tesis, puesto que las ideas no están sueltas ni son suposiciones infundadas; al contrario observamos que cada problema comentado a lo largo de la obra está sustentado (muchas veces estadísticamente) con elementos del diario vivir del panameño; no es una obra que se remonta a un solo fragmento de la sociedad, sino que sus tentáculos –de manera magistral alcanzan los dos sectores fundamentales de Panamá– la ciudad y el campo, la civilización y la barbarie percibida desde sus dos ópticas posibles.
En muchos casos la novela se torna cruda, carente de los aparatos ideoestéticos, los cuales, para muchos de nuestros críticos, son los ingredientes fundamentales de la buena literatura: la concepción de una obra con perspectivas arquitectónicas, cada ladrillo en su lugar, cada línea encajada perfectamente dentro de un espacio específico, lo que me ha llevado a diferir de algunos de ellos, puesto que defienden a ultranza el ingrediente estético, el entramado formal y descartan el carácter axiológico de la obra desde el punto de vista de su finalidad social.
La novela, aunque tiene como protagonista, en apariencia, a una niña campesina, de cualquiera de nuestros campos, en su estructura profunda tiene como personaje principal a todo el pueblo panameño; en alguna medida, nos recuerda Fuenteovejuna de Lope de Vega.
María trata de escapar de la pobreza, trasladándose a la capital a trabajar como doméstica, a la vez que encuentra en el estudio una herramienta que le permite intentar escapar de su condición; no obstante, inclusive con un título universitario, se percata de que mucho más que títulos universitarios se requieren una serie de conexiones y entronques con una sociedad corrompida que no contempla ni valora las cualidades individuales de la persona sino los intereses de los círculos poderosos que se han repartido el país como herencia a través del paso de los años.
La obra, inclusive, recordemos el incidente de Teresa, con una realidad tan cruda que raya en la ironía, nos habla de una bella chica que se hace reina, recordemos que en Panamá, aunque no tenemos tradición reinal, sino de presidentes y generales, mantenemos intactos en nuestros genes el capricho europeo de las monarquías. Sin embargo, lo único que sacó esta niña de su reinado fue un embarazo indeseado que le produjo consecuencias muy negativas, fiel reflejo de la realidad social.
Sin embargo, no todo en la obra es oscuro. Pues Panamá cuenta con recursos inimaginables que no son debidamente explotados. Entre ellos, la facilidad con que se puede lograr una carrera universitaria que le permita a su gente aprender a combatir la pobreza a través del conocimiento. Me decía un amigo que había vivido algunos años en Estados Unidos que la situación de pobreza de nuestro país no tiene como causa la falta de riquezas, sino la falta de voluntad y creo que tiene razón. La Universidad, no se habla de cuál, pero es evidente suponer que se trata de la de Panamá, ofrece licenciaturas con costos simbólicos, los cuales, lamentablemente, no son aprovechadas por nuestros conciudadanos en todas sus posibilidades. La obra también critica la planta de educadores, muchos de los cuales se han preocupado por la adquisición de puntos a través de la consecución de títulos (esto ha alcanzado proporciones hiperbólicamente deleznables), en los cuales se refleja una puntomanía que permite ascensos de categoría y nombramientos, sin que los mismos se constituyan en imagen de conocimiento y de la eficiencia de quienes los poseen.
Los hombres no se han percatado aún de que las mujeres, quienes conservan sus dos armas fundamentales, por lo menos las que el pensamiento social les ha atribuido (lágrimas y sonrisas) ahora están recurriendo a la formación académica, al cultivo del intelecto y a la supremacía personal, en la búsqueda del lugar que les corresponde o por lo menos al que aspiran; lo que resulta más interesante es que además de lograrlo, han empezado a domeñar los intereses masculinos. Hasta los años 60 del siglo XX, era común advertir que a los hombres se les enviaba a la escuela con el fin de que se prepararan para la vida, que lograran un empleo decoroso y así poder mantener un hogar. Las mujeres, por su parte, se quedaban encerradas en el hogar, ayudando a los padres, preparándose para ser futuras madres de familia, pues su misión se circunscribía al cuidado de los hijos y del hogar. Hoy, las féminas nos superan a los hombres, porque, a través de la educación, se preparan para enfrentar los retos de nuestro tiempo, mientras que los hombres aún navegamos plácidamente en las aguas, aparentemente sosegadas, de un machismo decadente.
Publicado en LA REVISTA MAGA N°67. 2010.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO UNIVERSIDAD, GLOBALIZACIÓN Y HETEROGENEIDAD INSTITUCIONAL DEL Dr. JUAN BOSCO BERNAL.

Melquiades Villarreal Castillo.

Juan Bosco Bernal, educador de incuestionable trayectoria nos presenta una necesaria reflexión acerca de la realidad universitaria titulada Universidad, globalización y heterogeneidad institucional, cuyo informe debiera ser conocido a profundidad por toda la familia universitaria, de modo que exista la viabilidad de una comprensión totalizadora, espacio temporal, docente investigativa, una auténtica cosmovisión de la realidad del estudiante actual, desde la óptica de cómo se comporta y la perspectiva de cómo debiera comportarse.
La obra, introducida por un significativo epígrafe de Umberto Eco, donde demuestra la vaciedad de la búsqueda humana, la cual nunca encuentra lo buscado, se transforma en elemento fundamental para el logro del conocimiento desde el punto de vista de que, aunque no se halle lo que se escruta, siempre abre la posibilidad de una verdad por descubrir; y, en efecto, aunque la lectura que realicé al texto fue demasiado fugaz para lograr asir todas las aristas informativas ofertadas, lo cierto es que invita a una lectura más comedida libre de las presiones propias de un compromiso.
Siete capítulos componen esta obra que versa sobre la educación superior, tema sobre el cual, sabiamente nos indica que es un tema que: “… gana cada día más terreno en el ámbito de las políticas y decisiones que deben adoptar los países, frente al desafío de hacer progresas las economías, generar empleos dignos y bien remunerados y alcanzar niveles deseables de desarrollo humano sustentable para la población.”
Sobre la base de esta reflexión, el Doctor Bernal nos demuestra que la educación superior no surge como producto de la generación espontánea, sino que germina como una necesidad social sentida en la Europa medieval no como una forma de producir conocimientos, sino como ingrediente conservador del mismo; por ello, difiero mucho de quienes califican de manera vaporosa a la época medieval, cuando el hombre ilumina su existir con la conveniente luz de una perspectiva generacional, que no individual del conocimiento, que debe ser conservada para el futuro. Como Profesor de Español, me atrevo asegurar que en este precepto que se sitúa en la edad media de manera general, se encuentra el ansiado secreto para contrarrestar el fracaso de la lengua y la literatura en nuestro sistema educativo, pues aunque tanto la lengua como la literatura se comportan como entes que actúan de manera diacrónica en las escuelas y universidades se enseñan como limitados corpus sincrónicos que generan una alucinación conceptual que limita con creces el hecho de aprender y aprehender sus sustancias conceptuales.
La obra en su rico corpus hace un esbozo en torno a las diversas interpretaciones que ha tenido la Universidad a través de la historia, las cuales van desde la percepción de Humbolt que concebía como tarea universitaria fundamental el hecho de formar hombres cultos y transferir y fabricar cultura, por lo que, según el autor, este tipo de Universidad “adopta la investigación científica individual apoyada en la docencia avanzada de postgrado. Las universidades se basaban en el principio de la libertada académica y la autoalimentación de la ciencia generada por los profesores de manera desinteresada y autónoma.
Otro modelo universitario es el de la universidad napoleónica, cuya función primordial es la de formar profesionales para el Estado y atender las demandas económicas de la sociedad; desde esta óptica, nos indica el Docto Bernal que la Universidad es estimada como centro de enseñanza y preservación del saber para servir al Estado.
El tercer modelo, conocido bajo los apelativos de universidad británica o de universidad anglosajona, guarda nexos muy estrechos con las universidades medievales, pues no guarda relación con las necesidades sociales ni con el mercado laboral.



Para finalizar, cito textualmente el texto de Umberto Eco, inicialmente citado por el Doctor Bernal:
En el libro de los Reyes, 1, 19 cuando Elías, que se encontraba en la gruta del monte Orbe, fue llamado a la presencia del Señor, un fuerte viento sopló desde las montañas y quebró la roca. Sed invento Dominus, dice la Vulgata, pero el señor no estaba en el viento. Después del viento llegó el tumulto de tierra y aire, mas in conmotione, non in conmotione Dominus, el Señor no estaba en el tumulto. Y después del tumulto llegó el fuego, mas no igne Dominus, pero el Señor no estaba en el fuego… Dios no estaba ni en el ruido, ni en el barullo, él estaba en el alma de Elías… Esta máxima también es válida para el que no cree en Dios, pero que cree que en alguna parte hay una verdad que descubrir. La verdad no se encuentra en el tumulto, más bien en una búsqueda silenciosa. En el trasiego del mundo de hoy los lugares del silencio permanecen y siguen siendo las universidades… Nuestro sitio que no hace ruido, es solo un ejemplo pero refuerza, espero y creo, mi idea que solo los centros de enseñanza, sobre todo la universidad, son todavía lugares de confrontación (debate, búsqueda) y discusión recíprocas, en las que podemos encontrar ideas mejores, para un mundo mejor.”
Así, pues, Universidad, globalización y heterogeneidad institucional es un silencio ruidoso, que nos invita a buscar la verdad de la universidad en la universidad a través del debate y de la discusión respetuosa, de la cual puede salir el conjunto de ideas supremas que nos permita encontrar, si bien no el mundo mejor que todos soñamos, por lo menos el sendero esperanzador que a dicho mundo nos conduzca. La obra de Juan Bosco Bernal es una invitación a la lectura a conciencia, un llamamiento a buscar la verdad que existe de manera individual y parcial en cada uno de nosotros, para cotejarla a través de la inteligencia con miras a perfeccionar la convulsa sociedad en la que nos corresponde vivir. Felicito al doctor Bernal por tan prolija publicación, por el desinterés con que la ofrece para su comentario y reflexión, a la vez que los invito a todos ustedes para que se encuentren con su verdad interior a través de la lectura de estas páginas confiados en que sabemos que el ser humano no es perfecto, pero sí perfectible.
Muchas gracias.

Centro Regional Universitario de Los Santos, 1 de julio de 2010.
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