viernes, 31 de agosto de 2012

A TOMASO CASTILLO


Emiliano "Jongo" Castillo

la guardia sorprendió
jugando dominó
en compañía de unos amigos.
Deme el registro le digo,
dijo uno de los sargentos,
Usted no carga documento.
por eso no quiero bulla
acérquese a esa patrulla
Vaya ocupando un asiento.

José quiso protestar
No quería ser presidiario
Dijo que era secretario
De la Junta Comunal.
No lo pudieron perdonar
Así la ley lo establece
Cada cual lo que merece
Le cae como un bombazo
Se llevaron a Tomaso cosa
De no creerse.

Ya en la cárcel sin sonrisa
Le dijeron a Castillo
Aquí no fuma cigarrillo
Y abróchese la camisa
Cumpliendo muy de prosa
Miraba al otro confín
Como es tío de Rogelín
Dice que no es hombre tonto
Y que le trajeran pronto
Al Honorable Ninín.

Cuando ya estaba encerrao
Y parte de la madrugada
Él sentía una cosa rara
Y es que andaba a pie pelao
Se sentía más preocupao
Por eso es que no durmió
Y cuando el guardia dentro
Registró a Tomás Castillo
Y dice que en un bolsillo

Le encontró un dominó.
Le pasó este disparate
Primera vez en la vida
En su pueblo se perfila
Como el mejor de los sastres
Ya ahí el representante
Que goza de mucha fama
Lo protegía con calma
Y lo juzgaba sin culpa
 Y si acaso alguna multa
La vendría a pagar mañana.

 
Ya contento y liberado
En compañía de Ninín
Pasaron al Royal Yin
A disfrutar de unos tragos
Allí sacó diez centavos
Que era su mayor deseo
Y José sin titubeo
El traganique marcó
Pa´ sorpresa le salió
Hay que eliminar los feos.

José después de escuchar
La amenazante canción
Aumentó su frustración
No se podía resignar
Sigue creciendo mi mal
En silencio comentó
Pero confío en Dios
Pensó pa sus adentro
Por no portar documento
To´lo que he sufrido yo.

Obs.  Se respetó la ortografía original.
 

LOS MISTERIOS DEL OLVIDO DE ROSEMARY TAPIA

Melquiades Villarreal Castillo

     En la pasada Feria del Libro adquirí la obra Los misterios del olvido de Rosemary Tapia. La obra combina una seria de factores, muy propios de la autora, que la han convertido en la novelista más leída de Panamá, por su capacidad intrínseca de captar la atención de lectores de todas las edades.
   La intriga, el deseo, la impotencia, el amor, el odio (entremezclados con los profundos mecanismos del ser humano para obviar los desagradable pululan por el relato, en el cual don Jaime Alvarado, un hombre manejable que no se atrevió a casarse con Margarita, el amor de su vida, so pena de ser desheredado de la empresa familiar por su padre, se casa con Rina a quien ama, aunque no con el amor volcánico propio de la juventud, sino con la apacibilidad de la vida sosegada y estable.

      Tras la muerte imprevista de Rina, Jaime padece una serie de ausencias mentales, que son aprovechadas por Alfredo para despojarlo de la presidencia de la empresa, con la complicidad por sometimiento de Patricia, quien por estar sojuzgada actúa de acuerdo con los intereses aviesos de la codicia de su marido.
      Milagros, la otra hija de don Jaime vive una odisea para ayudar a su padre a volver a la realidad y para lograr rescatar el patrimonio familiar.

       El final surge tras desencadenarse una serie de aventuras, en las cuales buenos y malos pugnan por su verdad, contando con la complicidad del amor, sentimiento divino y justo que ubica a cada cual donde debe estar.
        Como valor agregado, la obra nos presenta una serie de profundos conocimientos hindúes tendientes a encontrar la tranquilidad en nuestra propia esencia, abriendo nuestros ojos para aprender a vivir, sin estar subyugados por factores materiales.

jueves, 30 de agosto de 2012

LA CONFESIÓN

Cristelle García
Cristelle García
Yo no quería... Lo juro. Mi cerebro me dijo: ¡hazlo! Mi corazón dijo que era lo mejor para todos y el pobrecillo me gritaba que no lo hiciera, que éramos amigos; pero yo debía tomar una decisión y estaba allí parada pensando en lo que debía hacer... Finalmente, lo hice y aún quedan restos de él por ahí... Pobrecillo! ¿Por qué tuvo que morir así?… ¡Estaba más bueno el condenado manjar!

miércoles, 29 de agosto de 2012

SERGIO RAMÍREZ: 7O AÑOS DE VIDA Y UN BANQUETE DE 50 AÑOS DE FICCIÓN

            La vida del ser humano, generalmente, resulta curiosa; sobre todo, si se trata de un escritor. La situación se torna singular en el caso de Sergio Ramírez quien cumplió, hace unos días, setenta años de edad; pero al mismo tiempo, celebra cincuenta años dedicados a la literatura.
Sergio Ramírez
            El primer libro que leí de él fue Mentiras verdaderas, obra  que a los hispanoamericanos nos permite percibirnos a través de la verdad de nuestras ficciones o advertir nuestras ficciones a través de la realidad,  per se ambas son extrañas, singulares, inextricables si se quiere; aunque a fin de cuentas constituyen  la amalgamada simbiosis de nuestras cotidianidad histórica.
            El libro en mención recoge mil y un punto de vistas interesantes para todos los que amamos las letras y que, de algún modo, padecemos la necesidad permanente de comunicar algo.  En este sentido, veo con profunda preocupación que muchos de los más laureados escritores ocultan en extremo lo que Sergio Ramírez anuncia y denomina “sus secretos de cocina”, es decir, los medios y métodos empleados para crear sus ficciones que, en alguna medida, no son más que mímesis de la realidad propia u observada.
            Don Sergio ha ganado el honor de ser apelado por muchos escritores como “Maestro” y, en efecto, es un maestro, porque no tiene reparo alguno en revelar los secretos de su escritura; aunque somos plenamente conscientes que una vez que él los cuenta nos los priva, pues son parte de la originalidad de su estilo. Así, a manera de ejemplo,  rescata a Margarita Debayle, varias décadas después de haberse paseado “por los parques del Señor… bajo la lluvia y más allá… envuelta en dulce resplandor…”, después de haberse eternizado en el momento en que Jesús le regaló una estrella: “porque son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí”, luego de estar inmortalizada en una edad de ensueño, para convertirla más que en una mujer, en una persona madura identificada con la realidad propia de todos los seres que a diario hacemos el periplo en el inmutable valle de lágrimas.
            Lo que ocurre es que Sergio Ramírez ha dedicado gran parte de su vida (cincuenta años) a la literatura,  y con la imparcialidad que me da el hecho de ser panameño, me atrevo a afirmar que esta actividad ha esculpido su nombre en el mármol de la inmortalidad, eclipsando su lucha contra la dictadura de Somoza, su desempeño como vicepresidente de su país y sus esfuerzos por lograr la justicia y la democracia que se complica en un segundo período presidencial de Daniel Ortega.
            Ramírez, desde su blog El boomeran conquista lectores más allá de las fronteras nicaragüenses, para que, de algún modo pueda emular a Bolívar y decir que para sus ideas, su patria es el universo.
            Para todos es sabido que Sergio Ramírez es una de las plumas más reconocidas en América Latina, que sus personajes como Catalina o como el lexicógrafo que quiso inventar la palabra perfecta o  como la voz de tres mujeres que rescatan del olvido a la poetisa Yolanda Oreamuno, en el personaje incorpóreo que solo logra vida en la lectura de la novela La fugitiva.
            En fin, las ficciones y las realidades de Sergio Ramírez, sin lugar a dudas, se consolidan como un verdadero banquete, las cuales, a pesar de que sus recetas de cocina son develadas, se enarbola como un “como un canto de vida y esperanza”, para “esta América ingenua que reza a Jesucristo y habla en español”, como alguna vez cantara Rubén Darío.
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