jueves, 2 de enero de 2014

Esencia y esperanza en los versos de Beatriz Hernanz

 Melquiades Villarreal Castillo

Sobra decir que un poema alcanza su nivel de literariedad cuando genera en el lector una emoción estética, inquietud que he experimentado frente a un poema de la española Beatriz Hernanz tomado de (De La piel de las palabras, Palma de Mallorca, Calima, 2005).
Los versos, inmediatamente nos comprometen como lectores, mediante una insinuación esclavizadora  “Pero la vida...”, puesto que despliega un abanico de posibilidades, que solo son comprensibles cuando nos internamos en el alma misma de los versos siguientes: “espera su verso al otro lado/ del alba/ anhela volver a su frágil destino,/ a los verbos que regresan/ con su alimento desolado.” La vida campea entre las sendas complejas iluminadas por la esperanza materializada en un verso al otro lado del alba (más allá de la luz prometedora), en la esencia del destino, deseando los verbos con su alimento desolado – adjetivo este que confunde y atrapa al lector implicado en su fe por una fiesta de luz que no llega a cristalizarse.
Los  versos siguientes se caracterizan también por la pluralidad de peripecias significativas: “Huyen de sí sus noches más libres/ emboscadas de memoria y tiempo.”  Las noches (símbolo de la oscuridad) intentan escapar de una libertad limitada por los artilugios de la memoria que les da vida y del tiempo que les permite existir.
Finalmente, el héroe poético envía un mensaje apocalíptico y crudo, pero no por ello menos real y certero: “Dile que la muerte/ es la única que regala mis palabras,/ la que no pide más sangre a/ con que cubrir la hendidura del silencio.” El verbo dile esboza una verdad cruel, que amarra al lector y al interlocutor en una emboscada signada por un sino del que resulta imposible escapar: la muerte, cuyas palabras lapidarias someten a todos, sin exigir nada, porque su naturaleza  misma calla al silencio mismo para crear una nada total.
Para culminar, se me antoja afirmar que el poema de Beatriz Hernanz, además de hermoso, está cargado de significados,  es atrayente y sugeridor, retrata el destino de la vida mientras copia nuestra esencia humana, siempre en búsqueda de luz por temor a la oscuridad mientras avanzamos hacia la muerte que, con su silencio, nos libera de los ruidos propios de nuestra propia sustancia.

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