Mónica Reyna V.
La palabra es el don que nos permite perpetuar los hechos más importantes de nuestras vidas. Sentimientos, pensamientos, descubrimientos… la poesía es el hombre hecho palabra.
La rebeldía, el subjetivismo, la individualidad, y la invención creativa se ponen de manifiesto en los versos del poeta, así ocurre en Mirada Interior, una muestra de arte poético a través del panameño Enrique Jaramillo Levi. La obra compendia dos de sus colecciones: la que le da nombre a ésta, Mirada interior (2005) y Lo de ahora y todo lo demás (2007).
La primera de las secciones, lleva el nombre de Mirada Interior, evoca la soledad del poeta y la satisfacción de sus viejas costumbres (escribir poesías). Ve en ese ejercicio el medio de comunicación permanente, por lo que se permite sugerir que, quien intente escribir poesía, debe hacerlo bien.
Emplea sus versos para compartir su sentir de que la poesía es una fuerza que se hace poderosa en manos del buen poeta y de sus receptores. El artista, a menudo deja traslucir su ideal literario:
Mi poesía en cambio,
Suele transitar otros caminos:
Consigna, describe, interpreta, medita…
(Otros caminos)
Es frecuente, en este apartado, su llamado a utilizar el recurso de la palabra con mucho cuidado. Es elemento que condena y libera, por eso el poeta debe perfeccionarse en este arte:
Por eso hay que cuidar
cada palabra, limpiarla
de paja y barro
de adulteraciones,
para que el poema sea
lo que debe ser
para que seamos
mejores.
(Para que el poema sea)
El título nos sugiere la búsqueda personal dentro de ese mundo mágico de la poesía, así como su compromiso íntimo con ella: espejos, fugas, fuentes de inspiración, reflejos…
Aprender a ver, es la segunda sección de esta compilación. En ella se dejan traslucir sentimientos sutilmente acallados, recuerdos, la lentitud en el transcurrir de un tiempo que corre y el mirar sin ver. Hay en estos poemas, el firme propósito de intentar hacer las cosas bien, aunque vivir no sea nada fácil. La felicidad parece estar en nuestras manos y, de pronto, ya no está más.
Pero hay también, un yo lírico agradecido, sometido voluntariamente a los designios de Dios:
Gracias Señor, por permitirme
con reiterado asombro
saludar cada mañana
este regalo
de una vez más amanecer
vivito y coleando(…)
(Gracias, Señor)
En Final del verano, se revela como el poeta de la hora última, la hora de darle cuentas a Dios. Presiente un final sin reconocimientos, pues la labor del bardo, generalmente, no tiene más premios que la satisfacción personal:
Es como estar en el filo de la navaja
sin que asome por ningún lado
ni la sombra del duro acero
que sin embargo nos acecha (…)
(En ascuas)
Al final… al final está Ella, la muerte, ganadora indiscutible en este juego que es la vida. Aunque, por suerte, del otro lado también está la mejor recompensa: Dios.
Parecido es el yo lírico que se aprecia en Lo de ahora y todo lo demás, poemario publicado en 2007 y que recoge lo mejor de ese momento literario y otros. (Digo, lo mejor publicado, porque a veces el poeta se guarda lo mejor para sí). Aquí, apreciamos un poeta que evoluciona, mira hacia atrás y se percata de que ya no es el mismo.
Dentro de este título, reposa otro: Para qué más que la verdad. No existe certeza alguna, la mayoría, vive la vida sin entenderla:
Ahí estábamos
muertos de la risa
sin entender
absolutamente
nada.
Muertos.
(Muy quitados de la pena)
Son éstas muestras de una poesía libertaria; llenas de conflictos entre lo real y lo ideal; entre la vida y el sueño, entre la voluntad y el destino. Se reitera, una vez más, el hilo temático de la palabra como medio de expresión del poeta. El lenguaje, que siempre se mantuvo sobrio, se vuelve irreverente:
…hete aquí,
gimiendo de placer,
abierta
al escrutinio,
mía por siempre,
Poesía.
(Como quien no quiere la cosa)
Muy fuerte, pero realista, es en la denuncia social ante la impunidad de los políticos y los ricos:
Pero irresponsables,
lo que se dice irresponsables,
sólo los políticos,
que se la pasan todo el tiempo
con el culo al aire,
creyendo a pie juntillas
que en verdad miran con los ojos
ubicados en la parte frontal
de la ostentosa cabeza
y no, como cíclopes redivivos
con ese ojo único hediondo. (…)
(Irresponsables)
Para qué más que la mentira, trae consigo la consigna de no ignorar lo que pasa a nuestro alrededor. Se renueva la imagen del espejo mostrando nuestras verdaderas interioridades. Tanto el hacedor como el lector, son agentes de cambios sustanciales: la sinceridad en la poesía reflejará al verdadero poeta.
Hay recelo ante las acechanzas y las traiciones:
Ya se sabe que la envidia,
los celos, el odio
suelen ser armas mortales
cuando dan el primer golpe
sin aviso.
(Cada tanto tiempo)
La mentira es lo intolerable, mientras se debate en reflexiones filosóficas: ¿Predomina el pensamiento sobre la razón? ¿Priva la inteligencia sobre la imaginación?
En sus Poemas mínimos que no son haikús, Jaramillo Levi encuentra placer en lo breve. El poeta es consciente de que el tiempo no pasa en vano y se hace necesaria la síntesis. Son 26 piezas que reflejan (me copio su recurso), una vez más, su filosofía de vida como poeta, ser humano y formador. Poemas vivenciales que revelan a un hombre de incansable actividad literaria:
Puedes tener todo el conocimiento del mundo, toda la
[experiencia, el mayor oficio.
Te pueden declarar el mejor escritor vivo del planeta, el
[más trascendente y reconocido.
Nada de esto servirá para un carajo mientras sigas siendo
[un perfecto desconocido para ti.
(Moraleja)
Los Poemas de otro costal, no son harina de otro costal, sino hijos parecidos a los ya nacidos:
Tantas veces he querido besar
tantas veces esa boca.
besarla he querido tantas veces.
y heme aquí, invocándola,
tantas veces,
como si existiera.
(Tantas veces)
Su lírica aquí es romántica “a la antigua”, es hermosa, sin eliminar el trasfondo irreal del amor que sólo existe en la mente del creador.
Ha sido este mi viaje por Mirada interior, poesía intimista que, sin dejar de ser estética, se convierte en portadora de mensajes sociales. El resultado es una poesía comprometida con el arte en sí mismo y con la sociedad. Su contenido es denso, con una temática permanente: la palabra como instrumento transformador del mundo, medio de comunicación y defensa del individuo.
La poesía de Enrique Jaramillo Levi pareciera buscar nuestras amarras esenciales. Algunas veces, la disposición gráfica de las palabras cifrará el valor del poema; otras, el poeta se desdobla interpelándose a sí mismo como si fuera otro lector. No falta la simultaneidad de un mismo plano de percepciones y recuerdos que permiten el nacimiento de un acabado collage poético.