viernes, 26 de enero de 2018

CONCIENCIA


                                                                    Melquiades Villarreal Castillo
      
      Una cálida tarde de verano, en plena infancia, jugaba yo con mi amigo Luis en el patio trasero de mi casa. Mi abuela inválida, desde el sillón donde estaba sentada  me dice: “Jorgito tráigame un vaso de agua, por favor.”  Ni siquiera le respondí, pues no quería interrumpir mi juego.  Luis, sin decir palabra le lleva el vaso de agua a mi abuela.  Con una sonrisa ella le dijo: “gracias”. Luis siguió jugando como si nada.        
     Han pasado treinta años, mi abuela hace tiempo murió.  Luis no recuerda el incidente que me persigue todas las noches en mis sueños.

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