jueves, 24 de julio de 2014

La permanente búsqueda y encuentro en los Destinos circulares de Lissete Lanuza Sáenz

La permanente búsqueda y encuentro en los
Destinos circulares de Lissete Lanuza Sáenz

Melquiades Villarreal Castillo
Universidad Tecnológica de Panamá
9 de julio de 2014
          Quiero decirles a todos que me siento muy satisfecho de reencontrarme con tantos amigos para hablar de literatura.  En el congreso anterior, hace dos años, confrontaba serios problemas de salud que me impidieron gozarlo al máximo. Hoy, gracias a Dios, me encuentro muy bien.
          Confieso también que para mí es motivo de gran placer comentar el cuentario Destinos Circulares de Lissete Lanuza, joven escritora panameña de palabra fácil y exacta, creadora de mundos sorprendentes por la cotidianidad, escritora dotada: “Con un particular enfoque… logra historias convincentes, coherentes sobre relaciones humanas que, incapaces de encontrar otras salidas, casi siempre sucumben ante sus propios enigmas y desatinos.” (En LANUZA, 2010, contraportada. s/a)
          Inmersas en estas historias convincentes sobre relaciones humanas incapaces de encontrar salidas, en las cuales tal vez la autora se sacrifica y sucumbe ante los propios enigmas y desatinos para edificar un camino de salvación para el lector que busca y encuentra alternativas para comprender un mundo asfixiante y placentero, donde aún queda la esperanza de la eterna salvación.
          Mi primera búsqueda la hago en el cuento Camuflaje que cierra la colección que, a mi juicio, recoge la esencia de muchos seres humanos que muestran una cara feliz al mundo, pero que cuando se encuentran solos tienen que escapar de la crudeza de su propia realidad.  Es el caso del protagonista del relato, un payaso que se fuga a través de la bebida que le sirve para ocultar su infinita tristeza, a la vez que le permite encontrar una sonrisa feliz para mostrar a los demás.  Así, después de los primeros tragos, el payaso perfecciona ese camuflaje: “Suspira, mientras el líquido caliente continúa quemando su garganta.  No mira el atardecer, se puede observar su sonrisa enorme, que es, sin lugar a dudas, el mejor camuflaje del mundo.” (LANUZA SÁENZ, 2010, pág. 95)
La realidad bosqueja la innata debilidad del ser humano que siempre ha pretendido mostrarse con otro rostro a su medio circundante, restándole sinceridad a su propia existencia. Todos los humanos nos sentimos insatisfechos con nosotros mismos, razón por la cual tratamos de mostrarnos al mundo de una forma diferente a como en realidad somos, con el simple afán de que los demás no se percaten de las fatigas propias de nuestra condición de imperfectos. 
En este aspecto, me parece que la autora coincide con el poeta Gustavo Batista Cedeño, cuando señalaba que: “La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana un tanto como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas que me enseñaron a apreciar sus gestos… Solo nosotros hemos sabido mostrar en un cuerpo inmóvil, la fuerza y la agilidad latentes; solo nosotros hemos hecho de una frente lisa el equivalente de un pensar profundo…. Contamos con la eternidad de la piedra (en este caso del papel y de la tinta) para perpetuar un cuerpo (o un alma pensante) perecedera o ya destruida.” (BATISTA CEDEÑO, 1990, pág. 2B.)
          Alguien que busca y encuentra, en estos Destinos circulares es el Licenciado Ventura, protagonista del cuento El testamento. El señor Carter deja un testamento detallado, escrito en 37 extensos folios, que explicaban: “… con claridad, cómo debía disponerse del cuerpo. Desde la funeraria, hasta el cementerio, todo había sido decidido con anticipación.  La cripta comprada con anterioridad, las palabras a ser leídas en las honras fúnebres escogidas con antelación.  Hasta la ropa que deseaba usar en su funeral había sido designada.” (LANUZA SÁENZ, 2010, pág. 88)
El licenciado Ventura (apelativo que es sinónimo de dicha, felicidad, bonanza, satisfacción, alegría, contento,  bienestar, prosperidad y auge) busca en el testamento – igual que este servidor en el texto – sin encontrar nada que explicara el destino final de la gran cantidad de dinero que tenía el señor Carter, aunque, como buen abogado el licenciado Ventura encuentra que: “Su trabajo… ahora era recomendar procedieran con un juicio de sucesión y ofrecer sus servicios.  No les cobraría mucho, claro que no.  Lo que no era tan común era que el señor Carter hubiera seguido tan al pie de la letra sus intencionados concejos, incluso las obvias omisiones.” (LANUZA SÁENZ, 2010)
          Un cuento que nos permite rebuscar entre los meandros del alma femenina y encontrar sus enmarañados senderos es el relato titulado Desnuda. En él, la narradora, a la vez protagonista, deja descubrir su físico en la búsqueda de algo diferente en los hombres.  Por ello, nos cuenta: “Sonrío al mirarlo, pero la sonrisa no ilumina mis ojos. No creo que a él le importe, no vino aquí por mi sonrisa, así como yo no estoy aquí para dejar que mi sonrisa haga todo el trabajo.  No, estoy aquí por venganza, estoy aquí para sacarme esta espina que tengo clavada en algún lugar, muy dentro, tan profundo que a veces pienso que traspasa mi corazón y si quisiera arrancarla de adentro, moriría desangrada.” (LANUZA SÁENZ, 2010, pág. 46)
        El lector puede encontrar una gran cantidad de elementos sugerentes que pueden ser leídos desde la perspectiva de un hombre como, como he hecho yo:
-         Los hombres, por excitación, buscamos solazar nuestros instintos intentando ver cuerpos femeninos desnudos.
-        La sonrisa de la mujer, a la hora extrema no importa, y ella lo sabe, es secundaria; el hombre está por sexo.
-        Tampoco está por venganza, aunque tiene un gran dolor, el dolor de toda mujer: sentirse objeto de placer ante los ojos de un hombre.
Sin embargo, si vemos la situación desde una óptica femenina, también encontramos situaciones interesantes:
-         A la mujer que se desnuda para deleitar a los hombres no le interesan los elementos accesorios, conoce plenamente el actuar masculino imbuido por una lujuria enfermiza.
-        La desnudez la considera como un trabajo, por lo que no tiene que coquetear con una sonrisa, un hombre que paga por ver una mujer desnuda, no está interesado en la persona, solamente pretende saciar su instinto.
-        El hecho de que no actúa por venganza, hace a la mujer plenamente consciente de que ella, cual Dalila, puede destruir a cualquier Sansón; sin embargo, no es lo que ella busca, el que busca es el lector que, en una ardid de la escritura termina siendo encontrado por ella, pues cada hombre que la observa demuestra su nulidad para observar la esencia de la mujer, lo cual materializa la propuesta de Saint Exupéry cuando decía en El Principito:  “Solo se ve bien con el corazón, porque lo esencial es invisible a los ojos.”
Así, nos lo muestra este personaje cuando argumenta: “Sonrío, pero la sonrisa no llega a mis ojos.  A ellos (los hombres), no les importa, no mientras puedan venir aquí todos los días  y mirar cómo una chica, u otra, la identidad no importa, desnuda su alma frente a ellos al compás de la música, aunque ellos vean solo su cuerpo.  Y a mí, a mí no me importa mientras pueda, cada día, volver aquí y desnudarme frente a docenas de extraños, esperando que algún día, uno de ellos vea un poco más allá.” ( (LANUZA SÁENZ, 2010)(49)
En el minicuento Vanidad, la autora continúa su búsqueda, segura de que va a encontrar resultados similares, pues el ser humano tiene una predisposición única para advertir el diminuto punto negro en la amplitud del lienzo blanco; lo único lamentable, quizás, para ella, es que no puede entrar en el corazón  ni en la mente de sus lectores. El microrrelato es muy sugeridor: ¡Estaba archibuenísima la condenada y, por su puesto lo sabía: si lo sabré yo!
Ya me había encargado de decírselo esta mañana.
No pude evitarlo, salió de mi boca sin contemplaciones.  No soy muy bueno guardándome los cumplidos.
Pero es que estar en su presencia –su olor, su textura… no hay manera de evitarlo.  Verla es desearla.
Lo peor es que ella lo sabe.  Se vanagloria. Se sienta ahí, toda dorada y perfumada, tentándome, haciéndome desearla aún más, sabiendo que no ha llegado mi momento.”
Una vez más somos objeto de nuestras imágenes visuales que permiten figurarnos una mujer hermosa y bien proporcionada físicamente.  La autora busca algo diferente, pero encuentra en nosotros, sus lectores, un relato aprendido, una conducta repetitiva caracterizada por una gran pobreza interpretativa.  En cambio, los lectores buscamos rápidamente para encontrar en el texto lo que queremos.  Y lo encontramos.  Lástima que el factor sorpresa esgrimido por el relato cercena la imagen que nos hemos figurado: “¡Maldito su sabor, que se hace agua en mi boca, cada mañana, mientras sale del horno, hasta el momento en que me toque saborearla de nuevo.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (14)
Procedo ahora a comentar el cuento Destinos circulares que lega su nombre a la colección. El Diccionario de la Real Academia Española nos da siete acepciones del término destino:
1. m. hado ( fuerza desconocida).
2. m. Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.
3. m. Circunstancia de serle favorable o adversa esta supuesta manera de ocurrir los sucesos a alguien o a algo.
4. m. Consignación, señalamiento o aplicación de una cosa o de un lugar para determinado fin.
5. m. empleo ( ocupación).
6. m. Lugar o establecimiento en que alguien ejerce su empleo.
7. m. Meta, punto de llegada.
De las siete, cinco están relacionadas con el relato en cuestión. El tema del amor apasiona, porque todos anhelamos amar y ser amados; sin embargo, por situaciones que solo saben comprender los sicólogos, en alguna medida todos tenemos algún miedo al amor.
Es la historia de una niña de ocho años que grita asustada. Está semidesnuda, solo carga un panty de florecitas rosadas. Su grito se debe a que se percató de que era observada por un amiguito de más o menos su misma edad, su compañero de juegos: “Habían sido amigos, antes de eso.  Compinches, porque ella nunca fue una de esas niñas de barbies y muñecas y a él nunca le molestó tener que esperarla mientras jugaban a policías y ladrones en la calle, siempre en el mismo bando.  Quizás es que, en esta historia, fue ella la ignorante.  Tal vez, fue que él supo primero y comprendió, desde pequeño, que su destino en el mundo era esperarla.” (LANUZA SÁENZ, 2010)(28)  El grito lo hizo huir, ella cerró la puerta de su cuarto y de su casa.
Ese hecho los separó.  Ni siquiera volvieron a hablarse… ella se radicó en un barrio elegante, aunque perdió su capacidad de soñar y jamás pudo borrarlo de sus pensamientos. No fue una mujer miserable, pero tampoco, llegó a ser feliz. Él vivió como un verdadero Florentino Ariza decidido a esperarla toda la vida si era necesario, porque de una cosa estaba seguro, el mundo volvería a reencontrarlos: aunque no se buscaran entre ellos, se encontrarían: la búsqueda se la deja la autora a los lectores.
Y así fue: “El abre la puerta y ella está ahí, como hace veinte años, como siempre en sus sueños, desnuda y esperándolo.  Ella lo mira fijo y de repente siente deseos de gritar, no para espantarlo como aquella vez, sino porque la historia se repite y a ella le tomó más de veinte años, un matrimonio fallido y demasiadas lágrimas volver a encontrarse en el lugar donde debió haber estado siempre y esta vez no volver la mirada y encontrarse mientras él fija su mirada en el borde de encaje de sus panties.
Esta vez cuando cierra la puerta de su cuarto, él todavía estaba adentro.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (32)
El determinismo juega un papel esencial, los destinos son circulares, giran en torno a un eje ineludible y muchas veces vuelven coincidentalmente al punto de origen donde se reencuentran con otros el destino de otras personas, aún sin desearlo.
En esencia, en Destinos circulares campean los temas eternos de la literatura: el amor, el odio, la locura, el erotismo, la venganza, el tedio, la vida, la muerte, la esperanza, la decepción, etc.  Es un libro en el que una posibilidad de mundos por descubrir, tarea que nos corresponde a los lectores, a través de la convivencia con los personajes ficticios que pretenden evadir la realidad de un cosmos imaginado, los cuales, sin embargo, al igual que nosotros, pueden ser buscados, encontrados, comprendidos y explicados en el cuento Conclusiones cuando nos dice: “O quizás simplemente es que yo era un cobarde y él extremadamente valiente.  Era la manera más sencilla de verlo.  Estábamos hechos de la misma calaña, quizá. Pero él estaba dispuesto a aceptarlo y yo luchaba todos los días contra mi naturaleza.  Siempre pensé que esto me hacía valiente, pero en el fono era él el valiente, porque era él quien se aceptaba tal y como era, y yo el cobarde, el que rechazaba mi verdadera naturaleza y me escondía detrás de una máscara.  El que pretendía ser otra cosa.” (LANUZA SÁENZ, 2010) (18)
BIBLIOGRAFÍA
BATISTA CEDEÑO, Gustavo. Sobrevivir a la máscara.  En La Prensa. Panamá, 10 de marzo de 1990. Pág. 2 B.
LANUZA ZÁENZ, Lisset.  Destinos circulares.  Panamá, 9 signo editores 2010.
PRADA OROPEZA, Renato. El lenguaje narrativo. San José: EDUCA. 1979.
RAMÍREZ MERCADO, Sergio. Mentiras verdaderas.  México: Editorial Alfaguara. 1998.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.  Diccionario de la lengua española.  Madrid, 2001.
SAINT EXUPERY, Antoine.  El principito.  Buenos Aires: Losada.  1976.
VARGAS LLOSA, Mario. La verdad de las mentiras.  Madrid.  Editorial Santillana. 2004.


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